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“El recorrido del agua de Amaniel, un tour por la ingeniería hidráulica del siglo XVII en Moncloa-Aravaca”

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El Ayuntamiento trabaja para cartografiar los 100 km de viajes de agua que estuvieron en activo hasta la construcción del Canal MADRID, 23 (EUROPA PRESS)

El Viaje del Agua de Amaniel, las galerías subterráneas de agua en el Madrid de hace 400 años, ofrece a los madrileños y turistas un viaje a la ingeniería hidráulica del siglo XVII con la visita en el distrito de Moncloa-Aravaca a esta instalación que Felipe III ordenó construir en 1613 para abastecer el antiguo Alcazar y, posteriormente, el Palacio Real.

Se trata de una serie de galerías subterráneas que captaban agua de los manantiales y acuíferos de la región hasta los puntos de consumo de la Villa de Madrid y que funcionaron hasta 1858, momento en el que el Canal de Isabel II inaugura la traída de aguas del río Lozoya.

En esta etapa, la Villa de Madrid se abastecía de agua potable mediante los viajes de agua: un sistema de captación y distribución de agua a través de una gran red de galerías subterráneas que recupera el sistema de origen oriental denominado qanat, fogara o jatara.

Su nombre procede de la antigua Dehesa de Amaniel, situada en la actual Dehesa de la Villa, que era donde se captaba el agua del nivel freático. En funcionamiento desde 1621, contaba con un desarrollo completo de galerías, así como varias arcas de repartimiento.

Un ejemplo de ingeniería hidráulica histórica que muestra cómo las civilizaciones anteriores gestionaban uno de los recursos más vitales como es el agua y que ahora se puede visitar gracias a los trabajos de rehabilitación llevados a cabo por el Ayuntamiento.

El delegado del Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, ha visitado este viernes esta instalación hidráulica que, a diferencia de otros viajes de agua de titularidad municipal, era de titularidad privada, perteneciente a la Casa Real, permitiendo a la Corona la concesión de agua a conventos y nobles. Se mantuvo como Patrimonio Real hasta 1954, cuando la infraestructura del viaje fue cedida por Patrimonio Real a la red municipal de aguas.

Actualmente, el Ayuntamiento trabaja para cartografiar los 100 kilómetros de viajes de agua que estuvieron en activo hasta la construcción del Canal de Isabel II, de los que posiblemente, según Carabante, se puedan recuperar en torno a 50-60 kilómetros.

“Esto forma parte de la historia de la ciudad de Madrid, en concreto de la historia del suministro de agua, donde el Ayuntamiento de Madrid a lo largo de las últimas décadas ha llevado a cabo un extraordinario esfuerzo para poder favorecer esta gestión del agua”, ha destacado.

AGUA SUBTERRÁNEA QUE PODRÍA SER CONSUMIDA

En esta visita se pueden ver restos como el Arca vieja de Amaniel (Caño Gordo), que se encuentran en el Parque de Juan XXIII, permitiendo apreciar este importante patrimonio histórico y cultural de la capital.

“Son galerías bastante estrechas, para la altura un poco de la época, de ladrillo, con un arco de medio punto, y son galerías filtrantes que captan el agua del subsuelo de Madrid y la transportan por debajo de la solera, para transportarla hasta el arca de Amaniel, que es el depósito de almacenamiento, que serían los actuales depósitos de ahora. Y desde aquí, por otra serie de galerías también subterráneas, lo transportan hacia el centro de Madrid”, ha explicado Cecilia Briones Martínez, jefa de Departamento de Recursos Hídricos de la Subdirección del Agua del Ayuntamiento de Madrid.

“Es agua subterránea de Madrid, que es de muy buena calidad y podría ser consumida en el caso de que hubiera un problema de sequía prolongada”, ha destacado Briones.

EL VIAJE DEL AGUA DE AMANIEL

Las obras comenzaron en 1613 bajo la dirección de Tomás de Angulo y Fray Alberto de la Madre de Dios, y hacia 1621 ya estaba en funcionamiento. Sin embargo, el viaje enfrentó problemas constantes de colapsos y derrumbes, además de la sobreexplotación por concesiones, lo que impedía satisfacer completamente las necesidades del Alcázar.

Tras un incendio en 1734 que asola el antiguo Alcazar, Felipe V ordenó la construcción del Palacio Real y la rehabilitación de su entorno. Entre 1750 y 1751 se elabora un proyecto para la recuperación del viaje de Amaniel llevado a cabo por el arquitecto Juan Bautista Saqueti, aunque solo se realizaron reformas puntuales. Francisco Sabatini retoma el proyecto en la segunda mitad del siglo XVIII, pero nunca se completó totalmente.

En el año 1846, Narciso Pascual y Colomer, entonces Arquitecto Mayor de Palacio, elaboró el plano más completo que se conserva, pero con la construcción del Canal de Isabel II, que aseguraba el abastecimiento de agua a la ciudad, el viaje fue paulatinamente abandonado.

Se mantuvo como Patrimonio Real hasta 1954, año en que fue cedido a la red municipal de aguas. Hoy en día, tras los trabajos de recuperación realizados por el Ayuntamiento de Madrid, se pueden visitar sus restos, como el Arca vieja de Amaniel (Caño Gordo), que se encuentran en el Parque de Juan XXIII, permitiendo apreciar este importante patrimonio histórico y cultural de la capital.

Aunque Madrid está cerca del río Manzanares, éste no era su principal fuente de agua debido a la altura del núcleo urbano respecto al río y a la contaminación de sus aguas. Sin embargo, el subsuelo de Madrid era rico en agua gracias a una capa superior de arena permeable que filtraba el agua de lluvia y una base más profunda de arcilla, que la retiene formando grandes balsas subterráneas de agua dulce y limpia.

Para resolver el problema de abastecimiento de agua potable después del traslado de la Corte a Madrid por Felipe II, se recurrió al sistema de qanats, de origen persa y empleado durante siglos por romanos y por la cultura islámica. Se construyeron nuevos y extensos ramales que capturaban aguas de infiltración de los acuíferos y las llevaban hasta las puertas de la ciudad a través de pozos y galerías subterráneas, terminando en fuentes y caños públicos.

Las zonas de captación de agua se localizaron en el norte y nordeste de Madrid, entre los caminos de Fuencarral y Alcalá, cerca de los pueblos de Fuencarral, Chamartín, Canillas y Canillejas, que estaban a mayor altitud que la Villa. Esto permitió que el agua fluyera hasta el centro de la ciudad gracias a los desniveles del terreno.

Además, se construyeron otros viajes menores, llamados de “aguas gordas”, que eran ricas en cal y se utilizaban para lavar ropa y regar. Entre ellos estaba el Viaje de la Fuente del Berro, cuyas aguas se decía que tenían propiedades curativas y que aún hoy alimenta el estanque del Parque de la Quinta de la Fuente del Berro. También el del lavadero de los Caños del Peral, cuyos restos se pueden ver en el vestíbulo de la estación de Metro de Ópera.

El departamento de Educación Ambiental del Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid organiza visitas guiadas gratuitas para conocer en profundidad la historia y singularidad de algunos de los viajes de agua del subsuelo madrileño.


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