MADRID, 10 (SERVIMEDIA)
Albert Cogul sufrió un accidente hace siete años en un vuelo de parapente, que le provocó una lesión medular y que le obliga a desplazarse en silla de ruedas. Pero este intrépido catalán, amante del deporte, ha descubierto ‘otra manera’ de volar, de sentirse ingrávido y “olvidarse durante un momento de su discapacidad”, y es practicando el buceo adaptado.
A sus 57 años este leridano tiene una parálisis de los miembros inferiores que no supone ningún freno para seguir practicando infinidad de deportes. Eso sí, Albert se ha ido adaptando a la práctica de algunos de ellos o quizá, por su indómito carácter, se podría decir que en ocasiones la vida se adapta a él’.
Albert se declara un apasionado del mar y la montaña. Siempre ha esquiado, ha hecho escalada en roca, pero también bucea desde los 18 años. Ha descendido a las profundidades de las turquesas aguas del Mar Rojo o a los cristalinos fondos de las Islas Medas.
De modo que cuando un ‘mala experiencia’ en parapente le provocó una paraplejia y se vio anclado en una silla de ruedas, lo tuvo claro. ‘”Aún tengo buena movilidad para seguir buceando”, rememora en una entrevista a Servimedia. Decidió entonces actualizar su título y se puso en contacto con la escuela de Francesc Bartrina.
Este profesional asevera que el buceo adaptado cambia en función del tipo de discapacidad que presenta el alumno. “No es lo mismo enseñar a una persona a la que le falta el sentido de la vista o el oído que a otra que presenta problemas de movilidad reducida (PMR) como es el caso de Albert”, aduce.
“En estos casos lo que prima es que se encuentren cómodos. Como de cintura para abajo no tienen sensibilidad hay que intentar que no arrastren el equipo y que no suponga un peso para ellos”. De Albert sólo puede destacar que es un alumno aventajado y que rápidamente se adaptó porque antes de sufrir la lesión ya había hecho cientos de inmersiones. “Es una persona hiperdeportiva y que tiene una mentalidad muy fuerte”, afirma su instructor.
EN EL FONDO REINA EL SILENCIO
Este profesor de buceo destaca la singularidad de los alumnos ciegos, sordos o incluso algunos sordociegos que llegan a la escuela. “Nos dejan alucinados. Como tienen muy desarrollados el tacto y el oído puedes verlos a más de 20 metros de profundidad manteniendo auténticas conversaciones”, relata con asombro Francesc. El fondo marino es un medio oscuro y silencioso de manera que” las personas con discapacidad siempre nos sacan ventaja”, explica.
Siempre que se practica submarinismo hay que hacerlo en pareja, jamás solo. Y en este caso, de alumnos con discapacidad visual y/o auditiva, el contacto físico es fundamental. “Descendemos cogidos de la mano y con señales a través de la palma les indicamos los movimientos que hay que hacer, si es el momento de que ascender, de virar a la derecha o algo tan vital como ‘estamos en reserva de oxígeno”, relata.
VOLAR BAJO EL AGUA
Cuando Albert se refiere a la experiencia del submarinismo es “como si volviera a subir al parapente, casi como si tuviera alas”. “La sensación de ingravidez, sentir que flotas es lo más lo más atractivo de este deporte, detalla con pasión Albert. “No estamos creados para movernos bajo el mar porque es un medio denso” ·”Cuando buceas sientes que estás volando y para personas con una lesión importante como la mía, esa experiencia de flotabilidad hace que de alguna manera olvides la lesión”.
Este catalán al que un mal aterrizaje le hizo despegar de nuevo dejó atrás su Lleida natal hace ya cinco años cuando decidió convertirse en un nómada que recorre el mundo en ‘’su caravana de los retos’. Sólo por citar algunos de los desafíos que ha ido cumpliendo en 2022 llegó a cruzar el Atlántico en un velero de 18 metros de eslora. “Imagina los problemas de movilidad con silla de ruedas en un barco así”. Y hace apenas un mes acaba de completar el Camino de Santiago en 24 días en ‘handbike’, una bicicleta impulsada por los brazos. En invierno se dedica al esquí alpino adaptado y en temporada estival opta por el esquí acuático.
La existencia de Albert transita sobre ruedas, bien las de su silla o las de su caravana y se dedica a practicar lo que más le gusta: los deportes y la vida.
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