MADRID, 6 (EUROPA PRESS)
El jefe clínico del Servicio de Dermatología del Instituto Valenciano de Oncología, Onofre Sanmartín, ha resaltado que la aparición de lesiones cutáneas durante un tratamiento oncológico induce a una gran reducción de la calidad de vida de los pacientes. Estas lesiones no suelen ser de riesgo vital, pero su impacto condiciona drásticamente la vida de los pacientes.
“Son varios los motivos, primero por las molestias que originan al aparecer una erupción que pica o que duele, o una lesión ulcerosa. Por otro lado, la presencia de estas lesiones en la piel, como es la alopecia por la quimioterapia, provoca un recuerdo constante de la enfermedad y una estigmatización del paciente que agrava también su estado y afecta en la calidad de vida y el estado físico y mental del mismo. Además, también nos encontramos con las lesiones que llamamos graves que pueden estar inducidas por el tratamiento neoplásico y pueden ser igual de graves que una diarrea inducida por la quimioterapia”, ha explicado Sanmartín durante un ‘webinar’ sobre los cuidados y la importancia de la dermoestética en el tratamiento del paciente oncológico, organizado por el Instituto Superior de Formación Sanitaria (ISFOS) del Consejo General de Enfermería, con la colaboración de La Roche Posay.
Se calcula que uno de cada tres pacientes que es diagnosticado de cáncer va a tener alguna enfermedad en la piel. Desde el CGE señalan que las terapias oncológicas alteran de forma drástica los sistemas inmunológicos de la barrera cutánea, dando lugar a numerosas reacciones relacionadas con la propia neoplasia, con la situación de inmunodepresión en la que se encuentran los pacientes o, como ocurre con mayor frecuencia, se presentan como consecuencia de los tratamientos recibidos. Sin embargo, el cuidado de las lesiones cutáneas en procesos oncológicos ha sido tradicionalmente la gran olvidada en el mundo de la oncología, a pesar de que para los pacientes es un aspecto trascendental que les afecta no solo en lo físico, sino también en lo emocional, condicionando su calidad de vida.
“Cada año se diagnostican más de 18 millones de casos nuevos de cáncer en el mundo y la previsión para 2040 es que asciendan a 30 millones, equivalente a la población de un país como Perú. Los tratamientos que reciben estos pacientes afectan a la piel en buena parte de su metabolismo por lo que los cuidados deben ser más concretos, donde las enfermeras tenemos mucho que aportar, tanto en el diagnóstico temprano como en el manejo. Por ello es importante que independientemente de nuestro ámbito de actuación sepamos actuar ante este tipo de pieles para prestar los cuidados que precisen y educarles para que sean autónomos”, ha afirmado la directora de ISFOS, Pilar Fernández.
TIPOS DE LESIONES
La evolución del tratamiento oncológico ha hecho que irrumpan, además de la quimioterapia convencional, nuevos medicamentos, como son las terapias antidiana o la inmunoterapia que están provocando un gran número de lesiones cutáneas de diferente índole. Algo que está provocando, a su vez, que los sanitarios se formen y estén actualizados sobre los nuevos tratamientos y sistemas de prevención.
“Cualquier erupción cutánea inducida por un agente neoplásico si no es tratado desde las etapas iniciales o adecuadamente prevenido va a provocar que la intensidad que llegue a adquirir la erupción cutánea sea tan grande que se requiera suspender el tratamiento antineoplásico, lo que redundará en una menor eficacia del tratamiento para el cáncer”, ha destacado Sanmartín.
Cuando un paciente es diagnosticado con cáncer su piel cambia, muta, y se vuelve más seca. “Con los tratamientos a futuro, sobre todo, lo que se produce es una desestructuración de la barrera cutánea, lo que provoca una pérdida de agua transepidérmica, lo que hace que la piel se vuelva mucho más seca. Además, las quimioterapias o radioterapias destruyen también las células epiteliales, lo que hace que el ciclo de reparación celular de este tipo de pacientes sea mucho más largo de lo normal. Su renovación celular es más lenta y por lo tanto, su piel se vuelve más fina, delgada y adquiere un tono cetrino, generando una piel que tiende a romperse, una piel de pergamino”, afirma el responsable nacional del Departamento de Oncología de La Roche Posay.
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