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Diez años después de la abdicación de Juan Carlos I: una decisión influenciada por su desgaste y el de otros miembros de la familia

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Encuestas internas en Zarzuela mostraban que imperaba una valoración negativa del Rey, quien se decidió en marzo de 2014 y ya no titubeó

MADRID, 1 (EUROPA PRESS)

El 2 de junio de 2014 el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anunció a los españoles que el Rey Juan Carlos I había decidido abdicar en el Príncipe Felipe, tras casi cuatro décadas en el trono y en un momento en que su imagen estaba en horas bajas, tal y como mostraban las encuestas que habían venido haciendo de un tiempo a esa parte en Zarzuela, y los escándalos salpicaban a otros miembros de la Familia Real.

En su discurso de ese día, el último que dirigiría a los españoles desde el Palacio de la Zarzuela, Don Juan Carlos explicó que la decisión la había tomado en enero de ese año, tras cumplir los 76 años, porque consideraba que había llegado el momento de que una “nueva generación”, encarnada en el Príncipe de Asturias, “más joven y con más energías”, tomara las riendas.

“Quiero lo mejor para España, a la que he dedicado mi vida entera, y a cuyo servicio he puesto todas mis capacidades, mi ilusión y mi trabajo”, remarcó, incidiendo en que “el Príncipe de Asturias tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la Jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza”.

Para llegar a ese anuncio en Zarzuela se habían vivido previamente meses de gran tensión para dar cumplimiento a la voluntad del monarca. El principar artífice de todo ello fue el entonces jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, el primero al que Don Juan Carlos trasladó que estaba sopesando abdicar.

El Rey ya le había planteado la cuestión en el otoño de 2012, según ha reconocido él mismo en alguna ocasión, y ante la aparición de algunas informaciones en este sentido Zarzuela convocó por primera y única ocasión una rueda de prensa en la que el propio Spottorno se vio obligado a negar que Juan Carlos I sopesara abdicar.

La idea vuelve con fuerza en el arranque de 2014, que comienza con la imagen de un Don Juan Carlos titubeante y que es incapaz de leer su discurso durante la Pascua Militar el 6 de enero, un día después de celebrar su cumpleaños.

UNA DECISIÓN MADURADA Y SIN MARCHA ATRÁS

“Sí hubo alguna elucubración previa a si lo hacía o no, alguna tentación de hacerlo quizá antes”, reconocía Spottorno esta semana en un acto en el Ateneo organizado por la Agrupación Sabatini, subrayando que “abdicar no debe ser una cosa fácil” y por tanto “es lógico que se madure durante algún tiempo”.

“La confirmación absoluta se produjo a finales de febrero o principios de marzo”, según el entonces jefe de la Casa del Rey, y desde el momento que el monarca “dijo ‘adelante’ no hubo ni discusión ni marcha atrás”. En esos meses, reconoce Spottorno, “seguramente lo tuvo que pasar mal, pero es un hombre de una gran fortaleza psicológica y en ningún momento mostró dudas” una vez que tomó la decisión.

A partir de ese momento la maquinaría echó a andar y lo que era una “decisión personalísima” del Rey que solo sabían unos pocos hubo de compartirse con unos pocos más para evitar que la noticia se filtrara antes de tiempo. Así, la Casa del Rey hizo saber de las intenciones del monarca al entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y al líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba.

En Zarzuela se creó un grupo de trabajo, en el que se incluyó a los entonces Príncipes de Asturias. “El Príncipe Felipe estuvo muy activo y sugirió muchas cosas”, mientras que Doña Letizia también participó, aunque algo menos, recuerda Spottorno, que explica que Don Juan Carlos era informado de todo. Además, él estaba en contacto permanente con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, a quien Rajoy puso a cargo de la cuestión.

