El síndrome de fragilidad asociado a la edad tiene como consecuencia más caídas, discapacidad, institucionalización y muerte prematura
Los ancianos con un mayor consumo de azúcares añadidos en su dieta tienen más riesgo de ser frágiles. Así lo demuestran los resultados recientemente publicados en la revista The American Journal of Clinical Nutrition en los que el doctor Martín Laclaustra, investigador ARAID (Fundación Agencia Aragonesa para la Investigación y Desarrollo) en el Instituto de Investigación Sanitaria Aragón -IIS Aragón-, ha colaborado. Se trata del análisis de un estudio sobre 1.973 adultos mayores españoles realizado en el Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), CIBERESP e IMDEA Alimentación. La parte final de este trabajo se ha desarrollado como una de sus líneas de investigación en el Hospital Universitario Miguel Servet. El estudio examinó la asociación entre el consumo de azúcares añadidos en alimentos procesados y el desarrollo de fragilidad en personas mayores.
El síndrome de fragilidad asociado a la edad es una condición que resulta de la pérdida de reserva funcional, y que tiene entre sus fundamentos fisiopatológicos la insuficiente masa muscular. La persona que padece esta fragilidad puede sufrir más caídas, más discapacidad, hospitalizaciones o ingresos en residencias por ello, y también muerte prematura. Pero Laclaustra destaca que este síndrome de fragilidad es “potencialmente evitable y puede ser reversible mediante hábitos de vida saludable, como realizar actividad física, tomar una alimentación adecuada o reducir la polifarmacia”.
Durante el seguimiento de este estudio, un participante se consideró frágil cuando presentó al menos 3 de los siguientes criterios: cansancio, baja actividad física, lentitud al caminar, pérdida de peso no intencional y debilidad muscular.
Estudios previos habían asociado el consumo dietético de bebidas azucaradas y de azúcares añadidos con mayor frecuencia de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Así mismo, se sabe que la dieta influye en el desarrollo del síndrome de fragilidad, pero se desconocía el papel específico que desarrollan los azúcares añadidos (en su mayoría azúcares simples) en la aparición de este síndrome.
Las encuestas dietéticas realizadas entre 2008 y 2010 permitieron conocer el consumo de azúcares añadidos a los alimentos, incluyendo entre otros las bebidas azucaradas. Ahora, gracias a este estudio, se ha comprobado que posteriormente, en 2012-2013, quienes más consumían tenían más probabilidad de desarrollar el síndrome de fragilidad.
Los resultados mostraron que los participantes que consumían más de 36 gramos/día de azúcares añadidos desarrollaban el síndrome de fragilidad con más frecuencia (más del doble) que aquellos que consumían menos de 15 g/día de dichos azúcares. Los componentes del síndrome de fragilidad más relacionados con el consumo de azúcares añadidos fueron la baja actividad física y la pérdida de peso no intencional. Curiosamente, esta asociación se observó al estudiar los azúcares añadidos por la manipulación o procesado de los alimentos, pero no se observó al estudiar los azucares simples presentes de forma natural en los alimentos.
Estos hallazgos son de interés en salud pública, ya que son muchos los ancianos que podrían beneficiarse de una mejora en su dieta, y a partir de este estudio se deduce que una medida sencilla sería la reducción del consumo de alimentos procesados.
- Te recomendamos -