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La caza en media veda dificulta la recuperación de especies migratorias en declive

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MADRID, 23 (SERVIMEDIA)

La media veda, periodo excepcional de caza que comenzó el pasado 15 de agosto, supone “una presión adicional” para las especies migratorias cuyas poblaciones están en declive y, además, “dificulta” su recuperación.

SEO/BirdLife hace esta consideración sobre la media veda, durante la cual miles de ejemplares de especies de aves en declive son abatidas, como la codorniz común o, hasta hace unos años, la tórtola europea.

Este periodo cinegético, pensado en un inicio para poder cazar algunas de las aves que migran a territorios más meridionales, se ejerce sobre varias especies cuya situación actual es “extremadamente desfavorable”, según SEO/BirdLife.

También se autoriza el disparo sobre especies consideradas “dañinas”, como los córvidos o las gaviotas.

Las dos especies más populares de la media veda son la tórtola europea que, según el Libro Rojo de las Aves de España, se encuentra en situación vulnerable, o la codorniz común, que se halla en peligro.

La tórtola europea se ha beneficiado de la moratoria de la caza desde 2021, lo cual se ha traducido, a pesar de unas condiciones ambientales desfavorables, en una recuperación en Europa, según el informe del grupo de trabajo de recuperación de especies de la UE.

“No es de extrañar que dejar de matar una media de 800.000 tórtolas cada verano en España haya tenido un efecto favorable en la evolución de los efectivos poblacionales”, apunta SEO/BirdLife.

MORATORIA

A la luz de estos resultados, esta organización apuesta por una moratoria de la caza en la codorniz común.

Además de la codorniz común y de varias especies de palomas, durante la media veda se pueden cazar otras especies que se encuentran en una situación de “regresión importante” en España, como la grajilla occidental o la corneja negra.

SEO/BirdLife se opone a la caza de especies en declive porque contraviene la legislación europea y porque, aunque la causa principal del decremento poblacional no sea la caza, considera “inadmisible” la pérdida de ejemplares por esa actividad.

Además, la época en la que esto sucede -al final de la temporada de reproducción´- hace que los juveniles sean particularmente sensibles a la caza. En algunos casos, los jóvenes aún no han abandonado los nidos, por lo que los adultos resultan particularmente vulnerables por encontrarse cebando a las crías.

Además, la sequedad y calor típicos de finales de verano favorece que las aves estén en situación desfavorable en agosto y que se concentren en los escasos puntos de agua, donde podrían dispararse de forma desproporcionada.


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