Afirma que la actividad física puede ser un “tratamiento coadyuvante” puede ayudar al propio tratamiento farmacológico
VITORIA, 28 (EUROPA PRESS)
Un estudio de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) ha concluido que el ejercicio físico podría mejorar la sintomatología de personas con esquizofrenia, tras corroborar, a través del análisis de las experiencias de los participantes, los beneficios físicos, mentales y sociales del ejercicio físico en la esquizofrenia.
En un comunicado, la universidad ha informado de que un grupo de la UPV/EHU y el Hospital Psiquiátrico de Álava ha investigado las experiencias subjetivas de personas con esquizofrenia que siguieron un programa de ejercicio físico diseñado para mejorar su salud física y mental.
El programa ha incluido únicamente a personas con esa enfermedad, ya que ha explicado que “centrarse en una única población clínica pone de relieve el papel específico de la actividad física en el manejo y tratamiento de la enfermedad”.
Según ha recordado, la esquizofrenia es un trastorno neuropsiquiátrico crónico y complejo que afecta aproximadamente a 24 millones de personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud.
Esta enfermedad tiene un impacto significativo en la calidad de vida de las personas afectadas y sus familias, además del estigma y la discriminación de la sociedad.
Un estudio llevado a cabo por Sara Maldonado-Martin y Mikel Tous-Espelosin del grupo GIKAFIT (Gizartea, Kirola eta Ariketa Fisikoa Ikerkuntza Taldea) de la UPV/EHU, en colaboración con el Hospital Psiquiátrico de Álava y la Universidad de Deusto, ha tenido como objetivo investigar el efecto de un programa coadyuvante de ejercicio físico extrahospitalario, como complemento al tratamiento habitual en personas con esquizofrenia.
Se pretendía observar si se presentaban mejoras en la salud integral, abordando “la falta de enfoque en grupos homogéneos de pacientes y dando voz a las personas con esquizofrenia para conocer sus experiencias subjetivas”.
Tous-Espelosin ha explicado que “se ha observado que el ejercicio físico en diferentes poblaciones vulnerables está teniendo unos efectos muy beneficiosos para la salud”, y ha destacado que “no sólo mejora la parte física, sino que también puede mejorar otros aspectos de la enfermedad”.
“La esquizofrenia tiene tres tipos de síntomas: los positivos, negativos y cognitivos. Los positivos pueden ser delirios o alucinaciones y normalmente con la medicación pueden ser tratados. Para los síntomas negativos (la tristeza, la falta de energía o la apatía) no hay medicación, pero gracias al ejercicio físico podría llegar a mejorarse ese tipo de sintomatología”, ha señalado.
En este sentido, ha explicado que el ejercicio físico es “como un modulador del cerebro que hace que la expresión de ciertas proteínas se incremente y mejore la propia plasticidad cerebral, es decir, se producen adaptaciones funcionales y estructurales del cerebro que se asocian a mejoras en el aprendizaje, la memoria y función cognitiva”.
PROGRAMA INTENSIVO DE EJERCICIO
Las personas participantes diagnosticadas de esquizofrenia recibieron un programa intensivo de ejercicio físico concurrente –entrenamiento combinando una parte aeróbica y un circuito de fuerza y resistencia– extrahospitalario durante cinco meses, tres veces por semana.
Los datos cualitativos se recogieron mediante entrevistas individuales semiestructuradas, organizadas y analizadas a través de un análisis temático. Tanto antes como después de hacer el ejercicio físico se la hacía una entrevista de unos 35 minutos aproximadamente en la que se preguntaba sobre su experiencia en relación con el ejercicio físico en el pasado, y si a causa de la enfermedad siguieron realizando ejercicio físico o no.
“Cuando empezaron el programa, les preguntábamos sobre sus sensaciones, y una vez finalizado, qué beneficios sintieron. Los hallazgos de esta investigación respaldan el uso estratégico del ejercicio físico como parte del tratamiento y mantenimiento de la salud holística en personas con esquizofrenia. El ejercicio físico puede ser un tratamiento coadyuvante puede ayudar al propio tratamiento farmacológico”, ha subrayado el investigador de la UPV/EHU.
Los resultados de estudio ponen de manifiesto que las personas pacientes opinan que el programa de ejercicio físico fuera del hospital podría ser un complemento “muy aceptado y beneficioso” para su tratamiento habitual, y demuestran que el ejercicio físico les ha ayudado a desconectar la mente de los problemas.
“Este estudio es una caracterización real de lo que les sucede y sienten las personas con esquizofrenia cuando realizan ejercicio físico de manera correcta. Lo ideal sería que en los hospitales psiquiátricos existiera la figura de la persona educadora físico-deportiva con la que pudiesen llevar a cabo un programa de ejercicio físico diseñado y supervisado de manera correcta, por eso nos gustaría agradecer al Hospital Psiquiátrico de Álava por haber confiado en nuestra figura”, ha concluido el investigador.
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