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Alumnos de Alcalá desarrollan un dispensador para facilitar a las personas con discapacidad visual la identificación de sus medicamentos

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MADRID, 24 (SERVIMEDIA)

Cómo puede una persona ciega o con discapacidad visual “reconocer” un medicamento una vez extraído del envase. Esa es la pregunta que se hizo un equipo de alumnos de ESO del IES ‘Francisca de Pedraza’ de Alcalá de Henares y a la que trató de responder mediante el proyecto ‘No te equivoques de medicamento’, centrado en el desarrollo de ‘Pastidentes’, un dispensador automático adaptado.

El reto de esta iniciativa, una de las ganadoras del concurso ‘X Talento Challenge’, promovido por Fundación ONCE con el apoyo de Fundación Citi, es “facilitar” a estas personas la “gestión” de sus medicinas de forma “autónoma y segura” y, a su vez, contribuir a su “integración” laboral “empoderándolas” como posibles responsables de dispensar medicación en farmacias u hospitales, según explicó a Servimedia su coordinador, Álvaro Fueyo, profesor de Tecnología del centro educativo.

“La idea era crear algo que almacene esa medicación, que esté identificado a través de braille y que, además, sea fácilmente reproducible por impresión 3D”, abundó, para señalar que la creación de ‘Pastidentes’ se enmarca en la clase de Proyectos Tecnológicos de 4º de ESO y que el equipo que él lidera está integrado por nueve alumnos, tres de ellos estudiantes de 2º de la ESO del mismo instituto con discapacidad por Trastorno del Espectro Autista.

A este respecto, subrayó que el abordaje de la discapacidad “forma parte de los contenidos transversales” de la programación del centro, convencido de que se trata de “un tema que exige sensibilidad”. “Sobre todo, para que los alumnos entiendan que hay personas con dificultades y para que, en el caso de que al aula lleguen estudiantes con discapacidad, sus compañeros puedan ayudarles”, agregó.

Aunque aún tienen que “definirlo mucho más”, el prototipo que han diseñado consiste en una tolva en la que, según detalló Fueyo, “se guardan los medicamentos y que viene identificada con una placa en braille en la que pone el nombre del fármaco”. “Además, en la parte de abajo hay otra placa, también en braille, con el nombre del medicamento y que, al pulsarla, dispensa una pastilla que ellos pueden identificar”, añadió.

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PROCESO DE DISEÑO

Por lo que se refiere al proceso, en primer lugar se diseñaron las piezas con un programa “bastante básico” que, de cara al futuro y para “pulir más” el prototipo, será sustituido por uno “más complejo”. A continuación, las piezas se imprimieron en una impresora 3D y se procedió a su ensamblado, que, en parte, se llevó a cabo en el patio, porque, al ser un centro “pequeño y que está en construcción todavía”, aún no dispone de aula taller.

Una vez admitida la necesidad de “pulir bien las piezas y los diseños para que encajen perfectamente”, el coordinador calculó que, con las minimizaciones necesarias, el producto final, que no tiene ánimo de lucro, podría costar en torno a unos 60 euros incluyendo tres tolvas, que, a su juicio, son “fácilmente ensamblables”.

“Para pacientes que necesiten varios medicamentos, puede haber varios módulos que se enganchan entre ellos y luego cambiar la placa es muy sencillo”, aseveró el coordinador del proyecto, que puntualizó que fue en febrero cuando comenzaron a trabajar a partir de una idea que el equipo tenía en mente antes de presentarse al concurso.

Precisamente, el hecho de que su “hoja de ruta” no planteaba “un proyecto desde cero” es, a su entender, “lo que más valoró el jurado”. “Que no era una idea etérea, sino que ya estaba, en parte, materializada y en una fase ya avanzada de desarrollo”, deslizó, para confirmar que “ya había un diseño previo, aunque fuese muy tosco, y una idea fundamental a partir de la cual crecer”.

CONCURSO

El concurso, dirigido a jóvenes de entre 14 y 18 años, que busca “promover el espíritu emprendedor con impacto social en la juventud española” y del que también resultaron ganadores un equipo impulsado por la Fundación Rafa Puede de Murcia, así como el compuesto por alumnos del instituto ‘Calderón de la Barca’ de Pinto, constaba de dos fases.

