SEVILLA, 12 (EUROPA PRESS)
Un nuevo estudio liderado por el Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) ha alertado de los efectos de la actividad minera en el cinturón pirítico ibérico. El trabajo también examina el impacto de vertidos accidentales de residuos tóxicos mineros, como el derrame ocurrido en la mina de Aznalcóllar (Sevilla) hace ahora 26 años, así como el papel de la afluencia atlántica en el transporte y acumulación de sedimentos contaminados desde el Golfo de Cádiz hasta el noroeste del Mar de Alborán, esto es, el transporte de agua atlántica que entra al Mar de Alborán a través del estrecho de Gibraltar, procedente del Golfo de Cádiz.
Para la elaboración del trabajo, publicado recientemente en ‘Marine Pollution Bulletin’, el equipo científico analizó los metales pesados en sedimentos acumulados en el noroeste del mar de Alborán durante los últimos dos siglos. Así, advirtieron que los niveles de zinc, cobre y plomo aumentaron significativamente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, coincidiendo con el incremento de las concesiones mineras en el cinturón de pirita del suroeste de la Península Ibérica, según ha detallado el CSIC en un comunicado.
Asimismo, el equipo empleó trampas de sedimento para para monitorear de forma continuada el sedimento descendente en la columna de agua. Esto permitió detectar un aumento de contaminantes en los sedimentos transportados por la afluencia atlántica durante los meses posteriores al accidente de Aznalcóllar en el año 1998 y durante episodios de crecidas de los ríos que desembocan en el Golfo de Cádiz.
“Este estudio sugiere que los efectos de la minería en el cinturón pirítico ibérico y los potenciales accidentes en las balsas de sus residuos no solo tienen un gran impacto sobre los medios fluviales y marinos del Golfo de Cádiz, sino que pueden llegar al Mar de Alborán, lo cual debe considerarse en la evaluación de riesgos de las explotaciones mineras de las cuencas del Golfo de Cádiz y es crucial a la hora de plantear la reactivación de minas como Aznalcollar o Riotinto”, expone Albert Palanques (ICM-CSIC), el autor principal del trabajo.
LA CATÁSTROFE MEDIOAMBIENTAL DE AZNALCÓLLAR
Este año se cumplen 26 de la rotura de la balsa de residuos de la mina de Aznacóllar, un incidente que dejó al estuario del Guadalquivir con elevadas concentraciones de metales y metaloides. Entre otros, esto tuvo importantes implicaciones para el sector pesquero y agrícola, que junto a científicos y organizaciones ecologistas, se oponen ahora a la reanudación de la actividad minera en la zona.
A diferencia de la anterior, la empresa que gestiona hoy la corta minera ha tratado de diferenciarse del modelo anterior diseñando una explotación subterránea sin balsa de residuos, si no con una tubería de 30 kilómetros a través de la cual se pretenden transportar los metales pesados procedentes de la actividad minera diluidos en agua hacia el estuario del Guadalquivir.
Según la comunidad científica, este modelo “no es mejor que el anterior”, pues “no tiene en cuenta ni la hidrodinámica ni la fisicoquímica de las aguas del estuario y el Golfo de Cádiz, y tampoco considera el impacto sobre los ecosistemas costeros y marinos”. El proyecto se encuentra ya en la fase final de tramitaciones, pendiente de que la Junta de Andalucía le conceda la Autorización Ambiental Unificada, que es la puerta de entrada para recibir otros permisos necesarios.
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