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Se confirma la relación entre la exposición de los jóvenes a un TAC y el riesgo de desarrollar cáncer

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MADRID, 09 (SERVIMEDIA)

Un estudio internacional liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación “la Caixa”, con casi un millón de personas, ha confirmado la relación entre la exposición a la radiación de la tomografía computarizada (TAC) en jóvenes y un mayor riesgo de desarrollar un cáncer de la sangre.

Esta es la principal conclusión del estudio EPI-CT, tras un análisis liderado por ISGlobal. Los resultados, publicados en la revista ‘Nature Medicine’, ponen de manifiesto la importancia de seguir aplicando estrictas medidas de protección radiológica, especialmente en la población pediátrica.

Los beneficios de las TAC para la obtención de imágenes en el tratamiento de pacientes (incluyendo el diagnóstico, la planificación del tratamiento y el seguimiento de la enfermedad) son indiscutibles. Sin embargo, el uso generalizado de este procedimiento en las últimas décadas ha suscitado preocupación en la comunidad médica y científica por los posibles riesgos de cáncer asociados a la exposición a radiaciones ionizantes, sobre todo en pacientes jóvenes.

A esto añadió la jefa del Grupo de Radiación de ISGlobal y coordinadora del análisis, Elisabeth Cardis, que “la exposición asociada a la tomografía computarizada se considera baja (menos de 100 mGy), pero sigue siendo superior a la de otros procedimientos diagnósticos”.

ESTUDIO INTERNACIONAL

Estudios previos sugerían un mayor riesgo de cáncer en niñas y niños expuestos a TAC, pero tenían varias limitaciones metodológicas.

Para abordar estas limitaciones, un grupo de clínicos, epidemiólogos y dosimetristas de nueve países europeos (Alemania, Bélgica, Dinamarca, España, Francia, Noruega, Países Bajos, Reino Unido y Suecia) condujo EPI-CT, un estudio internacional coordinado por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (AIRC) y financiado en gran medida con fondos europeos.

“Llevar a cabo este gran estudio multinacional fue todo un reto: hubo que extraer datos de los registros radiológicos de 276 hospitales y vincularlos a registros de población de nueve países, todo ello manteniendo la confidencialidad de los datos personales”, señaló Cardis.

UN MILLÓN DE PARTICIPANTES

En el estudio se analizaron datos de casi un millón de personas que se habían sometido al menos un TAC antes de los 22 años. El equipo investigador calculó, para cada persona, la dosis de radiación absorbida por la médula ósea, que es donde se producen las células sanguíneas.

Al vincular esta información a los registros nacionales de cáncer, se pudo identificar a quienes desarrollaron un cáncer de la sangre más tarde. El seguimiento de las personas se prolongó durante una media de 7,8 años, aunque para aquellos que se sometieron a un TAC en los primeros años de la tecnología, fue posible controlar la incidencia de cáncer durante más de 20 años después del primer TAC.

Los resultados del análisis mostraron una clara asociación entre las dosis totales de radiación absorbidas por la médula ósea procedentes de las tomografías computarizadas y el riesgo de desarrollar tumores malignos, tanto mieloides como linfoides.

MAYOR RIESGO DE CÁNCER

De hecho, una exploración típica hoy en día (con una dosis media de unos 8 mGy) aumenta en un 16% el riesgo de desarrollar este tipo de cánceres. La investigadora de ISGlobal y primera autora, Magda Bosch de Basea, explicó que “en términos de riesgo absoluto, esto significa que, por cada 10.000 jóvenes que se someten a un TAC, podemos esperar ver alrededor de 1-2 casos de cáncer en los dos a 12 años siguientes al examen”.

Por ello, los autores señalaron que, para mejorar las estimaciones de riesgo en el futuro, es importante asegurarse de que las dosis y los parámetros técnicos se recogen de forma sistemática y adecuada en las clínicas en tiempo real.


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