MADRID, 01 (SERVIMEDIA)
Alejandra está cumpliendo su sueño de volver al colegio. Lo que para algunos alumnos remolones podría parecer un suplicio, para ella y su familia es un motivo de enorme alegría. Y es que la pequeña recibió en abril la mejor de las calificaciones cuando los oncólogos firmaron su alta médica tras más de dos años luchando contra una leucemia. “Alejandra está curada”, exclama aliviado su padre.
Atrás queda aquel 26 de marzo de 2021 en el que la niña tuvo que ser ingresada con carácter de urgencia en el Hospital Niño Jesús de Madrid. Han transcurrido casi tres años, pero Fran y Elena, los progenitores de la menor, nunca olvidarán las palabras de la doctora: “Su hija tiene leucemia”. Lo primero que le espetó su padre fue: ‘Pero ¿mi hija se va a morir o no?’.
El tipo de leucemia que presenta ‘Ale’ es la aguda linfoblástica, que es la forma más frecuente de presentación del cáncer infantil y supone el 75% de las leucemias pediátricas. Eso sí, presenta una alta tasa de curación del 90% y su pico de incidencia máximo se sitúa entre los dos y los cinco años.
Tras el diagnóstico inesperado, comenzó un duro trayecto con largas estancias en el hospital, apeaderos en el centro de día para sesiones de quimioterapia y periodos de reclusión en casa.
Pero Alejandra nunca desconectó de su vida, ni de sus amigas, ni del cole. “Las clases las has seguido a través de un ordenador que la profesora colocó en la clase”, explica el progenitor. Así ha sido hasta que el pasado año la niña “fue dada de alta en la última fase de tratamiento de su leucemia”, relata Fran. “Alejandra está curada”. Final de trayecto.
“Aunque siempre está ahí detrás el fantasma de una recaída”, reconoce su padre. Eso es algo con lo que conviven todas las familias de niños oncológicos, hasta que superan la barrera de los cinco años en la que supuestamente “te reconfirman” el restablecimiento absoluto de la enfermedad.
A lo largo del pasado año, meses después de contar su historia para ‘Discamedia.es’, a la pequeña le hicieron una prueba diagnóstica, una punción lumbar, cuyos resultados fueron tan satisfactorios hasta el punto de que los facultativos les dijeron ‘la niña está limpia’ y “eso nos ha tranquilizado mucho”.
Pasajeros involuntarios del tren del cáncer durante tres años, esta familia madrileña ha aprendido mucho acerca de la enfermedad y su sintomatología. Dicen tener la suerte de que Alejandra “ha madurado un montón” en este viaje y cuando ella se encuentra mal les avisa enseguida.
RECUPERAR LA NORMALIDAD
Desde que le dieron la buena noticia a ‘Ale’, que ya tiene diez años y cursa quinto de primaria, está ‘poniéndose al día’. Su vida se quedó congelada por la enfermedad. Por ejemplo, no siguió el calendario de vacunación como cualquier niño, así que “ahora se ha diseñado un plan personalizado de vacunación y se está vacunarla cada ocho semanas de todo lo que le falta”.
Por lo demás, Alejandra “hace vida absolutamente normal”. Ha vuelto a patinar, a montar en bicicleta, “a ser la niña que era antes de la enfermedad”. “El regreso al cole, a la vida en abril de 2023 estuvo cargado de emoción”. Su vuelta a clase “fue una fiesta”, le esperaban todos con una pancarta de bienvenida.
También ha recuperado la melena, aunque a los niños lo de perder el pelo no les afecta como a los adultos, pues “no le preocupó tanto”. “Está guapa con el pelo corto y ahora también”, afirma con orgullo su padre. La niña actualmente no toma ningún medicamento, tan sólo debe someterse a analíticas trimestrales en el hospital y cada mes acudir para que le desinfecten el reservorio o puerto subcutáneo que lleva implantado bajo la piel.
La recuperación de Alejandra ha supuesto reanudar la vida en pausa de toda una familia. Elena, la madre, que se vio obligada a dejar de trabajar para atender a su hija, ha recuperado su puesto. Y todos, poco a poco, están retornando a esa normalidad, a veces aburrida, otras placentera; pero lo más importante, con Alejandra recuperada.
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