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“Según Adela Montaño, víctima de acoso laboral, las mujeres rurales son tratadas con excesivo paternalismo”

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MADRID, 26 (SERVIMEDIA)

Adela Montaño es una mujer de 52 años, de Los Santos de Maimona (Badajoz), que empezó a sufrir ‘mobbing’ o acoso psicológico en el trabajo en 2017, lo que ella denomina “violencia invisible”. Denuncia que “a las mujeres rurales se nos trata con mucho paternalismo” y tiene una incapacidad permanente total, valorada por el Servicio Extremeño de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a la Dependencia (Sepad).

En el marco del Día contra la Violencia de Género que sufren las mujeres, Montaño explicó en una entrevista a Servimedia trabajó 29 años en una residencia de mayores, primero como auxiliar y después como gobernanta, pero se dio de baja cuando fue valorada con un 100% de discapacidad.

“Ahora mi trabajo es el voluntariado, tengo una deuda perenne con el voluntariado en salud mental y sus asociaciones porque si no fuera por ellas no estaríamos muchas personas donde estamos. Me levanto todos los días con la ilusión de hacer algo productivo para los demás, sobre todo para ellas”, dijo la santeña.

La violencia comenzó en su vida hace seis años, cuando le cambiaron de puesto de trabajo. “Yo quería que todo saliera bien, que todo engranaje saliera perfecto”, subraya. Pero en realidad hacía casi lo mismo que en el anterior, y eso sí, le pagaban un poquito más. “Yo escuchaba conversaciones que iban para mí, pero me decían que era mentira y me lo acababa creyendo. Básicamente, tenía el síndrome del impostor”.

Adela no denunció, primero lo habló con dirección, pero eran dos hombres, y “tampoco le fue bien”. Le dijeron que hablara cara a cara con la persona con la que tenía el problema, pero “nunca lo reconoció”.

DISCAPACIDAD

En cuanto a la discapacidad de Adela, “la liberación del diagnóstico” fue Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), a lo que se añadió fibromialgia por una mala alimentación. Primero le dieron una discapacidad del 68%, después pasó por un tribunal y la elevaron al 70%, hasta que finalmente le valoraron con el 100% de discapacidad.

“Ahora me llevo bien conmigo misma, pero antes me caía mal porque pensaba que estaba engañando. En estos momentos, sé que no engañaba a nadie, me engañaba yo a mí misma. Finalmente estoy en paz y me llevo bien conmigo”, afirmó la extremeña.

Según Adela, “no nos han enseñado a vivir con una enfermedad mental, además siempre ha sido un tabú, y más en las zonas rurales. A las personas que pasan por lo mismo que yo pasé, les diría que más que un proceso químico, con medicamentos, que hay muchísimas asociaciones, muchísimos centros que te ayudan y te enseñan, ya que esto es un proceso crónico, habría que compaginar ambas cosas. Esto no es un dolor de muelas que se pasa con el tiempo, o aprendes a vivir con él o lo pasas mal”. Para ella, la salud mental es como el cuento de ‘Alicia en el País de las Maravillas’, pues en cada puerta se encuentra algo diferente.

‘LA VOZ DEL CORAJE’

Adela Montaño es una de las catorce mujeres que participa en el libro ‘La voz del coraje’, impulsado por Inserta Empleo, la entidad de Fundación ONCE para la formación y el empleo de las personas con discapacidad. Este recoge los testimonios de mujeres españolas con discapacidad que sufrieron violencia de género. “Para mí supuso el poder plasmar mi experiencia y dar visibilidad a este tema, pero como vivo en un pueblo de poco más de 8.000 habitantes y sabemos quiénes somos, me daba cosa”, afirma Montaño.

Como se muestra en este ejemplar, a ella le gustaría a veces tener esa capa de Harry Potter que permite desaparecer. Adela es muy luchadora para los demás, pero todavía para ella no ha encontrado por qué luchar, lo está buscando. “Quiero dar mi testimonio para que se visibilice la enfermedad mental y lo que conlleva, para que no se estigmatice”, comenta.

La extremeña expresó a Servimedia que “es importante la educación emocional, enseñar desde el colegio este tipo de educación porque “así no habría tantas personas con falta de salud mental”. “Tenemos que empezar desde la cuna a enseñar respeto hacia la diversidad, el respeto de ahora es hipócrita, ahora todo está bien visto, pero a nadie le gustaría tener un hijo con falta de salud mental”.

Señala que le puede tocar a cualquiera, por lo que es importante dar visibilidad a este tema para conseguir una sociedad que comprenda que puede suceder a cualquier edad.

El mayor aprendizaje de Adela es que la vida es muy corta. “No voy a dar valor a los que atacan a los demás. La vida de antes ha quedado atrás, no me arrepiento de nada, pero no volvería, si volviera sería a la de ahora, la Adela de hace tres años hasta hoy ha cambiado mucho”. Concluye diciendo, como una canción de Pedro Capó, ‘cuando me vaya, que no me lloren, compren vino, no quiero flores’.


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