TOLEDO, 20 (EUROPA PRESS)
El Greco se presentará el 11 de octubre en Milán “en una encrucijada” entre lo que fue el hombre y lo que es su mito a través de la exposición ‘El Greco. Un pintor en el laberinto’, en la que se abordará al artista a través de un enfoque biográfico pero que también buscará desgranar cómo el pintor emprendió, a lo largo de su vida, distintas soluciones narrativas y creó su estilo “tan personal” a lo largo de su carrera.
Así lo ha explicado la catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) Palma Martínez-Burgos, que ha ofrecido este miércoles la lección inaugural en el acto de apertura del curso académico en la Universidad regional que ha tenido lugar en el campus de la Fábrica de Armas, en Toledo.
Martínez-Burgos ha recordado que la última exposición sobre El Greco en Italia se produjo en 1999 y esta, que se extenderá hasta el mes de febrero del año próximo, pretende ser “una revisión de ese pintor extranjero en tierras italianas”, país donde llevó a cabo gran parte de su formación artística.
La catedrática ha hecho hincapié en que en tierras italianas fue donde El Greco llevó a cabo “una transformación” aprendiendo el uso de las luces indirectas, entre otras cuestiones. “Es allí donde hace su bagaje vital y artístico, donde aprende unas lecciones que no va a olvidar nunca y que en tierras castellanas va a seguir reinterpretando”, ha explicado.
Además, ha puntualizado que hay “como un eslabón perdido” entre la labor que el pintor desarrolla en Italia y la que hace al llegar a España, con un cambio de escala que modifica también el ejercicio compositivo.
En esta muestra habrá cinco secciones expositivas y la primera de ellas hace referencia al “cruce de caminos” en el que se encuentra El Greco en esos años en los que viaja de Creta a Italia, concretamente a Venecia y después a Roma, donde va superando su formación inicial y aprendiendo de diversas corrientes.
En segundo lugar, la exposición aborda los “diálogos con Italia”, un guiño al país transalpino para “poner a dialogar” al Greco con sus contemporáneos y ver la permeabilidad que tuvieron las influencias entre ellos.
El tercer bloque, titulado ‘Pintando la santidad’, relata cómo El Greco llevó a cabo estas obras en un momento “muy complicado” por el auge de la Contrarreforma que hacía que el arte tuviera que someterse a unas reglas, sobre todo que la imagen fuera pedagógica, que ayudara a la devoción y sobre todo que cumpliera con el decoro.
“Frente a este corsé, El Greco supo manejarse con absoluta libertad y nunca jamás tuvo problemas con la Inquisición. Al contrario, el cardenal Sandoval y Rojas le nombra asesor de la Inquisición en cuestiones de iconografía”, ha relatado la catedrática.
La cuarta sección trata los iconos, una época en la que El Greco “olvida todo eso que ha aprendido” y hace un enfoque “frontal, directo, del que no puedes escapar” y que busca el recogimiento.
Finalmente, el último capítulo es ‘El Greco en el laberinto’, una sección que rinde homenaje a el ‘Laocoonte’, la única pintura mitológica en la carrera del pintor cretense.
La muestra contará con obras cedidas por el Museo del Greco, Museo de Santa Cruz, la Catedral de Toledo, la Fundación Lerma-Medinaceli, el santuario de Nuestra Señora de la Caridad en Illescas, el Museo del Prado, el Museo Thyssen, préstamos de la Iglesia, la National Gallery, el Louvre, la Galería Ufizzi o la National Gallery de Washington, entre otros, así como de coleccionistas privados.
EL GRECO Y LA “PERPLEJIDAD”
Al margen de la propia exposición, Martínez-Burgos ha hecho un repaso por la biografía del artista, haciendo hincapié en que las críticas que recibió en su época “reflejan la perplejidad” que su pintura provocaba entre sus contemporáneos, algo que hizo que no encontrase un hueco artístico ni en Venecia ni en Roma pero que, por contra, le granjeó durante los 37 años que vivió en Toledo un entorno de “amistades y fieles clientes”.
Sin embargo, ha puntualizado, El Greco no pudo conseguir los que eran sus “sueños” a su llegada a España, como eran convertirse en pintor del rey Felipe II y de la Catedral de Toledo.
“Su carácter difícil, la originalidad de su arte, de su iconografía y, especialmente, también lo elevado de sus precios, que rompieron el mercado, hicieron que tuviera que competir con el resto de artistas que estaban activos en la ciudad”, ha comentado.
En opinión de la catedrática, El Greco encontró en Toledo “ese sosiego necesario para seguir indagando un lenguaje cada vez más personal, más extravagante y sobrenatural” que se puede ver en sus obras finales, como el ‘Laocoonte’.
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