MADRID, 25 (SERVIMEDIA)
Los ecosistemas únicos de la Antártida podrían verse amenazados por la llegada de especies marinas no autóctonas y la contaminación marina en forma de plásticos y residuos orgánicos procedentes de masas terrestres del hemisferio sur.
Así figura en un nuevo modelo oceanográfico realizado por científicos de las universidades de Nueva Gales del Sur y Nacional Australiana (Australia), de Otago (Nueva Zelanda) y del Sur de Florida (Estados Unidos), y publicado en la revista ‘Global Change Biology’.
Los autores sugieren que los objetos flotantes pueden llegar a las aguas antárticas desde más fuentes de las que se creía anteriormente.
“La creciente abundancia de plásticos y otros residuos generados por el hombre en los océanos significa que hay potencialmente más oportunidades para que la biota llegue a la Antártida”, según Hannah Dawson, quien completó el estudio como parte de su doctorado en la Universidad de Nueva Gales del Sur y ahora trabaja en la Universidad de Tasmania.
Las especies no autóctonas, entre las que se incluyen una variedad de pequeños invertebrados marinos, pueden llegar a la Antártida a través de objetos flotantes como algas marinas, madera a la deriva, piedra pómez y plástico.
Antes, los científicos creían que estas especies solo llegaban a la Antártida desde islas remotas y deshabitadas del océano Austral. Sin embargo, esta nueva investigación sugiere que pueden alcanzar la costa antártica desde todos los continentes australes.
“Sabíamos que las algas podían llegar a la Antártida desde islas subantárticas, como las islas Macquarie y Kerguelen, pero nuestro estudio sugiere que los objetos flotantes pueden llegar a la Antártida desde lugares mucho más al norte, como Sudamérica, Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica”, afirma Dawson.
CORRIENTES SUPERFICIALES Y OLAS
Utilizando datos modelados de corrientes superficiales y olas desde 1997 a 2015, el equipo de investigadores rastreó el movimiento de residuos flotantes desde varias fuentes terrestres del hemisferio sur hacia la Antártida.
“Pudimos analizar la frecuencia de estas conexiones simulando las vías de dispersión a lo largo de 19 años de diferentes condiciones oceanográficas”, indica Adele Morrison, de la Universidad Nacional Australiana.
Morrison recalca: “Descubrimos que los objetos flotantes llegaron a la costa antártica en cada uno de los años simulados. Parece haber un bombardeo constante de cualquier cosa que flote, ya sean algas marinas o una botella de plástico”.
“Imagínese arrojar un palo a un río y luego correr corriente abajo para ver dónde termina: eso es básicamente lo que hacemos con nuestro modelado, utilizando corrientes oceánicas simuladas, en lugar de un río”, explica. “Liberamos millones de partículas virtuales (que representan objetos a la deriva) de cada una de las masas terrestres de origen y modelamos sus trayectorias a lo largo de 19 años de corrientes oceánicas superficiales y olas superficiales estimadas. Tras ejecutar las simulaciones, pudimos ver dónde terminarían probablemente”.
“El tiempo más corto que tardaron las partículas en llegar a la costa antártica fue el de la isla Macquarie, al sur de Nueva Zelanda, algunas de las cuales llegaron en poco menos de nueve meses. En promedio, el viaje más largo fue el de los objetos liberados desde Sudamérica”, destaca.
Dawson concluye que “si continúa la reciente disminución del hielo marino antártico, los seres vivos que flotan en la superficie o están adheridos a objetos flotantes podrían tener más facilidad para colonizar el continente, lo que podría tener grandes impactos en los ecosistemas”.
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