MADRID, 04 (SERVIMEDIA)
El retrato de María Zambrano (1904-1991), elaborado por el pintor Luis Moro, ya forma parte de la Galería del Ateneo de Madrid, coincidiendo con la conmemoración del 120 aniversario del nacimiento de la filósofa malagueña.
La pintura se colgó este martes en el marco de un homenaje a María Zambrano celebrado en la institución ateneísta en el que participaron la presidenta del Consejo de Estado, Carmen Calvo; el delegado del Área de Gobierno de Políticas Sociales, Familia e Igualdad del Ayuntamiento de Madrid, José Fernández Sánchez; la directora general de Atención a las Víctimas y Promoción de la Memoria Democrática, Zoraida Hinojosa Valdizán; el presidente de la Fundación María Zambrano y alcalde de Vélez-Málaga, Jesús Lupiáñez Herrera; el alcalde de Segovia, José Mazarías Pérez; y el presidente del Ateneo, Luis Arroyo, según informó el Ateneo.
De este modo, el retrato de María Zambrano se une al de las ateneístas Carmen Laforet, Clara Campoamor, Carmen de Burgos, Almudena Grandes y Elena Fortún que ya forman parte de la Galería del Ateneo de Madrid en el marco de la iniciativa ‘Las mujeres en su sitio’.
En el turno de parlamentos, Luis Arroyo consideró el de hoy era “un día especial” y explicó que María Zambrano “llegó al Ateneo muy joven, con 27 años, y pagó 25 pesetas como cuota”, en una época en la que “los mayores pagaban 75 pesetas”. Sin embargo, el retrato que estará en la Galería del Ateneo de Madrid representa “una mujer curtida, que no tiene que ver con la joven ateneísta, con una mirada nostálgica marcada por 40 años de exilio”.
A su vez, Jesús Lupiáñez Herrera consideró que lo sucedido hoy en el Ateneo es “un acto de justicia” y anunció que Vélez-Málaga fue “el primer paso del largo viaje de la gran filósofa, su primera patria”.
Del mismo modo, José Mazarías Pérez subrayó que Segovia fue la ciudad en la que María Zambrano vivió entre los seis y los 22 años y donde forjó una amistad con Miguel de Unamuno o Antonio Machado. A su juicio, “en el retrato queda plasmada la luz de la palabra de la filosofía”.
Por su parte, Luis Moro detalló que el retrato “surge de la oscuridad para darnos luz” y explicó que “la he pintado fumando y con un gato que se construye con el humo de un cigarrillo”, apuntando que “la referencia a los gatos es porque María los consideraba animales sagrados, los felinos como grandes sabios, conocedores de la vida y la muerte, en ellos sentía libertad e independencia”. “Fumar era para ella también un símbolo de independencia, y seguía haciéndolo ya octogenaria”, apostilló.
El acto concluyó con la lectura de fragmentos de la obra de María Zambrano a cargo de Fanny Rubio, Rosa Mascarell, Amalia Iglesias, Marifé Santiago, Mercedes G. Blesa y Nieves Rodríguez, unas palabras que se acompañaron de la danza española de la bailarina María Cabrera.
María Zambrano llegó al Ateneo de la mano de su padre, quien también fue ateneísta. La filósofa se dio de alta el 6 de abril de 1931, con el número 15.979, como licenciada en Filosofía y Letras, pagando una cuota de entrada de 25 pesetas. Su alta como ateneísta coincidió con el comienzo de su trayectoria profesional en la Universidad Central, donde fue nombrada profesora auxiliar.
Su llegada tuvo lugar cuando la institución reabrió sus puertas tras la dictadura de Primo de Rivera y en un momento en que el Ateneo se agitó cultural y políticamente en favor del advenimiento de la Segunda República.
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