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El 5,4% de los jóvenes en Baleares admiten prescindir del consentimiento en el sexo como resultado de la pornografía

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La edad media de inicio de consumo de pornografía es de 12,85 años en Baleares

Un 76,2% de los encuestados ve porno ‘hardcore’ o ‘crudo’ y un 17,5% reconoce haber tenido las primeras experiencias con la pornografía a los 8 o 9 años

PALMA, 26 (EUROPA PRESS)

El 5,4% de los jóvenes de Baleares –entre 13 y 18 años– encuestados reconoce, como efecto del consumo de pornografía, que ha prescindido del consentimiento en el sexo o ha presionado a otra persona, mientras que el 8,9% de las chicas admiten haberse sentido presionadas o forzadas a hacer cosas que no querían, frente a un 2,2% de los chicos.

Así se desprende del ‘Estudio sobre pornografía en Baleares: acceso e impacto sobre la adolescencia, derecho internacional y nacional aplicable y soluciones tecnológicas y de control y bloqueo’, presentado este miércoles en la Comisión de Asuntos Sociales del Parlament por la profesora de la Universitat de les Illes Balears (UIB) y autora del estudio, Valentina Milano.

Cabe recordar que el estudio se ha elaborado a partir de las encuestas a 3.629 jóvenes de entre 13 y 18 años de 76 centros educativos de las cuatro islas.

Entre los resultados extraídos, se han resaltado los efectos reconocidos del consumo de pornografía, que está “generando conductas de riesgo o tipificadas como delito”, ha advertido Milano.

En esta línea, además de los anteriormente mencionados, otros efectos reconocidos por los encuestados son la reducción de uso del preservativo. Igualmente, el 6,6% de las chicas admite haber tenido sexo con personas desconocidas frente al 3,7% de los chicos, y el 5,8% de las adolescentes reconoce enviar imágenes porno a amistades frente a un 3,9% de chicos.

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Del mismo modo, los encuestados admiten que el consumo de pornografía afecta negativamente a las relaciones con sus parejas (24%) o produce aburrimiento e insatisfacción en relación con el sexo.

PORNOGRAFÍA ACTUAL

Al inicio de su intervención, la experta ha detallado que el estudio es un encargo que realizó el IBDona en 2022 y que se elaboró desde un equipo de 24 expertos. Los objetivos del informe se basaban en la obtención de datos sobre el consumo e impacto de la pornografía en los menores de Baleares; estudiar la respuesta de carácter social, educativo, jurídico y tecnológico, y sacar conclusiones y recomendaciones.

Seguidamente, Milano ha explicado que la pornografía actual no tiene nada que ver con la de hace 20 años, porque la de ahora permite un acceso “gratis y sin filtro” en uno o dos ‘clicks’.

Igualmente, ha continuado, contiene imágenes que muestran sexo explícito con sumisión y cosificación de la mujer y la niña, con trato “humillante, palizas y que normalizan la figura del hombre que anula el consentimiento de la mujer”.

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Entre las consecuencias de esta “normalización del sexo tan accesible, que se consume con tanta facilidad”, se encuentran la banalización del sexo y la incitación a los menores a grabarse. “Consideran el sexo algo tan normal que ellos mismos se graban y difunden imágenes suyas en Internet”, ha advertido la experta.

Por otro lado, la pornografía actual también contiene imágenes y vídeos reales con un porcentaje muy elevado de violencia sexual. De hecho, entre el 80% y el 90% de la pornografía de hoy en día representa violencia sexual –desde violaciones a abusos a menores o abusos intrafamiliares–. “Desgraciadamente es una realidad que no podemos ignorar y es extremadamente grave”, ha apostillado Milano.

¿QUÉ LO PERMITE?

Entre los factores que permiten este tipo de consumo, la experta se ha referido, principalmente, a tres de ellos. El primero está relacionado con las tecnologías globales de acceso rápido y discreto, es decir, la capacidad de llegar fácilmente a todo este contenido a través de móviles u ordenadores.

Otro aspecto son los negocios de grandes dimensiones que están detrás de este fenómeno, como la industria del sexo y la relación que ésta guarda con otros fenómenos como la trata de seres humanos y la prostitución. “Esto lleva a un consumo de la prostitución porque el concepto de la sexualidad es este”, ha añadido.

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Por último, ha apuntado a la poca capacidad preventiva de las familias, de los sistemas educativos y del Estado. “No hemos sido capaces de responder a esta situación”.

Los riesgos identificados desde hace años por la ONU y expertos apuntan a tres tipos de riesgo –de consumo, de contacto con adultos y compañeros y de comportamiento–, y respecto del segundo Milano ha alertado que los menores pueden llegar a convertirse, no solo en víctimas, sino también “en autores de conductas que son lesivas e incluso delictivas”.

DATOS EN BALEARES

Entre los datos que se extraen del estudio, destaca que el 91,7% de los adolescentes y el 89,3% de las adolescentes de entre 13 y 18 años han visto pornografía; que la edad media de inicio es de 12,85 años (12,7 para ellos y 13 para ellas); el 17,5% reconoce que ha tenido las primeras experiencias con la pornografía a los 8 o 9 años, y el 93,3% empieza a ver porno antes de los 14 años.

En cuanto al tipo de pornografía, el 76,2% de los encuestados ha reconocido consumir porno ‘hardcore’ o ‘crudo’ y un 32% admite que ve pornografía una vez al día.

Igualmente, un 12,9% reconoce que visualiza este tipo de contenido a partir de las 00.00 horas, por lo que es “muy importante que no tengan dispositivos en la habitación”, ha apuntado la experta.


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