ROMA, 8 (EUROPA PRESS)
El prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, el cardenal Robert Sarah, ha expresado su “firme y radical” oposición a la declaración aprobada por el Papa Francisco que permite las bendiciones de parejas homosexuales y divorciados vueltos a casar, porque lo considera “una herejía”.
“Debo agradecer a las conferencias episcopales que ya han realizado esta obra de verdad, en particular a las de Camerún, Chad, Nigeria, etc., cuyas decisiones y firme oposición a la declaración ‘Fiducia supplicans’ comparto y hago mías. Debemos alentar a otras conferencias episcopales nacionales o regionales y a todos los obispos a hacer lo mismo. Al hacerlo, no nos oponemos al Papa Francisco, pero nos oponemos firme y radicalmente a una herejía que socava gravemente a la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, porque es contraria a la fe y la Tradición católicas”, asegura Sarah en un mensaje de Navidad publicado en la web italiana Settimo Cielo (séptimo cielo).
Además, el cardenal acusa al Papa y a algunos obispos de “sembrar la confusión” al aprobar la bendición de parejas homosexuales el pasado 18 de diciembre porque a su juicio presenta estas relaciones como si fueran “conformes a la naturaleza creada por Dios, como si pudieran conducir a la santidad y a la felicidad humana”.
“Algunos obispos van en la misma dirección, sembrando la duda y el escándalo en el alma de los fieles al pretender bendecir las uniones entre personas del mismo sexo como si fueran legítimas, conformes a la naturaleza creada por Dios, como si pudieran conducir a la santidad y a la felicidad humana. Sólo generan errores, escándalos, dudas y decepciones”, señala.
Para el cardenal la “falta de claridad y de verdad y la división han perturbado y ensombrecido la celebración de la Navidad de este año”. En este sentido, lamenta el “escándalo” que ha supuesto la declaración ‘Fiducia supplicans’ y critica la reciente nota aclaratoria publicada por el Vaticano para esclarecer que las bendiciones a los homosexuales y a las parejas irregulares no suponen un “visto bueno” a estas formas de vida.
“Una reciente declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, publicada con la aprobación del Papa Francisco, no corrige estos errores ni hace la obra de la verdad. Es más, con su falta de claridad, no ha hecho sino amplificar la confusión que reina en los corazones y algunos incluso se han aprovechado de ella para apoyar su intento de manipulación”, señala el cardenal de Guinea.
Sarah, a quien Francisco nombró en 2014 prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, es uno de los cinco cardenales que firmaron la ‘dubia’ presentada al Papa en la que le exigían que se pronunciase sobre otras cuestiones como el sacerdocio femenino o sobre si el Sínodo iba a dejar de ser un órgano meramente consultivo.
En todo caso, Sarah –que también se ha hecho eco de las críticas que ha suscitado esta decisión del Papa en algunas conferencias episcopales africanas–, manifiesta que su intención no es hacer una oposición “al Papa Francisco” sino oponerse a una “firme y radicalmente a una herejía que socava gravemente a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, por ser contraria a la fe y a la Tradición católica”.
“Benedicto XVI subrayó que la noción de ‘matrimonio entre personas del mismo sexo’ está en contradicción con todas las culturas de la humanidad que se han sucedido hasta hoy y significa, por tanto, una revolución cultural que se opone a toda la tradición de la humanidad hasta hoy’. Creo que la Iglesia de África es muy consciente de ello. No olvida la misión esencial que le confiaron los últimos papas”, explica.
En esta línea, cita tanto el Catecismo de la Iglesia como la Sagrada Escritura para reseñar que las relaciones homosexuales son “graves depravaciones”. “La Tradición siempre ha declarado que ‘los actos de homosexualidad son intrínsecamente desordenados’. Son contrarios a la ley natural. Impiden el don de la vida del acto sexual. No son fruto de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. En ningún caso pueden ser aprobadas”, afirma.
De esta forma, indica que toda pastoral que no recuerde esta “verdad objetiva” faltaría a la primera “obra de misericordia, que es el don de la verdad”. “Esta objetividad de la verdad no es contraria a la atención prestada a la intención subjetiva de las personas”, señala.
Así, afirma que una doctrina que disocie el “acto moral de las dimensiones corporales de su ejercicio es contraria a las enseñanzas de la Sagrada Escritura y de la Tradición”.
“Tal doctrina revive, bajo nuevas formas, algunos viejos errores a los que la Iglesia siempre se ha opuesto, en cuanto reducen la persona humana a una libertad ‘espiritual’, puramente formal. Esta reducción malinterpreta el significado moral del cuerpo y del comportamiento que a él se refiere”, manifiesta.
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