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Según los peritos, el relato y las consecuencias de la chica que denunció a su tío son coherentes con casos de abuso

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Psicólogos y psiquiatras ven creíble el relato de la víctima y descartan “fabulación” o que sus síntomas sean por bullying

SANTANDER, 30 (EUROPA PRESS)

El relato de la chica que denunció abusos sexuales por parte de su tío desde que ella tenía tres años y las secuelas que presenta son “compatibles” con haber padecido los episodios referidos, y que en este caso son “crónicos”, es decir, que se han producido “muchos” y desde hace “mucho tiempo” además.

Así lo han puesto de manifiesto este jueves diferentes psiquiatras y psicólogos que han atendido a la joven, que ahora tiene 19 años, durante su comparecencia en el juicio contra el acusado, que se celebra en la Audiencia Provincial de Cantabria y en el que se enfrenta a ocho años de cárcel y 10.000 euros de indemnización por daños morales que pide el fiscal.

Durante la prueba pericial, los expertos que han declarado -ocho en total- han apreciado “verosimilitud” y han descartado “fabulación” o capacidad para “crear recuerdos” en el testimonio de la víctima, que en el arranque de la vista se reafirmó en lo denunciado, en tanto que el procesado negó los hechos y apuntó a un móvil económico detrás de la denuncia -la acusación particular pide doce años de prisión y 100.000 euros de indemnización-

Según el escrito de esa parte y el de la Fiscalía, los abusos tenían lugar durante las vacaciones de la pequeña en casa de sus abuelos en Cantabria, cuando el enjuiciado aprovechaba para tocarla mientras la bañaba o cambiaba el pañal y el pijama, y también cuando hizo la comunión, a los nueve años en Barcelona, donde reside la víctima. Ese día, con la excusa de darle un regalo la llevó a la habitación donde se hospedaba y la introdujo los dedos en la vagina.

Los peritos han indicado a preguntas de las partes que las secuelas de la chica -algunos persisten a día de hoy- son compatibles con haber padecido abusos sexuales, pues por un lado ha presentado problemas médicos sin causa aparente, como somatización, migrañas (de base hereditaria y tensional también) o enuresis (incapacidad de controlar la micción).

Y además, han apreciado sintomatología de trastorno ansioso depresivo “serio” y “muy grave”, de estrés postraumático, baja autoestima, intento de suicidio, sentimientos de culpa, vergüenza y rechazo, aislamiento, dificultades para expresarse, miedo a estar sola y sobre todo con hombres, y rechazo, incluido a su propio cuerpo, que siente que “no es suyo” o “no le pertenece”.

Más concretamente, siente que “su tío tiene algo suyo” y que “todo lo que pueda tocar, ya lo ha tocado él antes”, han detallado psiquiátricas y psicólogos del centro donde trataron a la menor después de que tratara de quitarse la vida, a los catorce años, y que han subrayado que la intensidad y gravedad de los síntomas es mayor cuando los hechos se producen a una edad más temprana o si tienen lugar en el ámbito intrafamiliar.

Además, en este caso han incidido en aspectos que presenta la joven, como el rechazo a caricias, besos y contacto con personas del sexo opuesto, o el desinterés por la sexualidad o por descubrirla siquiera que manifiesta.

En relación a dicho suceso y a las razones que condujeron a la joven a intentar suicidarse (mediante la ingesta de pastillas), la víctima habló a estos expertos de “un bucle de recuerdos negativos sobre abusos”, algo que les manifestó de manera voluntaria y sin estar influenciada por causas ajenas además, según han apostillado.

No obstante, a preguntas de la defensa sobre los informes médicos tras el ingreso hospitalario, han admitido que les consta que entonces refirió que tenía “planificado” el suicidio desde el día anterior porque se sentía “muy frustada” ya que se “bloqueó” en un examen de matemáticas. Al respecto, han apuntado que en ese momento todavía no había verbalizado los abusos y han precisado que aunque es una persona “muy exigente consigo misma”, tendría que haber vivido un episodio de frustración “muy intenso y exacerbado para llegar a ese extremo”.

DESCARTAN MENTIRAS O QUE LA CAUSA SEA BULLYING

Además de estos peritos, a los que fue relatando los distintos abusos denunciados a lo largo de varias semanas y meses, han comparecido otros dos forenses que examinaron a la chica al cabo de uno y dos años, y que han coincidido en que explicaba “muy bien” los hechos, con un lenguaje “estructurado” y con “mucha carga emocional y angustia”, pero sin ofrecer “ningún tipo de duda o incoherencia” en la narración, rechazando por todo ello que estuviera “mintiendo” o que se trate de un relato “preparado”.

A ello suman elementos inclusivos, como estímulos externos -que entran por los sentidos, caso de olores o sonidos- y que evocan momentos pasados y hacen “rememorar con más intensidad” lo vivido. Estos expertos también han descartado que los síntomas que presenta la denunciante obedezcan a un caso de bullying, porque si bien el acoso escolar también puede desembocar en un cuadro emocional reactivo, las características serían distintas.

Y las dos psicólogas que analizaron la credibilidad de la víctima han coincidido igualmente en que en el supuesto de que tuviera problemas en el colegio presentaría otra sintomatología y, por ejemplo, los sueños que tenía no estarían relacionados con su tío o las “chocolatinas” que le ofrecía para que no contara lo que sucedía.

Tras su declaración, como prueba preconstituida, estas expertas concluyeron que el relato “muy amplio y completo” de la joven era “creíble”, también por la afectación emocional que presentaba, haciendo todo ello que fuera “compatible” con los hechos denunciados.

En este punto, han matizado que es “normal” que no se acordara de los primeros episodios, que tuvieron lugar a una edad temprana, o la tendencia a “esquematizar”, pues “es lo esperable” en estos supuestos, siendo así su discurso “compatible” con una agresión sexual previa.

MIEDO

Cuestionadas por la tardanza en denunciar los hechos, han considerado igualmente que es algo “normal” cuando se trata de un pariente cercano, por el “miedo” a que no la crean o las consecuencias que pueda tener sobre la familia, así como también por el hecho de no sentirse “preparada” para interponer la denuncia y afrontar el proceso judicial.

En esta tercera sesión, dentro de la prueba documental, se han reproducido fragmentos de vídeos familiares aportados por la acusación particular al inicio del plenario, en los que se ha visto al procesado con la menor y junto a más familiares, jugando con ella, vistiéndola o bañándose en la piscina. Estas y otras situaciones desmentirían al procesado y varios testigos que han asegurado que de la pequeña solo se encargaban sus padres y los abuelos maternos y que no se la dejaban tocar a los demás.

El juicio terminará este viernes, en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cantabria, con las conclusiones e informes finales de las partes.


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