MADRID, 17 (SERVIMEDIA)
Los asentamientos humanos más antiguos conocidos en Alaska se produjeron en lugares donde había mamuts lanudos que cazaban y servían de alimento.
Esa es la conclusión de un estudio realizado por un equipo de investigadores y publicado este miércoles en la revista ‘Science Advances’.
Los autores vincularon los viajes de un mamut lanudo de 14.000 años de antigüedad con las primeras poblaciones humanas en Alaska, lo que ofrece pistas sobre la relación entre esta extinta especie icónica y los humanos que primeramente cruzaron el puente terrestre de Beringia, que abarcaba el extremo oriental de Siberia (Asia), el oeste de Alaska (América) y la mayor parte del actual mar de Bering.
Los científicos hicieron esas conexiones gracias al análisis de isótopos con los que imaginaron la vida de una hembra de mamut, llamada ‘Elma’. Un colmillo de esa individua fue descubierto en el sitio arqueológico de Swan Point (interior de Alaska). Su examen revela detalles sobre el viaje de unos 1.000 kilómetros que hizo a través de Alaska y el noroeste de Canadá a lo largo de su vida.
Los datos isotópicos, junto con el ADN de otros mamuts en el sitio de Swan Point y la evidencia arqueológica, indican que los primeros habitantes de Alaska probablemente estructuraron sus asentamientos para superponerse en áreas donde se congregaban mamuts lanudos.
Esos hallazgos ofrecen evidencia de que los mamuts y los primeros cazadores-recolectores compartían hábitat en la región. La predecible presencia a largo plazo de mamuts lanudos habría atraído a los humanos a la zona.
“Parece que estos primeros pueblos estaban estableciendo campamentos de caza en áreas frecuentadas por mamuts”, según Audrey Rowe, doctora en Fairbanks de la Universidad de Alaska en Fairbanks (Estados Unidos) y autora principal del artículo.
COLMILLO HALLADO EN 2009
El colmillo de mamut fue excavado e identificado en 2009 por Charles Holmes, profesor investigador asociado de antropología en la Universidad de Alaska en Fairbanks, y François Lanoë, investigador asociado en arqueología en el Museo del Norte de la Universidad de Alaska.
Hallaron el colmillo de Elma y los restos de dos mamuts juveniles relacionados, junto con evidencia de fogatas, el uso de herramientas de piedra y restos masacrados de otros animales de caza. Todo esto indica “un patrón consistente con la caza humana de mamuts”, según Ben Potter, arqueólogo y profesor de antropología en la Universidad de Alaska en Fairbanks.
Luego, los investigadores de la Instalación de Isótopos Estables de Alaska de esa institución universitaria analizaron miles de muestras del colmillo de Elma para recrear su vida y sus viajes. Los isótopos proporcionan marcadores químicos de la dieta y la ubicación de un animal, ya que se graban en los huesos y tejidos de los animales y permanecen incluso después de su muerte.
Los colmillos de mamut son muy adecuados para el estudio isotópico porque crecieron a lo largo de la vida de los animales antiguos y aparecen capas claramente visibles cuando se dividen a lo largo. Esas bandas de crecimiento ofrecen a los investigadores una manera de recopilar un registro cronológico de la vida de un mamut mediante el estudio de isótopos en muestras a lo largo del colmillo.
CAMPAMENTO DE CAZA
Gran parte del viaje de Elma se superpuso con el de un mamut macho previamente estudiado que vivió 3.000 años antes, lo que demuestra patrones de movimiento a largo plazo de esos animales durante varios milenios. En el caso de Elma, se trataba de una hembra sana de unos 20 años.
“Ella era una joven adulta en la flor de la vida. Sus isótopos mostraron que no estaba desnutrida y que murió en la misma temporada que el campamento de caza estacional en Swan Point donde se encontró su colmillo”, señala Matthew Wooller, director de la Instalación de Isótopos Estables de Alaska y profesor en la Facultad de Pesca y Ciencias Oceánicas de la Universidad de Alaska en Fairbanks.
La época en la que vivió Elma puede haber agravado los desafíos planteados por la aparición relativamente reciente de los humanos. El paisaje estepario dominado por pastos y arbustos que había sido común en el interior de Alaska estaba comenzando a desplazarse hacia un terreno más boscoso.
“El cambio climático al final de la edad de hielo fragmentó el hábitat abierto preferido de los mamuts, lo que potencialmente disminuyó el movimiento y los hizo más vulnerables a la depredación humana”, recalca Potter.
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