MADRID, 07 (SERVIMEDIA)
La unidad de Filatelia de Fundación A La Par da trabajo a 37 personas con discapacidad intelectual. No sólo se dedican a cortar los sellos, sino que los meten en fichas, los embolsan o los pegan en sobres para los abonados de Correos. Esta es precisamente la tarea que Magdalena desempeña desde hace 14 años. No puede decirse que ‘no pega ni sello’.
La colaboración entre la Fundación A La Par y Correos se inició en 1991 a través del servicio de clasificado, lavado y reparado de las sacas de tela que comenzó a proporcionar los usuarios y empleados de la entidad, todos con discapacidad intelectual.
La empresa postal estaba tan satisfecha que en 2005 le propuso ir un paso más allá. “Fue todo un reto crear una unidad de Filatelia. El manipulado de sellos requiere de mucha delicadeza y precisión. Es un tema muy minucioso”, subraya el responsable de la unidad de Filatelia de la entidad, Jesús de Carlos, en una entrevista a Servimedia. “Ya se sabe que los coleccionistas filatélicos son muy exquisitos”. El taller está ubicado en el madrileño barrio de Montecarmelo y allí se cortan, ensobran y colocan en exhibidores los sellos de Correos.
DOS MILLONES DE SELLOS AL AÑO
Jesús de Carlos reconoce que “no todos lo veían tan claro” como él. Al fin y al cabo, se trataba de acometer una tarea “nada sencilla”. Los sellos vienen en pliegos y “hay que cortarlos” para separarlos “por unidades o tiras de dos o tres”, según lo desee el cliente. “El operario tiene que cortar manualmente el dentado que llevan los sellos alrededor y en esta tarea no se admiten tijeras”, subraya el responsable de la unidad.
Para ello se requiere un pulso firme y unas manos ‘casi’ de cirujano como las de Magdalena, de 47 años y con discapacidad intelectual, que está a punto de cumplir tres lustros trabajando en la unidad de Filatelia. “Mi especialidad es el pegado de los sellos de primera circulación en un sobre específico para coleccionistas”. Podría decirse que son sellos ‘kilómetro cero’ con un valor único.
Reconoce que, durante los primeros días, “le temblaban algo las manos”, pero enseguida aprendió la técnica del pegado y ahora es la ‘reina de la esponja’, que es el método artesanal que se emplea. “Los mojo y los tengo que pegar con mucho cuidado porque debo poner la medida exacta y eso es muy difícil de calcular”.
Jesús de Carlos destaca de este trabajo “la importancia del período de adaptación y la adecuación al tipo de trabajo que mejor pueden realizar”. Hay que tener ciertas dotes de cálculo mental para saber cuántos sellos “salen de cada pliego” antes de empezar a cortar. Además, la tarea de estos hombres y mujeres cobra aún mayor relevancia si se tiene en cuenta que trabajan a diario con “valiosas ediciones limitadas de sellos” destinadas a los socios filatélicos de Correos.
En cambio, para ellos estos sellos son un visado para acceder a una vida independiente y autónoma, algo mucho más preciado. “Vengo contenta todos los días al trabajo”, asegura Magdalena, “porque a diferencia de otros empleos, el mío no es nada rutinario”. Cada tres meses llegan pliegos con ediciones nuevas y eso le encanta. “Pero, sobre todo, gracias a este este trabajo tengo un sueldo cada mes que me permite pagar mi casa, mis facturas y vivir con mi marido”.
Magdalena comparte jornada de trabajo y momentos de complicidad con otros 36 compañeros, de los cuales 13 son empleados asalariados que proceden del Centro Especial de Empleo, y el resto son usuarios de un taller ocupacional donde están aprendiendo el oficio, además de seis monitoras.
20.000 ANUARIOS DE CORREOS
Otra de las tareas que desempeña la Fundación A La Par por encargo de Correos es la elaboración de su libro anual, que recopila todos los sellos emitidos a lo largo del año en curso. “Para cada campaña debemos hacer 20.000 anuarios en tres meses y se contrata a un equipo de refuerzo de 45 a 50 personas con discapacidad de todo tipo”, apunta Jesús de Carlos, que incide en que, en algunos casos, esos empleados “son rescatados posteriormente” para otros centros de empleo.
Reconoce que algunas familias atraviesan “situaciones económicas difíciles” y que “el único sueldo que entra en una casa es el del hijo con discapacidad intelectual”, pasando a ser el único sustento de la familia.
De ahí la importancia de iniciativas como esta unidad de Filatelia, que no sólo facilita la inclusión laboral de las personas con discapacidad intelectual, sino también la formación en diferentes perfiles más cualificados. Su responsable, ‘el jefe’, como le llama Magdalena, apunta que “se van de aquí orgullosos a nivel personal de saber hacer un trabajo que no es nada fácil y que no es monótono”. Por sus manos pasan a diario pedacitos de Historia procedentes de Correos estampados por la Fábrica Nacional de la Moneda y Timbre.
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