Asociación de la Prensa de Madrid tendrá un monumento en memoria de periodistas caídos y estudiará fórmulas para apoyar a ‘freelance’ sobre el terreno
MADRID/CUENCA, 7 (EUROPA PRESS)
La Asociación de la Prensa de Madrid ha acogido este miércoles un acto homenaje a la memoria del periodista Ricardo Ortega, asesinado en Haití hoy hace 20 años, en un salón de actos que se ha quedado pequeño y en el que compañeros de profesión le han recordado con su batalla contra la mentira y su estilo propio de reporterismo.
Una cita en la que no han dejado de lado la injerencia política que le apartó de la corresponsalía en Nueva York de Antena 3 o su trágica muerte tras disparos del ejército estadounidense en el golpe de Estado del país caribeño.
Durante el acto, la presidenta de la APM, María Rey, que ha ejercido de moderadora del coloquio con colegas de oficio, ha arrancado su turno de palabra poniendo en valor la potencia de la huella de Ricardo Ortega, vigente incluso en estudiantes que no le conocieron.
“DESNUDÓ A PUTIN HACE 30 AÑOS”
El relato de la trayectoria profesional de Ricardo Ortega ha comenzado con el recuerdo de su paso por Agencia EFE y su nombramiento como corresponsal en Moscú, punto de partida a ocho años en los que dio cobertura como “referente periodistíco”en conflictos como el de Chechenia, donde “Ricardo desnudó a Putin hace 30 años y vio lo que le podía hacer a un país”.
En el año 2000 fue nombrado corresponsal en Estados Unidos, donde “desde el imperio, superó las expectativas” con “crónicas honestas”, también en Afganistán, donde siempre negó que Saddam Husseim tuivera armas de destrucción masiva y desvelaba su amistad con Osama Bim Ladem.
El Gobierno de José María Aznar, en este punto, “pidió la cabeza de Ricardo para satisfacer a George W. Bush”, lo que motivó su intención de trasladarle a Madrid. “Pero no quería hacer pasillos, pidió la excedencia y se quedó en Nueva York”.
Fue el paso previo a acudir a la revuelta en Haití contra el presidente Jean Bertrand Aristide, donde tras un tiroteo fue a ayudar a un fotógrafo herido de bala, pidiendo auxilio al a embajada de Estados Unidos. “Murió en el cumplimiento de su deber y ejerciendo su pasión”.
OBÉLIX Y CONEJITO DE DURACELL A TIEMPO PARCIAL
El acto ha continuado con una mesa redonda en la que ha abierto juego Juan Pedro Velázquez Gaztelu, quien compartió cobertura con Ricardo en Afganistán. Ha destacado como “una de sus grandes virtudes” que “era capaz de contar lo que él veía y contextualizar la gran geopolítica del momento”.
“En crónicas breves era capaz de resumir muy bien la relevancia de los acontecimientos que estaba presenciando. Era inagotable. Siempre había tiempo para hablar con más gente o montar. Era como Obélix, se cayó en la marmita de pequeño y no necesitaba poción. Era el conejo de Duracell. Agotaba a cámaras y a productores que trabajan con él”, ha rememorado.
Ha querido insitir en la “independencia” con la que trabajaba, “a prueba de bombas”, algo que “le costó la Corresponsalía de Nueva York”.
UNA MUERTE AÚN IMPUNE
Corina Miranda, que también compartió redacción con Ricardo, ha hablado del compañero como un amigo, una amistad forjada por la vía telefónica. “Era absolutamente cautivador”, ha afirmado.
Consigió, siendo una persona “íntegra”, el nivel de “excelencia”, la que mostró en crónicas como la del primer baile presidencial de George Bush con su mujer Laura, de quien dijo que llevaba puesto un vestido de color “rojo ejecución”. “Y era capaz de captar la atención. La captaba, y la mantenía”.
Han pasado 20 años y su asesinato “sigue siendo impune”, tal y como ha recordado, haciendo referencia a la investigación de Antena 3 sobre el terreno tras su muerte en la que, con el periodista Jesús Martín, se llegó a la conclusión de que la bala fuera de las tropas norteamericanas.
