CASTELLÓ, 17 (EUROPA PRESS)-
Los grupos de investigación AGR-163 Entomología Agrícola de la Universidad de Córdoba (UCO) y Bioquímica e Inmunidad Vegetal de la Universitat Jaume I de Castelló (UJI) han probado el uso combinado de hongos y cubiertas vegetales para el control integrado de la mosca de la fruta.
Dichos investigadores llevan años buscando soluciones para el control de plagas que afectan a los cultivos ante la necesidad de buscar alternativas al uso de fitosanitarios de síntesis química por su elevado impacto ambiental.
En esta ocasión, lo hacen, por un lado, con el uso de hongos entomopatógenos, que infectan y causan enfermedades a los insectos; y por otro, mediante la introducción de cubiertas vegetales que aumentan las poblaciones de artrópodos depredadores. Hasta el momento no se habían publicado ensayos de campo que combinaran ambas estrategias.
En el estudio, dirigido por el profesor Josep Jaques de la Universitat Jaume I de Castelló, han participado Meelad Yousef Yousef, Inmaculada Garrido Jurado y Enrique Quesada Moraga de la UCO, que cuentan con una amplia trayectoria en el estudio del uso de estos hongos como bioinsecticidas, y Joaquín Cruz Miralles y María Victoria Ibáñez Gual de la UJI.
Personal de la Unidad de Excelencia ‘María de Maeztu’ del Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (DAUCO), en colaboración con investigadores del Grupo de Bioquímica e Inmunidad Vegetal y del Departamento de Matemáticas de la Universitat Jaume I y la Empresa de Transformación Agraria (TRAGSA), han probado que el uso combinado de hongos entomopatógenos y cubiertas vegetales ayuda a reducir plagas como la mosca de la fruta, actuando sobre los estados edáficos de la vida del insecto y evitando que lleguen a una fase adulta.
TRABAJO DE CAMPO
El trabajo de campo se ha desarrollado en un huerto de cítricos ubicado en Les Alqueries (Castellón). Algunos de los árboles, aislados en jaulas recibieron un tratamiento con herbicida para mantener el suelo desnudo, mientras que otros se cubrieron con Lolium arundinaceum, una especie forrajera de la familia de las gramíneas.
A continuación, se ha utilizado una cepa del hongo Metarhizium brunneum de la colección del Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba, que se ha aplicado tanto en el suelo desnudo como en el de la cubierta vegetal. También se han dejado otros sin tratamiento fúngico, a fin de observar cómo respondían a los distintos tratamientos por separado y también al uso combinado de ambos.
En paralelo, se han liberado en cada árbol, enterradas en el suelo, un total de cien larvas de mosca de la fruta procedentes de la biofactoría de machos estériles situada en Caudete de las Fuentes (Valencia), y se han introducido trampas de caída para capturar e identificar a los posibles depredadores terrestres de la mosca que estaban presentes en el interior de las jaulas. En concreto, se han identificado ejemplares de escarabajos, hormigas, arañas y tijeretas.
El análisis de los datos extraídos por el equipo ha evidenciado una mayor eficacia del tratamiento fúngico en aquellas jaulas que contaban con cubierta vegetal. Así, la infección de ejemplares adultos que emergieron del suelo osciló desde el 5,1 por cienot para el suelo desnudo tratado con el hongo hasta el 67,3% para el suelo que contaba con cubierta vegetal.
El principal obstáculo que podía entrañar el uso combinado de estos dos métodos de control sería que el hongo entomopatógeno tuviera un efecto negativo sobre los depredadores, al disminuir su actividad debido a una posible infección. Para evaluarlo, durante los seis meses que ha durado el ensayo se han capturado periódicamente ejemplares de ellos.
El trabajo ha arrojado resultados positivos, pues de todos los depredadores presentes en el ensayo solo se ha reducido la actividad de los escarabajos, pero no ha afectado a tijeretas ni arañas, e incluso ha tenido un efecto positivo sobre la población de hormigas.
En conclusión, según ha explicado el equipo de investigación, “este ensayo ha probado cómo el uso combinado de la cubierta vegetal y este hongo entomopatógeno es compatible y puede funcionar de manera sinérgica contra los estados edáficos de la mosca de la fruta”. Esto abre nuevas vías de estudio en el ámbito de la lucha contra las plagas, uno de los grandes retos a los que se enfrenta el campo en un contexto de emergencia climática en el que las normativas y estrategias públicas están centradas en buscar alternativas respetuosas con el medio ambiente.
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