ONG advierten de que una oleada de fuego como la de Grecia, Argelia o Turquía puede ocurrir también en España este verano
MADRID, 4 (EUROPA PRESS)
La oleada de incendios que se ha propagado durante estas últimas semanas en las regiones del Mediterráneo podría replicarse en España ya que esta nueva generación de fuegos es un fenómeno que se ha visto agravado e intensificado por el cambio climático, el abandono de zonas rurales y la falta de medidas y políticas de prevención efectivas, según expertos.
El decano del Colegio de Ingenieros de Montes, Eduardo Rojas, atribuye la oleada de incendios en la región Mediterránea a unos sistemas de extinción “extremadamente débiles” en muchos países, como Argelia o Grecia, sumado a una meteorología que potencia la capacidad del fuego, además de a la sequía y a la falta del cuidado del suelo, factores todos ellos que “potencian la ignición”.
Sin embargo, hasta la fecha, España ha tenido un verano relativamente benigno en cuestión de incendios después de que los cinco primeros meses de 2023 parecieran anunciar un año trágico como 2022, cuando ardieron casi 268.000 hectáreas en todo el país –el peor año del decenio–.
Según estadísticas del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, entre el 1 de enero al 23 de julio de 2023 se han registrado 16 grandes incendios y se han quemado un total de 62.794 hectáreas, el equivalente a 88 campos de fútbol.
Aunque la cifra es alta, en declaraciones a Europa Press, Rojas se ha mostrado satisfecho ante la evolución de los incendios este año, que contrasta con lo ocurrido en 2022 cuando en el mismo periodo hubo 33 grandes incendios de más de 500 hectáreas, y se quemaron un total de 134.825,62 hectáreas.
De este modo, la tendencia de este año va en línea con las hectáreas quemadas habitualmente en España, salvo en 2012, que Rojas recuerda como un “año muy malo”, ya que a partir de 2013 hasta 2021 califica la serie de “muy positiva”.
LLUVIAS TARDÍAS, FALTA DE TORMENTAS SECAS Y CALOR BREVE
En este contexto, el decano argumenta que las lluvias tardías excepcionales de la segunda mitad de mayo, junio y el inicio de julio han mejorado la humedad de los tejidos vegetales vivos, que se han recargado. Además, ha señalado que esta ayuda de la meteorología sumada a la necromasa de los bosques (materia orgánica fresca en la superficie del suelo), ha preservado la humedad en una zona crítica por incendios como es el Mediterráneo.
Al mismo tiempo, Rojas subraya como un aspecto positivo la ausencia de tormentas secas y la poca incidencia del viento terral en el Mediterráneo, que en años anteriores provocaron grandes incendios forestales. De hecho, comenta que los fuegos provocados por rayos y viento terral son “muy difíciles” de atacar para los equipos de extinción.
En su valoración, destaca que más allá del beneficio de unas condiciones climatológicas favorables, España cuenta con “el sistema de extinción más potente de Europa”, a pesar de que este verano se ha reducido en una decena el número de medios aéreos del Estado para ayudar a las comunidades autónomas, competentes en materia de incendios, dado que los concursos de contratación han quedado desiertos.
Sin embargo, resta importancia a la reducción de medios ya que asegura que los aviones son útiles para atacar en el inicio un incendio, pero una vez que el fuego evoluciona, es el personal terrestre el encargado de su extinción.
ADVERTENCIA: ESPAÑA PUEDE ARDER COMO GRECIA
Mientras, las ONG ambientales Greenpeace, WWF y SEO/BirdLife coinciden, según han indicado a Europa Press, en que los fuegos de este verano en el Mediterráneo podrían replicarse perfectamente en la Península Ibérica y reclaman a las administraciones públicas que fomenten las políticas de prevención.
La portavoz de la campaña de incendios de Greenpeace España, Mónica Parrilla, ha subrayado que el cambio climático no origina los incendios, pero “los hace más intensos, peligrosos y con más capacidad destructiva”.
En esta idea coincide con el técnico de conservación de SEO/BirdLife, Jorge Fernández, quien ha señalado que ante un incremento de tormentas eléctricas secas pueden producirse más incendios.
Ambos representantes ecologistas han explicado que se deben de tomar una serie de medidas para que contribuir a que los bosques sean menos inflamables, ya que, según Fernández, “uno no puede prevenir que una tormenta seca o un humano provoquen un fuego”, pero sí cuidar la superficie forestal abandonada y una gestión forestal eficaz.
Estas no son las únicas respuestas para paliar una oleada de incendios, ya que la Organización Colegial de Veterinaria (OCV) ha defendido a Europa Press la importancia de utilizar el ganado como “una herramienta imprescindible” para evitar o disminuir de forma considerable el número de incendios, ya que insiste en que el pastoreo es una práctica ancestral con evidentes beneficios sobre los ecosistemas y que sirve para reducir los matorrales inflamables de los montes. De este modo, los veterinarios ven en el cambio climático y el abandono rural dos de las principales causas del incremento en el número de fuegos de los últimos años.
Asimismo, la organización SaveSoil ha denunciado que los suelos españoles están “empobrecidos” y en amplias zonas del país tienen mala calidad. Así, han apuntado a Europa Press que presentan de media un nivel de materia orgánica del 0,7 por ciento, cuando el mínimo para considerar un suelo sano es de, al menos, el 3 por ciento.
La entidad reclama políticas de suelo adecuadas, para lograr suelos capaces de absorber el agua, frente a una situación en la que la “sequedad” aumenta las posibilidades del fuego de prosperar. Por ello, insisten en que los suelos sanos, con mucha humedad “pueden mitigar fuegos e incluso aumentar las cosechas”.
Por su parte, WWF concluye que el abandono del medio rural y los usos tradicionales, la falta de mantenimiento de los bosques y el uso arraigado del fuego como herramienta de gestión, son factores acumulativos que multiplican la aparición de incendios.
Para lidiar con ello, la coordinadora de programa de bosques de WWF, Diana Colomina, insta a todas las partes a prepararse para estos episodios de incendios tan virulentos porque advierte de que “cada vez van a ser más frecuentes” en los países Mediterráneos.
La organización insiste en que, para paliar los efectos de los incendios se deben abordar las causas y apostar por una prevención “real” para el diseño de un territorio menos inflamable y más resiliente al cambio climático.
PETICIONES GUBERNAMENTALES
Ante la existencia de soluciones, pero no de políticas gubernamentales que sean eficaces, Greenpeace ha presentado esta misma semana su informe ‘Grandes Incendios Forestales. Ante incendios de alta intensidad, la gestión forestal es urgente’.
La ONG propone una batería de medidas entre las que figuran una petición al Gobierno de destinar 1.000 millones de euros al año para prevención de incendios y gestión del paisaje forestal, un presupuesto que ha calculado tras analizar el compromiso de las administraciones públicas en prevención, el cumplimiento de la normativa para zonas de Alto Riesgo (ZAR) y la inversión actual en gestión forestal.
Entre las proposiciones, Greenpeace piden reducir las igniciones y gestionar el paisaje por donde transcurre el fuego, el cual depende de la topografía, las condiciones meteorológicas y la vegetación susceptible de arder, siendo esta última la única que puede modificarse para evitar incendios.
Parrilla ha reafirmado que “la clave es la prevención”, lo que significa gestión forestal, cumplimiento de la planificación y recursos económicos y humanos necesarios para hacerlos efectivos.
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