LA “REBELIÓN CONTRA LA MENTIRA”, SU LEGADO
El compañero Guillermo Altares ha cogido el testigo de Corina para recordar su primera guerra, donde conoció a Ricardo en la frontera afgana con Tayikistán. “Yo siempre estaba agotado, el siempre estaba como una lechuga”.
La sorprendió del periodista el total rigor con el que trabajaba y cómo se repetía en voz alta antes de las conexiones todas sus intervenciones. Preguntándose “qué ha dejado Ricardo Ortega” 20 años después, se ha dado respuesta asegurando que sus coberturas en la guerra de Cechenia han terminado de ser crónicas con las que “se puede comprender el mundo” de hoy en día.
Otro de los ejemplos que legó al periodismo es su lucha contra la mentira, según Altares, quien ha ensalzado la forma en la que trabajó sus fuentes y su crítica ante la falsedad. “Su rebelión periodística contra la mentira es su legado”.
HOMENAJE DESDE EL EXTRARRADIO
Tras la mesa redonda, más amigos se han sumado al homenaje, en este caso de forma telemática, y en formato audiovisual han contado experiencias mano a mano. José Antonio Guardial (RTVE), desde Méjico, ha recordado su incursión en Tora Bora de la que salieron vivos “de milagro”; y Enrique Ibáñez (EFE) ha hablado en segunda persona a Ricardo Ortega para mostrar el “desprecio absoluto” a sus asesinos.
Luis de Vega (El País), desde la frontera con Gaza, ha lamentado cómo “a pesar de los avances” tecnológicos, los periodistas siguen yendo a los sitios en condiciones precarias; y Javier Esponosa (El Mundo), ha reparado en que Ortega no estaba en nómina en un contexto en el que se reduce “de forma brutal” las plantillas cubriendo conflictos.
Laura de Chiclana (‘freelance’), se ha sumado desde Israel a la crítica de la precariedad laboral que mató a Ortega, la que también sufre ella, con la “falta de seguridad” y las dudas sobre la continuidad laboral.
EMPEÑADO EN ESTAR PARA CONTAR
El reportero Gervasio Sánchez ha prendido la mecha de la segunda mesa redonda reparando en la mala praxis de muchos periodistas en las coberturas de los atentados del 11 de marzo en Madrid para dar por seguro que Ricardo Ortega hubiera actuado como solía, anclado a la verdad.
Ha relatado una de las conversaciones con Ricardo con las que elucubraban sobre cómo sería el periodismo de hoy en día “con previsiones bastante pesimistas”.
Mónica García Prieto ha honrado la memoria de Ortega aseverando sobre él que se limitaba a “hacerse preguntas” para encontrar respuestas, con “tenacidad”.
“Gente como él nos reconcilia con la condición humana, en la que yo estoy perdiendo la esperanza”, ha lamentado justo antes de poner el acento en la “impunidad y la desprotección del periodismo” sufrida en la cobertura del asedio a Gaza, donde Israel “asesina” a compañeros de profesión.
El periodista Fran Sevilla ha continuado la sesión citando el asesinato en Afganistán del compañero Julio Fuentes, a quien, junto a Ricardo, esperaban en el hotel el día de su muerte. “Momento terrible”.
Recuerdo al que ha sumado lo ocurrido tras el terremoto de 2010 en Haití en una coberutra en la que aprovechó para visitar el callejón donde murió Ricardo. “Todo lo que tiene que ver con él es tristeza, pero también valentía”.
El reportero gráfico Miguel Ángel de la Fuente, de su parte, ha pedido “transmitir” a la nueva generación la didáctica de “lo que hay que hacer” más allá de una cobertua. “Ya hay pocos sitios donde se lo podemos contar”.
En la mesa también ha estado Óscar Mijallo, quien ha lamentado que los medios de comunicación “hayan aprendido” lecciones de protección a los reporteros “a base de sangre”.
MONUMENTO A LOS CAÍDOS Y FÓRMULAS PARA LOS FREELANCES
En el acto, la presidenta de la entidad anfitriona, María Rey, ha avanzado la creación en la sede de un monumento permanente para todos los compañeros caídos en el ejercicio de la profesión.
Tras escuchar los testimonios enviados ‘freelance’ que trabajan sobre el terreno, ha deslizado su intención de “plantear alguna fórmula” para darles apoyo.
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