VIGO, 28 (EUROPA PRESS)
La dietista y nutricionista del Hospital Vithas Vigo, Sara Rivas Pereira, destaca la importancia de saber diferenciar entre un proceso natural de selectividad alimentaria y una patología más grave que puede tener repercusión en la salud de los niños, como es el caso de las neofobias y las intolerancias.
Con motivo de la conmemoración este martes del Día Mundial de la Nutrición, dedicado a los hábitos saludables y sostenibles, la experta ha instado a “tener claros los conceptos” para poder distinguir estos procesos que en ocasiones pueden confundirse entre sí o, incluso, con una neofobia alimentaria.
Así, la selectividad alimentaria es un proceso natural que desarrollan algunos niños entre los 2 y los 6 años en el que dejan de querer comer -paulatinamente o de golpe- determinados alimentos que antes comían sin problema. Por su parte, la intolerancia alimentaria se da cuando al comer un alimento el niño presenta algún tipo de reacción adversa involuntaria.
Finalmente, una neofobia se caracteriza por el rechazo a comer alimentos que no se había probado previamente y es más común entre los 18 y 24 meses.
La selectividad alimentaria, recuerda la experta, es un proceso del desarrollo, mientras que una intolerancia es la incapacidad del cuerpo para digerir algo a causa de una deficiencia enzimática.
En el caso de la selectividad, hay un grupo alimentario que se ve especialmente afectado, las hortícolas. “Esto es porque los niños nacen con la preferencia innata al sabor dulce y a los alimentos calóricos, además de los sabores salados. Por ello, tienen una aversión, también innata, a los sabores amargos, debido a que este se relaciona con alimentos tóxicos, sobre todo en el caso de las verduras más oscuras”, apunta Vithas.
LACTANCIA MATERNA
La lactancia materna influye de forma positiva en la selectividad alimentaria, es decir, “un niño alimentado con leche materna tiene menos probabilidades de ser selectivo, sobre todo, cuanto mayor sea su duración”.
Para la nutricionista de la Unidad de Sobrepeso y Obesidad del Hospital Vithas Vigo, esto se debe a que “la leche materna permite el paso de sabores de ciertos alimentos que la madre consume, así, si esta tiene una dieta variada y rica en vegetales, el niño, cuando los pruebe por sí mismo, de cierta forma ya conocerá el sabor, y será menos probable que rechace esos alimentos en un futuro, debido a esta exposición temprana”.
Por lo general, la selectividad alimentaria se pasa sola con tiempo y un poco de implicación de los padres. Para ello, Sara Rivas aconseja comer los alimentos que el niño rechaza en familia, “porque los niños imitan lo que hacen sus padres” y acudir a un especialista si se nota que el niño come un número muy limitado de alimentos “sólo 10 o 15”, si rechaza un grupo alimenticio al completo, por ejemplo, no consumir ninguna fruta o verdura; o si con 6 o 7 años no quiere probar alimentos nuevos o rechaza los que antes consumía sin problema.
También hay que acudir al especialista en caso de sospechar que puede tener algún tipo de intolerancia alimentaria, añade.
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