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Pueblos prehistóricos sobrevivieron en una de las regiones más frías de España durante la última Edad de Hielo

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MADRID, 04 (SERVIMEDIA)

Antiguas poblaciones humanas de cazadores-recolectores ocuparon una de las regiones montañosas más frías del interior de la Península Ibérica incluso en los momentos más rigurosos de la última Edad de Hielo.

Un equipo interdisciplinar coordinado desde el Área de Prehistoria de la Universidad de Alcalá y el Geoparque Mundial Unesco Comarca de Molina-Alto Tajo dio a conocer este miércoles en un artículo en la revista ‘PLOS ONE’ un nuevo yacimiento arqueológico (Charco Verde II, en el municipio guadalajareño de Embid) que presenta implicaciones para el conocimiento de las estrategias de movilidad, asentamiento y uso del territorio de los cazadores-recolectores del Paleolítico superior en la Península Ibérica.

La idea clásica que asumía que las regiones interiores de la Península ibérica fueron evitadas por los grupos humanos durante las fases más frías de última glaciación (entre hace 7.3500 y 1.1700 años) se encuentra cada vez más cuestionada entre la comunidad científica.

Las razones que se proponían para explicar un supuesto vacío poblacional, que abarcaría las dos mesetas ibéricas y otras regiones interiores, se centraban en la rigurosidad ambiental impuesta por el clima continentalizado de las tierras altas mesetarias.

Así, se entendía que esas regiones fueron evitadas durante las fases frías del Pleistoceno superior por los grupos de cazadores-recolectores, que se asentaron fundamentalmente en las regiones costeras, verdaderas ‘áreas refugio’ para flora, fauna y humanos.

ASENTAMIENTOS DURADEROS

En los últimos años se han dado a conocer varios yacimientos que demuestran la presencia humana en regiones del interior ibérico durante algunos de los picos más fríos de la última glaciación.

En esta ocasión, a partir de excavaciones arqueológicas en el abrigo de Charco Verde II, localizado en el valle del río Piedra (Embid, Guadalajara), se han publicado resultados científicos que cuestionan, una vez más, que las tierras altas del interior de la Península Ibérica fueran sistemáticamente evitadas durante las fases frías del Paleolítico superior.

“Aún desconocemos aspectos relevantes en torno a las ocupaciones humanas registradas en Charco Verde II, como, por ejemplo, los patrones de estacionalidad en los que se enmarcan. Naturalmente, de cara a valorar la relevancia de los resultados para confrontar las hipótesis clásicas, no es lo mismo que el abrigo fuera ocupado durante la primavera-verano que durante el otoño-invierno”, indica Manuel Alcaraz, profesor de Prehistoria en la Universidad de Alcalá e investigador principal del proyecto Multipaleoiberia.

Alcaraz añade: “En cualquier caso, lo que es evidente es que el abrigo, situado en una región fría y árida, fue frecuentado de manera continuada durante más de 5.000 años, y que no solo registra ocupaciones esporádicas, sino asentamientos con un importante componente residencial y una cierta duración en el tiempo. No eran gentes que estaban de paso en una región inhóspita”.

MATERIAL ARQUEOLÓGICO

La localidad de Embid, situada en torno a 1.050 metros sobre el nivel del mar, cerca de la frontera con Zaragoza y no muy lejos de Molina de Aragón, se encuentra en una de las regiones pobladas actualmente más frías de España (a excepción de la alta montaña), con inviernos que han marcado récords de temperaturas bajo cero.

Por tanto, la existencia en este lugar de una secuencia de ocupaciones de cazadores-recolectores con tecnologías magdalenienses, que abarca desde hace 21.000 hasta hace 15.000 años aproximadamente, supone un hallazgo que choca frontalmente con la idea clásica de que las regiones frías del interior no fueron ocupadas de manera sistemática durante estas cronologías.

De hecho, las ocupaciones registradas en Charco Verde II incluyen algunos de los periodos más fríos de la última glaciación, como el llamado Último Máximo Glacial (hace unos 21.000 años) y el Evento de Heinrich 1 (hace entre 18.000 y 16.000 años).

Además, los datos paleoambientales recogidos en el yacimiento, que incluyen muestras de restos polínicos, de maderas carbonizadas y de los propios sedimentos en los que se encuentra el material arqueológico corroboran que el paisaje del lugar durante las ocupaciones registradas en torno al Último Máximo Glacial responde a un momento climático especialmente frío y árido.

Más allá de algunas alteraciones superficiales en los restos faunísticos, el material arqueológico, que aparece sin grandes alteraciones a apenas 30 centímetros de la superficie actual, incluye elementos de industria lítica tallada, así como utensilios fabricados sobre materias duras animales y algunos elementos de adorno, como conchas perforadas y moluscos como el ‘dentalium’.

Los trabajos científicos realizados en Charco Verde II han incluido la excavación arqueológica, registro topográfico y estudio estratigráfico y geomorfológico del depósito sedimentario pleistoceno, la datación mediante Carbono 14 y modelización estadística de muestras de hueso y carbón, el análisis paleoecológico de los restos de polen y carbón presentes en los sedimentos, así como el análisis arqueológico de los instrumentos de piedra y asta, objetos de adorno y restos de grandes faunas abandonados en el abrigo por los cazadores-recolectores magdalenienses.


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