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Cartas de amor a marineros franceses encarcelados por Reino Unido hace 265 años son reveladas

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MADRID, 07 (SERVIMEDIA)

Más de 100 cartas enviadas a marineros franceses por sus prometidas, esposas, padres y hermanos pero nunca entregadas han sido abiertas y estudiadas por primera vez desde que fueron escritas en 1757 y 1758.

Renaud Morieux, profesor en la Facultad de Historia de la Universidad de Cambridge y del Pembroke College (Reino Unido) ha desvelado esas misivas en un artículo publicado este martes en la revista ‘Annales. Histoire, Sciences Sociales’. Este investigador estuvo meses decodificando un total de 104 cartas escritas con una ortografía complicada, sin puntuación ni mayúsculas, y llenando cada centímetro del costoso papel en el que aparecen.

Los mensajes ofrecen información sobre los amores, las vidas y las disputas familiares de todos, desde campesinos ancianos hasta esposas de oficiales adinerados. Las cartas ofrecen nueva y valiosa evidencia sobre las mujeres y los trabajadores franceses, así como sobre las diferentes formas de alfabetización.

Los mensajes fueron incautados por la Marina Real británica durante la Guerra de los Siete Años, llevados al Almirantazgo en Londres y nunca abiertos. La colección se encuentra ahora en los Archivos Nacionales de Kew (Reino Unido).

“Podría pasar la noche escribiéndote… Soy tu esposa para siempre fiel. Buenas noches, mi querido amigo. Es media noche. Creo que es hora de descansar”, así escribió Marie Dubosc a su marido, Louis Chambrelan, primer teniente del Galatée, un buque de guerra francés, en 1758.

Marie desconocía dónde estaba Louis ni si su barco había sido capturado por los británicos. El marinero nunca recibió su carta y ambos nunca se volvieron a encontrar. La mujer murió al año siguiente en Le Havre (Francia), casi con certeza antes de que su marido fuera liberado, quien regresó sano y salvo a Francia en 1761.

“No puedo esperar a poseerte”, escribió Anne Le Cerf a su marido, un suboficial del Galatée. Quizás quiso decir “abrazar”, pero también “hacerte el amor”. Firmó la misiva como “tu obediente esposa Nanette”, un apodo cariñoso. Encarcelado en algún lugar de Inglaterra, Jean Topsent nunca recibiría la carta de amor de su prometida.

Morieux apunta que pidió la caja con las misivas “por curiosidad”. “Había tres montones de cartas unidas por una cinta. Las cartas eran muy pequeñas y estaban selladas, así que le pregunté al archivero si se podían abrir y así lo hizo. Me di cuenta de que era la primera persona en leer estos mensajes tan personales desde que fueron escritos. Sus destinatarios previstos no tuvieron esa oportunidad. Fue muy emotivo”, subraya.

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El profesor añade: “Estas cartas tratan sobre experiencias humanas universales, no son exclusivas de Francia o del siglo XVIII. Revelan cómo todos afrontamos los principales desafíos de la vida. Cuando estamos separados de nuestros seres queridos por acontecimientos que escapan a nuestro control, como la pandemia o las guerras, tenemos que descubrir cómo mantenernos en contacto, cómo tranquilizar, cuidar a las personas y mantener viva la pasión. Hoy tenemos Zoom y WhatsApp. En el siglo XVIII, la gente solo tenía cartas, pero lo que escribían me resulta muy familiar”.

CAPTURADO Y SIN SUERTE

Durante la Guerra de los Siete Años (1756-1763), Francia comandó algunos de los mejores barcos del mundo, pero carecía de marineros experimentados. Gran Bretaña aprovechó esto encarcelando a tantos marineros franceses como pudo durante la contienda.

En 1758, un total de 19.632 marineros franceses fueron detenidos en Gran Bretaña, de los 64.373 que resultaron encarcelados en tierras británicas durante toda la Guerra de los Siete Años.

Algunos de estos hombres murieron por enfermedades y desnutrición, pero muchos otros fueron liberados. Mientras tanto, sus familias esperaron e intentaron repetidamente contactar con ellos e intercambiar noticias.

“Estas cartas muestran a personas que enfrentan desafíos colectivamente. Hoy en día nos resultaría muy incómodo escribir una carta a una prometida sabiendo que las madres, las hermanas, los tíos, los vecinos la leerían antes de enviarla, y muchos otros la leerían al recibirla. Es difícil decirle a alguien lo que realmente piensas de él cuando la gente te mira por encima del hombro. Había mucha menos división entre lo íntimo y lo colectivo”, indica Morieux.

En el siglo XVIII, enviar cartas desde Francia a un barco -un objetivo en constante movimiento- era increíblemente difícil y poco fiable. A veces, la gente enviaba varias copias a diferentes puertos con la esperanza de llegar a un marinero.

Los familiares también pidieron a las familias de los compañeros de tripulación que insertaran mensajes para sus seres queridos en sus cartas. Morieux encontró una amplia evidencia de estas estrategias en las cartas de Galatée, que, como tantas otras, nunca llegaron a sus destinatarios previstos.

