Alerta de que los ecosistemas más vulnerables son los más secos
BARCELONA, 8 (EUROPA PRESS)
Un estudio del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf) ha revelado que la capacidad de los matorrales y pastos de almacenar CO2 se reduce un 35% en el caso de sequía extrema, “un porcentaje superior de lo que se había estimado hasta ahora”.
Publicada en la revista ‘PNA’, la investigación también concluye que durante este tipo de sequías se frena un 60% más el crecimiento de las plantas en comparación con las sequías menos graves, “que son las que se han experimentado históricamente con más frecuencia”, ha informado el centro este lunes en un comunicado.
El investigador del CSIC y uno de los autores del estudio, Josep Peñuelas, ha afirmado que este índice de crecimiento “es un dato clave que indica el estado de salud de los ecosistemas y que está relacionado precisamente con la capacidad de capturar CO2”.
Dado que estos ecosistemas cubren entre un 30 y 40% del planeta y acumulan más del 30% de las reservas mundiales de carbono, “es crucial calcular con exactitud cómo afectarán las sequías del futuro a estos sumideros de carbono”, ha añadido.
Según los autores, las sequías extremas comportan una escasez continuada de lluvia y, aunque suelen durar menos de un año, su impacto puede ser devastador: “Históricamente ocurrían una vez cada cien años, pero, con el cambio climático, se estima que podrían llegar a producirse cada 2-5 años”.
SEQUÍA
Para descubrirlo, el equipo de investigación ha creado el Experimento Internacional sobre Sequía (International Drought Experiment) en 100 lugares de seis continentes, que abarcan características climáticas, de suelo y de especies diferentes.
En 44 sitios recrearon una sequía extrema durante al menos una estación de crecimiento completa y en 56 sitios aplicaron una sequía menos severa, y tras un año analizaron la pérdida del índice de crecimiento denominado Producción Primaria Neta Aérea (PPNA)’.
Los resultados demostraron que, con un solo año de sequía extrema, “se superaba con creces las pérdidas registradas anteriormente en pastizales y matorrales”, y detectaron que era 1,8 veces mayor en el caso de los matorrales y un 1,5 en el de los prados, en comparación con lo que se creía hasta ahora.
Los datos también apuntan a que no todos los puntos geográficos responden igual a la sequía y que los más vulnerables son los ecosistemas más secos y también aquellos con menos riqueza de especies: “Observamos que zonas que tienen un clima más seco, como algunos países del mediterráneo, se verán más afectados”.
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