MADRID, 18 (EUROPA PRESS)
Un estudio colaborativo CIBER liderado por la jefa de grupo del área de enfermedades respiratorias (CIBERES) Junkal Garmendia en el Instituto de Química Física Rocasolano y en estrecha colaboración con Sara Martí, investigadora CIBERES perteneciente al Hospital Universitariode Bellvitge arroja luz sobre los desafíos en el tratamiento de las exacerbaciones de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Más allá de la resistencia antimicrobiana, el uso del antibiótico carbapenémico imipenem -un antibacteriano muy potente- revela fenómenos complejos que podrían estar contribuyendo al fallo terapéutico. Mientras que los pacientes EPOC transitan entre fases estables y de exacerbación.
Las exacerbaciones son agudizaciones de la enfermedad con frecuencia de naturaleza infecciosa, cuyo tratamiento implica la administración de broncodilatadores, corticoides sistémicos y antibióticos. La administración empírica de antibióticos incrementa la resistencia y el consiguiente fallo terapéutico.
En este estudio, cuya primera autora es Celia Campillo perteneciente al grupo liderado por la doctora Garmendia, el personal investigador analizó la frecuencia de resistencia, heterorresistencia y/o tolerancia al antibiótico carbapenémico imipenem en una colección de cepas clínicas del patobionte ‘Haemophilus influenzae’, aisladas de muestras respiratorias de una cohorte de pacientes EPOC durante episodios de exacerbación. El uso combinado de Etest, disco-difusión, population analysis profiling y tolerance disc (TD)-test mostró ausencia de tolerancia. Sin embargo, la proporción de heterorresistencia a imipenem fue muy significativa, con distintos grados entre cepas.
“Nuestros resultados sugieren que la heterorresistencia a imipenem en ‘H. influenzae’ es un fenotipo complejo y multifactorial que podría facilitar el fallo antibiótico, ya que la determinación estandarizada de concentración mínima inhibitoria (CMI) no permite la detección de fenómenos de heterorresistencia”, añade.
“Nuestras observaciones se alinean con las limitaciones que presenta el uso de CMI como único criterio para determinación de susceptibilidad antibiótica, y refuerzan la necesidad de protocolos sencillos y rápidos para identificar patógenos heterorresistentes, cuya implementación en la rutina microbiológica de la práctica clínica sea una realidad en el corto plazo”, según concluyen las investigadoras.
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