El Galatée navegaba de Burdeos a Quebec cuando fue capturado en 1758 por el barco británico Essex y enviado a Portsmouth. La tripulación fue encarcelada y el barco se vendió.

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La administración postal francesa había intentado entregar las cartas al barco, enviándolas a varios puertos de Francia, pero siempre llegaba demasiado tarde. Cuando se enteraron de que la embarcación había sido capturada, enviaron las misivas a Inglaterra, donde fueron entregadas al Almirantazgo en Londres.

“Es agonizante lo cerca que estuvieron”, recalca Morieux, quien cree que los funcionarios abrieron y leyeron dos cartas para ver si tenían algún valor militar, pero decidieron que solo contenían “cosas familiares”, se dieron por vencidos y las guardaron.

Morieux identificó a todos los miembros de la tripulación de 181 miembros del Galatée, desde simples marineros hasta carpinteros y oficiales superiores. Las cartas estaban dirigidas a una cuarta parte de ellos. Este profesor llevó a cabo una investigación genealógica sobre estos hombres y sus corresponsales para aprender más sobre sus vidas de lo que revelaban las cartas por sí solas.

PELEAS Y TENSIONES

Las cartas transmiten tanto amor romántico como, más a menudo, amor familiar, pero también ofrecen una visión poco común de las tensiones y disputas familiares en tiempos de guerra y ausencia prolongada.

Algunas de las más notables fueron enviadas al joven marinero Nicolas Quesnel, desde Normandía. El 27 de enero de 1758, su madre Marguerite, de 61 años, casi con seguridad analfabeta, envió un mensaje escrito por un escriba desconocido para quejarse.

“El primer día del año (es decir, el 1 de enero) le has escrito a tu prometida (…). Pienso más en ti que tú en mí (…). En cualquier caso, les deseo un feliz año nuevo lleno de bendiciones del Señor. Creo que estoy por la tumba, llevo tres semanas enfermo. Felicita a Varin (un compañero de barco), solo su esposa me da la noticia”, dice el mensaje.

Unas semanas más tarde, la prometida de Nicolas, Marianne, le escribió para pedirle que carteara a su madre para demostrar que era un buen hijo y dejara de ponerla en una situación incómoda. Parece que Marguerite había culpado a Marianne por el silencio de Nicolas. Marianne escribió: “La nube negra se ha ido, una carta que tu madre ha recibido de ti ilumina el ambiente”.

Pero el 7 de marzo de 1758, Marguerite escribe de nuevo a Nicolás para quejarse: “En tus cartas nunca mencionas a tu padre. Esto me duele mucho. La próxima vez que me escribas, no olvides a tu padre”.

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Morieux descubrió que, en realidad, este hombre era el padrastro de Nicolas. Su padre biológico había muerto y su madre se volvió a casar. “Aquí hay un hijo al que claramente no le agrada ni reconoce a este hombre como su padre”, señala el investigador, quien agrega: “Se trata de tensiones familiares complejas, pero muy familiares”.

Nicolas Quesnel sobrevivió a su encarcelamiento en Inglaterra y, según descubrió Morieux, se unió a la tripulación de un barco transatlántico de comercio de esclavos en la década de 1760.

MUJERES EN TIEMPOS DE GUERRA

Más de la mitad (59%) de las cartas fueron firmadas por mujeres y ofrecen una información valiosa sobre la alfabetización femenina, las redes sociales y las experiencias en tiempos de guerra.

“Estas cartas destruyen la anticuada noción de que la guerra tiene que ver con los hombres”, indica Morieux, antes de recalcar: “Mientras sus hombres estaban ausentes, las mujeres dirigían la economía del hogar y tomaban decisiones económicas y políticas cruciales”.

Entonces, la Marina francesa tripulaba sus buques de guerra obligando a la mayoría de los hombres que vivían cerca de la costa a servir durante un año cada trienio o cuatrienio. Este sistema era impopular como y muchos marineros franceses huyeron una vez en el puerto o solicitaron ser liberados por lesiones.

La hermana de Nicolas Godefroy, piloto en prácticas, escribió: “Lo que me traería más dolor es que te vayas a las islas”. Se refería al Caribe, donde miles de marineros europeos murieron por enfermedades. Sin embargo, la hermana y la madre de Godefroy se negaron a solicitar su liberación de la marina. Temían que la estrategia propuesta pudiera resultar contraproducente y obligarlo a permanecer en el mar “aún más tiempo”.

Por otro lado, el estudio de Morieux revela una definición más inclusiva de alfabetización. “Se puede participar en una cultura de escritura sin saber escribir ni leer. La mayoría de las personas que enviaban estas cartas le decían a un escriba lo que querían decir y confiaban en que otros leyeran sus cartas en voz alta. Era alguien que conocían y que sabía escribir, no un profesional. Mantenerse en contacto fue un esfuerzo comunitario”, concluye.


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