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Los adultos solicitan cambiar lo negativo del término “anciano” y considerarlo como un logro colectivo que ha extendido la esperanza de vida en 30 años

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MADRID, 08 (SERVIMEDIA)

Las personas mayores reclaman “transformar el concepto peyorativo del término viejo”, ya que el envejecimiento es “un logro, no individual, sino colectivo, de la sociedad, que ha conseguido en el último siglo alargar la esperanza de vida 30 años”.

Lo dijo la gerontóloga y autora de ‘Yo vieja’, Anna Freixas, durante su participación en el diálogo ‘Orgullo de ser mayor’, organizado por la agencia de noticias Servimedia y la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP), en el que también estuvieron presentes el presidente de esta organización, Lázaro González; la catedrática emérita de Filosofía Moral y Política, Victoria Camps, y el actor Miguel Rellán.

En su intervención, Anna Freixas adujo que el logro de las mujeres “tiene muchos elementos importantes” en términos de envejecimiento porque en el último medio siglo han logrado “tener acceso” a la cultura, a la educación y al mercado laboral, lo que “se traduce en tener dinero, que es tener una pensión”.

Señalo que actualmente “hay una buena parte, no toda, ni mucho menos”, de mujeres, “cuya vejez es significativamente diferente a la de las mujeres de un par de generaciones antes”. A su juicio, “esto es algo muy importante que supone una transformación de los estereotipos” y que permite que “nuestras hijas y nuestras nietas miren la vejez con menos pavor que nosotras, que veíamos a nuestras abuelas con el moñito y pañuelito”.

En ese sentido, solicitó “transformar el concepto peyorativo del término viejo”, ya que el envejecimiento es “un logro, no individual, sino colectivo, de la sociedad, que ha conseguido en el último siglo alargar la esperanza de vida 30 años”.

Abundó en que “si envejecer es un logro de la humanidad, porque lo hacemos en muy buenas condiciones, está bien esto de envejecer”. No obstante, celebró “la suerte, el azar, de la gente del primer mundo” y recomendó, por el contrario, “dar un paseíto por el tercer mundo”, para cuya población lo anterior “no significa nada”.

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En cuanto a la desaparición de los estereotipos asociados a la vejez, reconoció que ninguna transformación es “fácil y rápida”, ya que “tienen fuerza y capacidad para mantenerse, aunque la evidencia demuestre todo lo contrario”. Desde esa premisa, confesó que “no puedo afirmar que se está produciendo un enorme cambio”, aunque precisó que “estamos en un buen camino”.

LUCHA CONTRA EUFEMISMOS

Anna Freixas conminó a huir de eufemismos para referirse a la vejez, teniendo presente que representa “un estadio del ciclo vital” que “evidentemente te acerca a la muerte, pero cuando nacimos sabíamos que nos íbamos a morir, nadie se queda de simiente”.

Por ello, hizo suyo el aforismo del escritor y dibujante José María Pérez ‘Peridis’, según el cual “hasta el final de la vida todo es vida”, para pedir a las personas que rodean a los mayores que vean a éstos como “seres vivos, deseantes, con voluntad, con deseos y con derechos”. Esto le sirvió para revolverse contra aquellas personas que aparecen como “protectores y protectoras que quieren pensar por ti”.

Exigió a la sociedad que trate a las personas mayores con “la misma dignidad y libertad que hemos dado a los demás”. “¿Por qué ese deseo de intimidar a los viejos para vivir lo que les dé la gana hasta que les dé la gana? ¿A cuántos hijos hemos recompuesto y sin lamentarnos?”, se preguntó. “Menos lobos”, dejó caer.

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Por su parte, Victoria Camps adujo que “envejecer bien y orgullosamente bien depende de la suerte, del estado de la salud, de muchas cosas” y consideró que “ha cambiado la autopercepción del envejecimiento”, como lo evidencia que la “edad canónica de la jubilación” de 65 años “ha quedado desfasada”.

Expuso que para “la gran mayoría de la gente” jubilarse representa un “drama” porque “hay 30 años por delante y se pregunta ¿qué hago?”. “Eso lo tenemos muy mal montado”, ya que, parafraseando a Víctor Hugo, deslizó que “lo peor que le puede pasar a una persona es vivir sin existir”.

PALABRA ADECUADA

Reseñó que es positivo que se comience a hablar de los retos y los desafíos de la vejez y apuntó que “las personas viejas no tenemos una palabra adecuada” para referirse a ellas, por lo que conminó a tener la “valentía de hablar de la vejez con la palabra que le corresponde”.

En este punto coincidió con Anna Freixas a la hora de invitar a alejarse de eufemismos y construir una realidad en el que la palabra elegida para hablar de vejez “no sea peyorativa”, ya que “la realidad es la que es”.

Victoria Camps manifestó que la mayoría de la gente comienza a pensar en la vejez “cuando nos la encontramos, pero no antes”, lo que le sirvió para sugerir que “habría que prepararse para envejecer y para morir y para sufrir lo mínimo posible”.

También deploró que lo anterior “no forma parte del entorno en el que vivimos, ni del clima en el que vivimos, ni de lo que escuchamos”, a pesar de que “los más jóvenes aprenderán a envejecer bien si ven que sus mayores envejecen bien”.

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EDADISMO

Por otro lado, Lázaro González denunció que existe cierto edadismo con las personas mayores, una percepción ante la que se rebeló al sentirse orgulloso de “ser mayor”, puesto que nació en “un país pobre, con miedo y pobreza” y ahora vive en uno “próspero” y en el que “la gente convive”.

Abogó por “estimular proyectos intergeneracionales”, ya que “el peor edadismo es enfrentar a jóvenes y viejos”, y subrayó que la conocida como ‘economía plateada’ contribuye a la creación de “4,5 millones de euros” y aporta alrededor de “350.000 millones de euros anuales al PIB”.

“Es un mensaje que tenemos que transmitir: que jóvenes y mayores formamos parte de un conjunto”, recalcó, para, a continuación, argüir que “esto empieza en la escuela”.

Por último, Miguel Rellán citó a la periodista Maruja Torres al dejar caer que “ser mayor es un logro” y contrapuso la visión que “grandes de las finanzas” tienen de la vejez, llegando a acusar a las personas mayores “tambalear” a la economía, con la veneración que hacia los mayores existe en su profesión.

Expuso la importancia de que el envejecimiento hay que tomárselo como lo hacía el clásico: “hay que vivir como si se fuera a ser inmortal”, “que la muerte te pille viviendo” y que “aunque sepas que es el último día, planta el manzano”.

En esa línea, dijo que “en mi oficio de la creación te retira la salud”, por lo que “hasta que haga ‘El rey Lear’ queda mucho”. “Me quedan muchos libros por leer, muchos amigos por conocer. Tengo que vivir 114 años”, remató.


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