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Una bola de fuego surca el cielo de Toledo y Madrid a una velocidad de 51.000 kilómetros por hora antes de desintegrarse

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TOLEDO, 16 (EUROPA PRESS)

El Complejo Astronómico de La Hita (Toledo) ha registrado una espectacular bola de fuego cruzando el cielo nocturno. El bólido fue visto por numerosos testigos que se hicieron eco del fenómeno en redes sociales.

La aparición de esta bola de fuego se producía a las 23.06 horas de este domingo, siendo también grabada por los detectores que la Red de Bólidos y Meteoros del Suroeste de Europa (Red Swemn) opera en el Complejo Astronómico de La Hita (Toledo), según ha informado Fundación Astrohita en nota de prensa.

Estos detectores trabajan en el marco del Proyecto Smart, un proyecto de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que se coordina desde el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) con el objetivo de monitorizar continuamente el cielo para registrar y estudiar el impacto contra la atmósfera terrestre de rocas procedentes de distintos objetos del Sistema Solar.

También la grabaron los detectores que este mismo proyecto de investigación tiene instalados en los observatorios de Calar Alto, Sierra Nevada, Sevilla, La Sagra (Granada), Huelva, Olocau (Valencia) y Faro de Cullera (Valencia).

Esta bola de fuego ha sido analizada por el investigador responsable del Proyecto Smart, el astrofísico José María Madiedo, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). Según los resultados de este análisis, el fenómeno se produjo al entrar en la atmósfera terrestre una roca a una velocidad de unos 51.000 kilómetros por hora.

La roca procedía de de un asteroide. Estas rocas que se cruzan con la órbita de la Tierra reciben el nombre de meteoroides y el brusco rozamiento de la roca con la atmósfera a esta enorme velocidad hizo que la roca (el meteoroide) se volviese incandescente, generándose así una bola de fuego que se inició a una altitud de unos 81 kilómetros sobre la localidad de Villasequilla de Yepes (Toledo).

Desde allí avanzó en dirección norte, adentrándose en el espacio aéreo de la Comunidad de Madrid, y finalmente se extinguió a una altitud de unos 38 kilómetros sobre Madrid capital, concretamente sobre el barrio de Fuentelareina.

La gran luminosidad que alcanzó este bólido hizo que pudiera verse desde más de 600 kilómetros de distancia. A lo largo de su trayectoria mostró varias explosiones que provocaron aumentos súbitos de su luminosidad y que se debieron a diversas rupturas bruscas de la roca.

En total, la bola de fuego recorrió unos 68 kilómtros en el aire y se destruyó completamente en la atmósfera, de manera que ningún fragmento de ella consiguió llegar al suelo.


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