MADRID, 29 (EUROPA PRESS)
El médico adjunto del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario Virgen del Rocío (Sevilla) y experto de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), el doctor Javier Ampuero, advierte de que la relación de causalidad entre obesidad e hígado graso es bidireccional y de retroalimentación, ya que, normalmente, “el hígado graso es más consecuencia de la obesidad que causa”.
En el marco del Día Mundial de la Obesidad, conmemorado cada 4 de marzo, la FEAD recuerda la importancia de concienciar acerca de su relación con el hígado graso, que se estima afectará al 50-70 por ciento de personas con obesidad, como mínimo en un estadio inicial.
“Es difícil separar obesidad e hígado graso” ya que, normalmente, “las personas con obesidad suelen desarrollar enfermedades hepáticas por otros motivos”, indica el doctor Javier Ampuero.
De hecho, “en consulta cada vez se ven más casos en los que el consumo de alcohol y la presencia de alteraciones metabólicas son las principales enfermedades que desencadenan cirrosis (estadio más avanzado del hígado graso), cáncer de hígado y trasplantes”, detalla el experto.
No obstante, “los pacientes que presentan hígado graso de inicio tienen mayor riesgo de desarrollar obesidad, hipertensión o diabetes”, comenta el doctor.
Respecto a la sintomatología, el hígado graso, como enfermedad hepática, no presenta unos síntomas definidos, a menos que esté muy avanzada, por lo que “es un aspecto a trabajar a la hora de generar concienciación en la población”, señala el doctor.
“LLEVAR UNA DIETA CONTROLADA EN CALORÍAS”
A día de hoy, el tratamiento fundamental para mejorar ambas patologías pasa por incidir en la importancia de mantener un estilo de vida saludable. A este respecto, el doctor Ampuero indica que lo primero es “insistir en la actividad física”, por lo que, recomienda “como mínimo 8.000 pasos al día”.
Y, por otro lado, “llevar una dieta controlada en calorías”, es decir, “reducir la ingesta calórica e incrementar el consumo de fruta, verdura, pescado, etc.”. El principal problema es que “se come mal o se come en exceso”, asegura.
Por tanto, “teniendo una intervención sobre el estilo de vida, la obesidad y el hígado graso deben mejorar”. Además, señala que existen ensayos clínicos en desarrollo como algún medicamento antidiabético que, “consiguen una pérdida de peso de hasta el 20 por ciento y se ha observado que reducen la inflamación hepática”, indica el experto.
“Tenemos que trabajar en la concienciación de la población en que la posibilidad de tener sobrepeso ahora y desarrollar una enfermedad hepática en el futuro existe y se puede prevenir”, concluye el doctor Javier Ampuero.
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