MADRID, 15 (SERVIMEDIA)
El Consejo General de Economistas (CGE) y la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) avisaron este jueves de que no existe evidencia de que los fondos europeos hayan contribuido a aumentar la productividad, aunque indicaron que es de esperar que estos fondos impacten positivamente en la eficiencia de los sectores y regiones dentro de unos años.
Así lo expusieron en la jornada ‘La productividad en España: evolución pasada y futura y su importancia en el desarrollo económico’ que presentaron el presidente del CGE, Valentín Pich, y el director de Fedea, Ángel de la Fuente. Intervinieron el investigador asociado de Fedea Javier Ferri, el ex secretario de Estado de Empleo Juan Pablo Riesgo, y el director técnico del informe de Competitividad Regional del CGE, José Carlos Sánchez.
Sánchez se preguntó si España está “utilizando adecuadamente” la “lluvia de millones” que implica los fondos, o si se emplean meramente “para maquillar cifras y balances” empresariales. “No parece que los sepamos aprovechar”, dijo, pero reconoció que “dado que uno de los objetivos primordiales que se persigue con esta iniciativa histórica de la Unión Europea es precisamente la mejora de la productividad y la competitividad es de esperar que estos fondos impacten positivamente en la eficiencia de los distintos sectores y regiones”.
Aseguró que “no hay motivo” para no apostar por su contribución positiva a la productividad en unos años, pese a que “es prematuro hablar de su incidencia final y de si se cumplirán o no las expectativas iniciales”. “De hecho, en una primera valoración, la evolución media anual de la productividad real en el bienio 2021-2022 apenas supera el 0,5%, e incluso en algunas comunidades la evolución es negativa”, indicó.
Ferri, por su parte, argumentó que “no existe evidencia de que los fondos hayan contribuido a aumentar la productividad”. “Parece que la ejecución de las ayudas y subvenciones no se ha producido al ritmo previsto, y la asignación de los fondos no han tenido en cuenta criterios basados en la mejora de la eficiencia de los beneficiados”, añadió. Sin embargo, reconoció que también es posible que los efectos de dichas ayudas sobre la productividad empiecen a observarse dentro de unos años.
En esa línea se mostró Riesgo, quien lamentó que las inversiones “están tardando en desplegarse mucho más de lo esperado”, con lo que “está por ver qué capacidad de mejora ha tenido en la productividad a partir del despliegue de las reformas” de los Next Generation EU.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y SMI
Sobre cómo afectará el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) a la productividad, Riesgo explicó que “de acuerdo con los más recientes estudios la IA generativa podría permitir un crecimiento de la productividad laboral de entre un 0,1% y un 0,6% anual hasta 2040”. “Combinando la IA generativa con todas las demás tecnologías la automatización del trabajo podría añadir entre un 0,2% y un 3,3% anuales al crecimiento de la productividad”, concretó.
Preguntados por la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), Riesgo trasladó que el SMI “ha subido durante los últimos cinco años más de un 50%, mientras que la productividad se ha estancado”. “Es evidente que durante los últimos años se han tenido presentes otros factores más allá del que debería ser el principal, la productividad”, apuntó, lo que “ha comenzado a tener un ligero impacto en el mercado de trabajo”. Alertó de que “se pone en riesgo la evolución del empleo” a medio y largo plazo, ya que las empresas están reaccionando con la reducción de gasto en inversión para poder atender al incremento del coste laboral. “Ante la situación de incertidumbre prefieren contener la inversión productiva”, lamentó.
Por su lado, Sánchez afirmó que es “oportuno que hubiese una modulación del SMI”. “Una vez conseguido el objetivo perseguido las siguientes subidas deberían ser más prudentes para evitar efectos indeseables en la generación de empleo”, manifestó, lo que a su juicio “pasaría por vincular, al menos parcialmente, tanto los incrementos sectoriales como los del SMI a las mejoras de productividad, consiguiendo con ello contener el crecimiento de los costes laborales unitarios y mejorar la competitividad”.
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