Spottorno reconoce que esos meses fueron muy duros porque no tenía a quién consultar. “No podía salir a los caminos y andar preguntando cómo se organiza una abdicación”, bromea, si bien Don Juan Carlos le brindó los nombres de dos o tres personas de su confianza para que le ayudaran en la tarea.

Una de esas personas fue Landelino Lavilla, expresidente del Congreso y exministro de Justicia, quien ayudó con el texto de la ley orgánica en el que se estaba trabajando. Cabe recordar que la Constitución, en su artículo 57.5, estipula que “las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesión a la Corona se resolverán por una ley orgánica”.

LAS CLAVES DE LA FECHA ELEGIDA

Pero además del cómo, había que decidir el cuándo, y se pensó que lo ideal era después de las elecciones europeas del 25 de mayo y antes de verano, dado que las Cortes harían su parón estival. Esta decisión también se tomó, según comenta Spottorno, teniendo en cuenta el contexto que había de puertas para afuera de la Casa del Rey y también de puertas para dentro.

España estaba sumida entonces en una grave crisis económica y todos los sondeos auguraban que el bipartidismo iba a dejar de ser hegemónico y se iba a producir la irrupción de nuevas fuerzas en la Eurocámara, como finalmente ocurrió.

Además, el PSOE tenía prevista la celebración de un congreso antes de final de año, que acabó adelantándose a julio tras el mal resultado en las europeas. A esto se sumaba que el clima en Cataluña se estaba caldeando y ya se auguraba una Diada “muy complicada” a la que siguió después, aunque eso no se sabía cuando se preparó la abdicación, la consulta del 9 de noviembre.

A nivel interno, en Zarzuela habían comenzado a realizar sondeos y ‘traking’ internos en marzo de 2012 y para principios de 2014 mostraban que eran más los españoles que desaprobaban la acción de Don Juan Carlos que los que la aprobaban, mientras que en el caso del Príncipe Felipe era al contrario. Tanto los Reyes como los Príncipes de Asturias estaban al tanto de estos datos.

Por aquel entonces, recuerda Spottorno, el ‘caso Noos’ por el que terminó siendo condenado Iñaki Urdangarín, entonces marido de la Infanta Cristina, y la hija menor del Rey llegó a estar imputada, “estaba en todo su furor”.

En abril de 2012 se había producido también otro hecho que marcó un punto de inflexión en el reinado: el accidente durante una cacería en Botsuana. Don Juan Carlos sufrió una caída y se fracturó la cadera, por lo que tuvo que ser trasladado de urgencia a España para ser operado.

A su salida del hospital, y ante la polémica que había suscitado su viaje, el monarca entonó el ahora ya famoso: “Lo siento. Me he equivocado. No volverá a ocurrir”. Aquel viaje también hizo que los españoles supieran por primera vez de la existencia de una amiga muy especial del Rey, Corina Larssen.

EL MOMENTO ERA ESE Y EL OLFATO POLÍTICO DEL REY NO FALLÓ

Todos estos factores, según el entonces jefe de la Casa del Rey, sumaban un “ambiente muy enrarecido” y producían una “sensación de final de ciclo”. La abdicación “se podría haber hecho antes lo que no estoy seguro es que se hubiera podido haber hecho después”, subraya. “El momento era ese, el olfato político de Don Juan Carlos no le falló”.

En cuanto a los motivos que llevaron a quien había sido Rey durante 39 años a dar un paso a un lado, Spottorno apuesta por quedarse con las explicaciones que él mismo ofreció en su discurso del 2 de junio, en el que dio por cumplido su compromiso de cuatro décadas antes de “servir a los intereses generales de España, con el afán de que llegaran a ser los ciudadanos los protagonistas de su propio destino y nuestra nación una democracia moderna, plenamente integrada en Europa”.

“En Derecho hay un viejo principio que es la interpretación auténtica, la que da el autor de una ley es la mejor y la más creíble de todas ellas”, defiende Spottorno. “Existen otras, no cabe duda, pero la buena normalmente suele ser la que da el interesado”, remacha.


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