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Un 39% de los anfibios se encuentran en peligro de extinción debido al cambio climático

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MADRID, 04 (SERVIMEDIA)

Un 39% de más de 300 especies de anfibios (ranas, sapos, salamandras y cecilias) se acercaron peligrosamente hacia la extinción entre 2004 y 2022 con el cambio climático como principal amenaza y se espera que ese porcentaje aumenta a la espera de mejores datos y proyecciones.

Así se recoge en un estudio en el que participaron más de 100 investigadores y basado en la segunda evaluación mundial de anfibios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

El trabajo, publicado este miércoles en la revista ’Nature’, analiza los datos de las últimas dos décadas recabados en todo el mundo y mantiene la destrucción de hábitats y las enfermedades emergentes -dos efectos potenciados por el cambio climático- como las causas principales del declive de las poblaciones de estas especies.

El equipo de investigación contó con los datos de más de 1.000 expertos de todo el mundo y analizó el riesgo de extinción de más de 8.000 especies de anfibios (2.286 de ellas evaluadas por primera vez). Concluye que dos de cada cinco anfibios podrían desaparecer.

El trabajo supone una actualización de la evaluación que la UICN hizo en 2004 y que estableció una base de referencia para el seguimiento de las tendencias y la medición del impacto de las acciones de conservación. Aquel informe ya reveló la acelerada extinción a la que estaban haciendo frente los anfibios.

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Hoy, según los nuevos datos recabados, casi un 41% de todas las especies evaluadas de anfibios son vulnerables, están en peligro o se encuentran en peligro crítico de extinción. Esta cifra contrasta con un 26,5% de los mamíferos; un 21,4% de los reptiles, y un 12,9% de las aves.

Entre 2004 y 2022, algunos factores críticos han acercado peligrosamente a la extinción a más de 300 anfibios. El cambio climático fue la principal amenaza para el 39% de estas especies y se espera que esta cifra suba cuando haya mejores datos y proyecciones sobre las respuestas de un grupo de especies particularmente sensible a los cambios ambientales en su entorno.

De hecho, la destrucción y degradación del hábitat exacerbada por los efectos del cambio climático afectan al 93% del total de especies de anfibios amenazadas.

“A medida que el ser humano impulsa cambios en el clima y reduce la disponibilidad de hábitats donde pueden vivir, se reducen las posibilidades para sobrevivir de los anfibios, ya que no pueden escapar al incremento de la frecuencia e intensidad del calor extremo, los incendios forestales, las sequías y los huracanes inducidos por el cambio climático”, afirma Jennifer Luedtke Swandby, directora de la alianzas de especies de Re:wild, coordinadora en la UICN y una de las autoras principales del artículo.

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Swandby añade: “Nuestro estudio demuestra que no podemos seguir subestimando estas amenazas. Proteger y restaurar las selvas y bosques es fundamental no sólo para salvaguardar la biodiversidad, sino también para hacer frente al cambio climático”.

CUATRO ESPECIES

Por otro lado, el estudio indica que se ha documentado la extinción de cuatro especies de anfibios desde 2004: el sapo arlequín de Chiriquí (‘Atelopus chiriquiensis’), de Costa Rica; la rana diurna de hocico afilado (‘Taudactylus acutirostris’), de Australia, y la rana ‘Craugastor myllomyllon’ y la falsa salamandra de arroyo de Jalpa (‘Pseudoeurycea exspectata’), ambas de Guatemala.

Otras 27 especies calificadas en peligro crítico se consideran ahora posiblemente extintas, lo que eleva el total a más de 160.

La evaluación también constató que 120 especies mejoraron su situación en la Lista Roja desde 1980. Más de la mitad de este grupo, 63 especies, aumentaron sus poblaciones gracias a las medidas de conservación, protección y gestión de hábitats que se han desarrollado en este tiempo.

A la desaparición de hábitats se suma la enfermedad causada por el hongo quítrido (‘Batrachochytrium dendrobatidis’), que ya ha borrado del planeta a numerosas especies de anfibios.

“La mayor frecuencia de sequías severas y tormentas tropicales que provoca el cambio climático, aumenta significativamente la vulnerabilidad de los anfibios ante el hongo quítrido”, explica Patricia A. Burrowes, investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC).

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PROTECCIÓN GLOBAL

Adam Sweidan, presidente y cofundador de Synchronicity Earth, indica que “la propia historia de la conservación de los anfibios demuestra lo vital que resulta esta información”.

“Si la Lista Roja de la UICN se hubiera actualizado a una escala similar a la actual en la década de 1970, habríamos podido rastrear la arrolladora pandemia de enfermedad de los anfibios 20 años antes de que devastara sus poblaciones. No es demasiado tarde: disponemos de la de información, tenemos el Plan de Acción para la Conservación de los Anfibios, pero los planes y la información no alcanzan. Tenemos que actuar ya”, asevera.

Además, el estudio concluye que tres de cada cinco especies de salamandras están amenazadas de extinción, lo que las convierte en el grupo de anfibios más amenazado.

Norteamérica alberga las comunidades de salamandras más biodiversas del mundo, incluido un grupo de salamandras sin pulmones muy abundantes en los montes Apalaches (este de Estados Unidos). Existe una gran preocupación por la posible llegada del patógeno ’Batrachochytrium salamandrivorans’, otra especie de hongo quítrido que ya ha sido detectado en Asia y Europa, al país americano.


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