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Hosteleros de La Laurel agradecen profundamente la trayectoria del propietario del bar Villa Rica

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LOGROÑO, 30 (EUROPA PRESS)

La Asociación de Hosteleros de la Zona Laurel ha mostrado hoy su “profundo agradecimiento” a la trayectoria de Eduardo San José que, en su bar Villa Rica, ha sabido “ganarse el corazón de todos los que han tenido el placer de cruzarse en su camino”.

El homenaje a este miembro de la emblemática Calle Laurel, por su jubilación, ha contado con la presencia del alcalde de Logroño, Conrado Escobar, y el concejal de Promoción de la Ciudad, Miguel Sainz, junto a miembros de la asociación.

El responsable del Bar El Muro, Adolfo Sáenz, ha defendido su “ahínco” en una trayectoria “con sufrimientos y con muchas alegrías. Más alegrías que tristezas”.

“La época de la pandemia lo pasamos realmente mal, y ha habido crisis difíciles, como la del 2008, pero ahí has estado, has aguantado, y bueno, hemos tirado para adelante”, le ha dicho al homenajeado.

Ha explicado cómo, desde la asociación, querían hacerle un reconocimiento, “ahora que se jubila que va a dejar su trabajo ya y se marcha a la playa”.

Ahora, al otro lado de la barra, lo primero que se pedirá, ha dicho, es “un criancita rico”. “Pero una zapatilla ya no, porque las hago yo”, ha afirmado el homenajeado.

Ha reconocido la “alegría” que le ha dado el homenaje, del que no tenía idea. Un detalle “muy bueno” que ha agradecido. La jubilación, ha reconocido, “viene muy bien”.

De su trayectoria, ha dicho, se queda “con todo”, porque “sin los momentos malos no hay buenos”. Relevo, en principio, no tiene.

EDUARDO SAN JOSÉ

Eduardo San José, oriundo de Donostia, ha relatado esta asociación, “encontró en las calles de Logroño su hogar y, con su inigualable dedicación, nos conquistó a todos con su sonrisa y su emblemático pincho: las zapatillas, un clásico que se ha convertido en un símbolo de nuestra gastronomía local”.

Durante más de dos décadas, ha resaltado, “Eduardo ha mantenido su plancha encendida, brindando no solo sus deliciosas creaciones, sino también su calidez y espíritu acogedor de toda su familia que han hecho de La Laurel un lugar aún más especial”.

En este contexto, este homenaje ha sido “una muestra del profundo agradecimiento de todos los hosteleros de La Laurel por su incansable labor y por haber dejado una huella imborrable en nuestra comunidad”.


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