MADRID, 7 (EUROPA PRESS)
El ciclista neerlandés Mathieu van der Poel (Alpecin-Deceuninck) ha conquistado este domingo la 121ª edición de la clásica París-Roubaix, disputada sobre 259,7 kilómetros entre Compiègne y el velódromo de Roubaix, y revalida con su sexto ‘monumento’ el título logrado el año pasado.
Solo una semana después de proclamarse vencedor del Tour de Flandes, el nieto de Raymond Poulidor y rey del ciclocross y también de los adoquines volvió a demostrar que es el mejor clasicómano de la actualidad con un ataque a casi 60 kilómetros de meta, en Orchies, que nadie pudo seguir.
Con un tiempo de 5:25:58 y a una media de 47,8 kilómetros por hora, cruzó la meta con tres minutos de ventaja sobre el belga Jasper Philipsen (Alpecin-Deceuninck), compañero de equipo y también segundo el año pasado, el danés Mads Pedersen (Lidl-Trek) y el alemán Nils Politt (UAE Emirates).
De esta manera, Van der Poel conquista así el sexto ‘monumento’ de su trayectoria, después de coronarse tres veces campeón en el Tour de Flandes (2020, 2022 y 2024), una en la Milán-San Remo (2023) y dos en la París-Roubaix (2023 y 2024).
Desde el comienzo, los ataques se sucedieron en el ‘Infierno del Norte’, aunque el Alpecin-Deceuninck, equipo de Van der Poel, se encargó de que no fructificaran. Sin embargo, en el primer tramo adoquinado con 100 kilómetros recorridos, el viento provocó los primeros abanicos, caídas y cortes en el grupo, como el que condenó a los españoles Iván García Cortina y Oier Lazkano (Movistar).
Los corredores pasaron la novedosa chicane del bosque de Wallers sin problemas, pero antes, a 96 kilómetros de meta, el campeón del mundo, enfundado con su maillot arcoíris, dio el primer aviso, al que contestaron Pedersen y el neerlandés Mick van Dijke (Visma-Lease a Bike). Sin embargo, fueron atrapados pronto.
A 60 kilómetros de meta, odavía con dos tramos adoquinados por delante, Mons-en-Pevele y el Carrefour de l’Arbre, Van der Poel asestó el golpe definitivo a la carrera y se marchó en solitario con su cambio de ritmo habitual; mientras los demás sufrían, el neerlandés disfrutaba.
Poco a poco iba incrementando su distancia con los perseguidores, desesperados, y entró sin oposición en el velódromo de Roubaix para confirmar su victoria en la gran clásica de primavera y el tercer triunfo del año. La Amstel Gold Race y la Lieja-Bastoña-Lieja le esperan ahora para seguir haciendo historia.
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