MADRID, 26 (SERVIMEDIA)
La exposición a partículas finas contaminantes del aire emitidas por centrales térmicas alimentadas con carbón se asocia con un riesgo de mortalidad 2,1 veces mayor que respirar partículas finas (PM2,5) de otras fuentes contaminantes.
Esa es la conclusión principal de un estudio elaborado por seis investigadores pertenecientes a instituciones de Estados Unidos, Países Bajos o Suiza, y publicado en la revista ‘Science’.
El trabajo examina datos de Medicare (programa de seguro médico de Estados Unidos para mayores de 65 años y personas con discapacidad por problemas de salud como cáncer, insuficiencia renal con necesidad de diálisis, etc.) y emisiones de 480 centrales térmicas de carbón en suelo estadounidense entre 1999 y 2020.
En ese periodo, cerca de 460.000 muertes fueron atribuibles a las PM2,5 del carbón, la mayoría de ellas entre 1999 y 2007, cuando eran más altos los niveles de esas partículas finas procedentes de centrales eléctricas de carbón.
Entre 1999 y 2007 hubo una media de más de 43.000 muertes anuales. Después, la media bajó hasta alcanzar 1.600 víctimas mortales en 2020.
“Las PM2,5 del carbón han sido tratadas como si fueran un contaminante del aire más. Pero son mucho más dañinas de lo que pensábamos y su carga de mortalidad ha sido seriamente subestimada”, según Lucas Henneman, de la Universidad George Mason (Estados Unidos).
Los investigadores modelaron dónde el viento transportó el dióxido de azufre del carbón durante la semana posterior a su emisión y cómo los procesos atmosféricos convirtieron el dióxido de azufre en PM2,5. Este modelo produjo campos de exposición anual a partículas finas del carbón para cada central térmica.
Luego examinaron los registros individuales de Medicare entre 1999 y 2016. Al vincular los campos de exposición con estos datos médicos, incluido el lugar donde vivían los afiliados y cuándo murieron, los investigadores pudieron comprender la exposición de las personas al carbón PM2.5 y calcular el impacto que tuvo en su salud.
“HISTORIA DE ÉXITO”
Los autores descubrieron que el nivel medio de PM2,5 del carbón en 1999 en Estados Unidos era de 2,34 microgramos por metro cúbico de aire, lo cual disminuyó hasta 0,07 en 2020.
Un incremento de un microgramo por metro cúbico de aire en la media anual de partículas finas del carbón se asoció con un 1,12% más mortalidad por todas las causas y un riesgo 2,1 veces mayor que el de las PM2,5 de cualquier otra fuente contaminante.
Los investigadores también pudieron cuantificar las muertes atribuibles a centrales térmicas específicas. Diez de ellas contribuyeron cada una con al menos 5.000 muertes entre 1999 y 2020.
“Más allá de mostrar cuán dañina ha sido la contaminación por carbón, también mostramos buenas noticias: las muertes por carbón fueron mayores en 1999, pero para 2020 disminuyeron en aproximadamente un 95%, ya que las plantas de carbón instalaron depuradores o cerraron”, indica Henneman.
Corwin Zigler, de la Universidad de Texas (Estados Unidos), añade al respecto: “Veo esto como una historia de éxito”. “Las centrales eléctricas de carbón representaban una carga importante que las políticas estadounidenses ya han reducido significativamente. Pero no hemos eliminado completamente la carga, por lo que este estudio nos proporciona una mejor comprensión de cómo la salud seguirá mejorando y se salvarán vidas si avanzamos hacia un futuro con energía limpia”, subraya.
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