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El Papa solicita “acoger siempre” a las víctimas de abusos en la Iglesia: “Los escándalos han deformado su imagen”

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Pide a sacerdotes y religiosos que no hagan de la Iglesia una “aduana” porque ha de haber lugar para “todos”

LISBOA, 2 (EUROPA PRESS)

El Papa Francisco ha reconocido, durante su primera homilía en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Lisboa, que los “escándalos” han “desfigurado” el rostro de la Iglesia y ha pedido “acoger y escuchar siempre” a las víctimas de abusos.

Así lo ha indicado este miércoles en su homilía durante las Vísperas con los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, consagradas, seminaristas y agentes pastorales, que ha tenido lugar en el Monasterio de los Jerónimos, en Lisboa.

El Pontífice ha indicado que, a veces, los sacerdotes y religiosos pueden experimentar “cansancio” en medio de mundos “cada vez más marcados por el secularismo”, con un “creciente distanciamiento de la práctica de la fe”, y ha añadido que esto se acentúa por la “rabia” de algunos por el “mal testimonio” de la Iglesia y por los “escándalos”.

“Esto a menudo se acentúa por la desilusión y la rabia que algunos alimentan en relación a la Iglesia, en algunos casos por nuestro mal testimonio y por los escándalos que han desfigurado su rostro y que llaman a una purificación humilde y constante, partiendo del grito de dolor de las víctimas, que siempre han de ser acogidas y escuchadas”, ha subrayado el Pontífice.

En una extensa homilía pronunciada en español, Francisco ha reflexionado sobre la parábola en la que Jesús invita a los pescadores a volver a echar las redes al mar, cuando ya se disponían a volver resignados a casa con las manos vacías.

“Cuando estamos desanimados, conscientes o no del todo conscientes, nos jubilamos. Nos jubilamos del celo apostólico, y nos vamos perdiendo, y nos transformamos en funcionarios de lo sagrado. Y es muy triste cuando una persona que ha consagrado su vida a Dios, se transforma en funcionario, en mero administrador de las cosas”, ha advertido.

Por ello, el Papa ha invitado a los sacerdotes y religiosos a “no tener miedo” a “caer y recomenzar”, a “aburrirse y recibir de nuevo la alegría” y, sobre todo, a no rendirse porque “esa resignación amarga es como un gusano que corroe el alma”.

“Hermanos, hermanas, lo que vivimos es ciertamente un tiempo difícil, lo sabemos. Pero el Señor pregunta a esta Iglesia, ¿quieren bajar de la barca y hundirse en esa desilusión que como un gusano anida en los corazones? ¿O quieren dejarme subir y permitir que sea una vez más la novedad de mi palabra la que lleve el timón?”, ha planteado.

En este sentido, les ha animado a que “no sean pusilánimes” y a “tomar distancia de esa tristeza dulzona y de ese cinismo irónico” que “tantas veces” les “asaltan” frente a las dificultades. Para ello, ha indicado que se necesita “mucha oración” y ha precisado que no se puede rezar “como un loro bla bla bla bla bla” o “durmiendo la siesta delante del sagrario”.

Además, ha pedido dejar a un lado las “ideologías” y la “mundanidad espiritual” de la cual “se engendra el clericalismo” que, según ha advertido, “no solo es de los curas” sino también de los laicos.

NO SER UNA ADUANA Y ACOGER A “TODOS, TODOS, TODOS”

Tras hacer referencia al camino sinodal, el Pontífice también ha defendido que “en la Iglesia tiene que haber lugar para todos”. “No olviden esta palabra, todos, todos, todos”, ha remarcado Francisco, al tiempo que ha pedido que “la Iglesia no sea una aduana para seleccionar quiénes entran y no”. “¡Todos! Cada uno con su vida a cuestas, con su pecado”, ha insistido.

“Por favor, no conviertan la Iglesia en una aduana. Acá entran los justos, los que están bien, los que están bien casados, y afuera todo lo demás. No, la Iglesia no es eso. Justos y pecadores, buenos y malos, todos, todos, todos. Y después que el Señor nos ayude a arreglar ese asunto”, ha propuesto.

Finalmente, el Papa ha invitado a los presentes a ser “ser pescadores de hombres”, a “anunciar el Evangelio” pero “sin proselitismo”, solo “invitando, acogiendo, ayudando” a salir de los “muchos abismos” que hay “en la sociedad hoy”.

Por su parte, el presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa y obispo de Leiria-Fátima, José Ornelas Carvalho, ha saludado con “profunda alegría” al Papa Francisco y ha acogido las invitaciones del Pontífice a ser una Iglesia donde todos son “hermanos y hermanas”, que se preocupa por el cuidado del planeta y que está “en salida”, es decir, “que ofrezca a todos los excluidos del mundo, con especial atención al drama de los refugiados signos evangélicos de presencia, atención y cuidado”.


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