SEVILLA, 17 (EUROPA PRESS)
El abogado y escritor Guillermo Palanco Puga ha destacado en el seminario de la Universidad Pablo de Olavide (UPO), ‘Valores para un mundo con valor’, que “el silencio es una necesidad vital pero, no hemos aprendido a cultivarlo, sino a temerlo. Y se asocia a la soledad, otro terrible monstruo contemporáneo, aunque no tienen por qué ir necesariamente unidos”.
Así lo ha indicado Polanco en el seminario que se está celebrando dentro del programa de los cursos de verano de la Universidad Pablo de Olavide en Carmona y que dirige la profesora del Departamento de Filología y Traducción de la UPO , Pilar Rodríguez Reina.
En una nota de prensa, la universidad ha explicado que en un contexto en el que ciertos valores, dotados de amplia trayectoria y significado históricos, van perdiendo paulatinamente pujanza en beneficio de otro tipo de actitudes, este curso centra su foco en reivindicarlos con objeto de reintegrarles su vigencia, demostrando su utilidad.
Asimismo, el docente ha destacado que, precisamente, el silencio es uno de ellos, puesto que es fundamental y debe ser enseñado. “Hay que educar en el silencio, porque vivimos, para nuestra desgracia, en una cultura del ruido. Y España es un país que alcanza cotas de ruido muy elevadas”, ha apuntado.
Palanco ha sostenido que es fundamental buscar tiempo para adentrarse en el silencio, para que puedan surgir preguntas “que nunca nos hacemos, como ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Cuál es nuestro propósito? ¿Estamos haciendo lo que realmente queremos hacer?, lo que nos provoca una sensación de falta de paz”.
Al hilo de ello, el escritor ha destacado que si esas cuestiones “se efectuasen a menudo y, además, se diera el tiempo de contestarlas como es debido, las personas tendrían la posibilidad de escucharse mejor entre si. Sin embargo, se prefiere consumir todo tipo de elementos sensoriales, que contribuyen a ese ambiente de ruido, por un deseo compulsivo de huir de nosotros mismos”.
Disfrutar del tiempo de la vida es otra de las cosas que se han reivindicado en este seminario, en contraposición al tiempo productivo. Según ha explicado el escritor, se tiende a obviar el placer que reportan las pequeñas cosas, como contemplar un paisaje, escuchar el trino de los pájaros o el rumor de las olas del mar “porque vivimos en una sociedad que programa a sus miembros; no en vano, estamos rodeados de ordenadores y de tecnologías varias”.
De esta forma, ha continuado, “los deseos no se corresponden con lo que, en realidad se quiere, sino con lo que, a nivel social, se supone que se debe hacer. Por ello, en el fuero interno se sabe que una actividad considerada socialmente improductiva o desenfocada, suele ser reprobada. Así es como surge el sentimiento de culpabilidad que es asociado a esos actos simples, humanos, a pesar de que, en realidad, son los que nos hacen conectar con nosotros mismos y crear entornos propicios para la felicidad”.
Por otro lado, el escritor también ha animado a cultivar valores como la paciencia y la constancia para poder ser conscientes de que las cosas no surgen de la noche a la mañana, sino que necesitan su tiempo; a veces, mucho tiempo. “Si uno quiere convencerse, puede dedicarse a observar algunas maravillas que nos ofrece la naturaleza, como seguir el incansable y laborioso curso de las hormigas, o visitar cuevas donde, por una acción incesante del agua durante, a veces, siglos, se formanincreíbles y maravillosas estalagmitas y estalactitas”, ha remarcado Palanco.
Además, ha considerado que la gratificación instantánea es una contradicción en los términos, puesto que la gratificación no puede ser instantánea, porque suele ser el producto –y, por eso, viene precedida– de un trabajo previo y prolongado. “Y lo instantáneo difícilmente puede ser gratificación, porque tiene que ver más con la suerte, el regalo o, en todo caso, con un simple accidente”, ha puntualizado.
El también abogado ha añadido que “como ilustra el título del libro de Ryan Holiday, ‘The obstacle is the way’ –es decir, el obstáculo es el camino– o, dicho de otro modo, el camino nunca es llano y diáfano, sino que está lleno de dificultades que hay que estar continuamente sorteando. Y esto exige constancia y mucha paciencia”.
Otro de los temas que ha abordado el docente es la relación con nosotros mismos. A este respecto, ha considerado que se debe ser razonablemente exigentes con nosotros mismos, puesto que el objetivo debe ser mejorar día a día, buscando continuamente la excelencia, “pero sin dejar de tratarnos, al mismo tiempo, con altas dosis de comprensión, si es que llegamos a fallar, lo que entraría dentro de lo normal”.
Por último, ante todas las cosas, ha concluido que “también se ha de ser comprensivos con los demás. La compasión –que proviene de la comprensión– siempre ha reportado muchos más beneficios que el castigo”.
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