“Soy muy competitivo, pero mi entrenador me ha recordado que no podía tirar el bronce”, confesó el primer medallista español en Paris 2024 y del judo desde Sydney 2000
PARÍS, 27 (del enviado especial de EUROPA PRESS, Gaspar Díez)
El judoca español Francisco Garrigós celebró que su bronce en los Juegos Olímpicos de Paris 2024, que inaugura el medallero nacional en la capital francesa, haya roto la sequía de 24 años sin ningún metal en su deporte desde el oro de Isabel Fernández en Sydney 2000, aunque confesó que “no era del color que quería” por su ambición.
No fue una medalla cualquiera. Garrigós estuvo cerca de abandonar el tatami tras Tokyo 2020, en los que, por segunda vez consecutiva, cayó en la primera ronda del torneo olímpico después de la decepción de su debut en Rio 2016, los Juegos del virus del Zika. “Es un día para estar muy contento. He conseguido uno de los objetivos y de los sueños que tenía desde pequeño, aunque no es del color que me gustaría”, subrayó en la zona mixta ya con la sonrisa acompañando a su medalla al cuello.
Tuvo que superar una racha de muchos quintos puestos y de peleas por el bronce perdidas, un detalle que le recordó su entrenador, Quino Ruiz, tras perder en las semifinales contra el kazajo Smetov, plata en Río, bronce en Tokio y oro en París. “Fran no gana el oro y tira los bronces porque es el mejor y siempre quiere ganar”, apuntó Ruiz.
Ruiz, con la camisa y corbatas fuera de su lugar por la tensión, derrocha fe ciega en su pupilo junto a la carpa embarrada que envuelve la instalación desmontable del judo, en el campo de Marte donde los turistas se toman las mejores fotos de la Torre Eiffel. “Corre como un atleta, levanta pesas como un altera y es una bestia de fuerte”, relató a los juntaletras que se afanaban por conocer detalles del nuevo héroe nacional.
Ese físico y el trabajo de Pablo del Río, psicólogo en el CAR del Consejo Superior de Deportes (CSD) y obrador también del milagro de la recuperación mental de Carolina Marín, la pluricampeona de bádminton que busca su segundo oro olímpico en estos JJ.OO. de París.
“Soy muy competitivo y siempre me gusta ganar y, una vez que ya he perdido el camino para la medalla de oro, no me gustaba seguir luchando. Quino me lo ha recordado, me ha dicho que no podíamos tirar esta medalla, que era muy importante para todo el equipo español”, describió Garrigós.
El mostoleño también pensó que llevaba muchas horas, bajo la atenta mirada del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien le apoyó en la grada siguiendo las explicaciones del presidente del COE y exjudoca Alejandro Blanco, como para regresar a la Villa sin premio. “Después de perder hemos hablado únicamente de la estrategia y salí a por la medalla”, desveló.
“LA MALA RACHA YA ES HISTORIA”
Con el bronce colgado solo piensa en tomarse un respiro después de los Juegos. Lo hubiera dicho tanto si hubiera ido bien o mal, y a la vuelta de las vacaciones decidirá qué hacer. Mientras tanto, prefiere no mirar en su móvil, donde no solo hay felicitaciones sino también mensajes amenazadores desde Japón porque no aceptaron la derrota de Nagayama Ryuju.
“Solo dicen que no seré bien recibido en Japón, pero yo ni caso. Aquí hay mucho ruido y no se escucha muy bien. El árbitro había dado había mate y yo seguí sin darme cuenta hasta que se acercó y solté y ya estaba dormido. Bueno, al final quedarse dormido en el tatami da la victoria al rival”, explicó.
En cambio, sí que celebra que el judo español ya haya dejado el gafe de casi un cuarto de siglo sin medallas en los Juegos. “Esa mala racha ya es historia. Creo que en los anteriores Juegos Olímpicos hubo muchos diplomas y se han perdido nueve bronces. Esto le va a dar mucha energía a todo el equipo y se van a conseguir muchas medallas para España en judo”, pronosticó.
Como Adriana Cerezo en Tokyo 2020, Garrigós logró inaugurar una senda que confía en que sigan muchos otros del Team España. “Esperemos que mañana haya mucho más. El deporte español está viviendo su mejor momento y creo que se van a superar esas medallas de Barcelona”, repitió como un mantra que se ha instalado ya en el ideario de la delegación española.
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