En la primera de ellas, los 59 equipos participantes, entre cuyos componentes debía haber al menos dos personas con discapacidad, presentaron un proyecto de impacto social en su entorno dentro de una plantilla Canvas facilitada por la organización y en la que los participantes tenían que informar sobre el objeto de su ‘startup’, el “problema al que hacía frente” su proyecto, el público al que se dirigía y el “impacto social que se perseguía”, según informó Fundación ONCE.

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De entre todos los proyectos presentados, un jurado formado por representantes de Fundación ONCE y Fundación Citi, además de por expertos en emprendimiento, seleccionaron a un total de 25 equipos, entre ellos el del instituto alcalaíno. Para ello, tuvieron en cuenta criterios como la creatividad e innovación, el propio impacto social generado, la accesibilidad e inclusión y la oportunidad y viabilidad del proyecto.

En la segunda fase, los equipos, apoyados por mentores de Roche -en el caso del IES ‘Francisca de Pedraza’-, Acciona, Accenture, Cosentino, ILUNION, Nestlé, Inserta Empleo, DIA, Applus+, BP, Silence y Bestinver, contaron con al menos tres integrantes con discapacidad y presentaron un dossier “más desarrollado” de su proyecto de impacto social, en el que detallaron aspectos como presupuesto, necesidades, tareas y modo de ejecución.

En paralelo, también tuvieron que rellenar una ficha describiendo las “habilidades blandas” de los integrantes del grupo, entre las que Fueyo destacó de su equipo la capacidad de “liderazgo, compromiso en el trabajo, manejo de herramientas de diseño, montaje y programación”, entre otras.

Una vez diseñadas, impresas y montadas las piezas, la “siguiente fase”, ya en septiembre, será ponerse “en contacto” con la Fundación ONCE con el fin de “crear alguna colaboración” que permita “minimizar los circuitos” del prototipo con el apoyo también de “alguna universidad”. La “idea” es tener ya el prototipo plenamente desarrollado “para principios del año que viene” e incluso registrarlo en la oficina de patentes, opción que, según afirmó Fueyo, se encuentran “valorando”.

APRENDIZAJES

Entretanto, en su balance de esta experiencia, el coordinador de ‘No te equivoques de medicamento’ consideró que sus alumnos de 4º de la ESO han logrado “ponerse en la piel de personas con discapacidad”, algo que estimó “bastante constructivo”. “Han trabajado la empatía frente a las dificultades a las que se enfrentan las personas con discapacidad y han aprendido cómo solucionarlas”, apostilló.

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Por lo que respecta a los alumnos con discapacidad, manifestó que “han descubierto habilidades suyas que no conocían y han ayudado a definir las ideas y el proyecto en sí”.

“En cuanto a mí, he aprendido a gestionar un equipo de proyectos, a trabajar con alumnos este tipo de actividades y, principalmente, a comprender que los alumnos con discapacidad pueden aportar muchas cosas que, en algunos casos, ni me esperaba”, admitió.

Constatar que su proyecto “ha salido adelante” ha supuesto “un orgullo” para todos, especialmente para los alumnos, al igual que “verse en la tele en el espacio del cupón dedicado a los proyectos de la ONCE”.

EL PREMIO

En la misma línea, haberse alzado con este premio, dotado de 6.000 euros como capital semilla para poner en marcha su proyecto de impacto social, también ha representado “una ilusión y una gran alegría” para ellos porque, según su profesor “han trabajado mucho” hasta hacer realidad su propuesta, con el “apoyo enorme” de un instituto que basa parte de su éxito académico en que los alumnos “aprendan a través de proyectos, especialmente en la asignatura de Tecnología”.

Así lo valoró también Christian Martín Clemente, alumno de 16 años de segundo de la ESO con discapacidad intelectual del 40% que ayudó a diseñar los compartimentos donde depositar la medicación y, en declaraciones a Servimedia, se mostró “muy contento” de ganar un premio que, aseguró, no se “esperaba”.

Tras afirmar que, entre otras cosas, su participación en el proyecto le permitió “aprender” a trabajar en equipo y le ha “enseñado” que personas con discapacidad visual pueden mejorar la gestión de sus medicamentos “con apoyo” y que “es posible” que alumnos con su discapacidad “les puedan ayudar”, Christian confesó que le “gustaría seguir con el proyecto”, pese a que el próximo curso comenzará a estudiar una FP básica de electrónica y electricidad.


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