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Un uso más frecuente de los repelentes de insectos no es más efectivo y resulta innecesario, según Sanidad

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MADRID, 09 (SERVIMEDIA)

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), adscrita al Ministerio de Sanidad, recuerda que un uso de los productos repelentes de insectos “más frecuente” del indicado “no es más efectivo y resulta innecesario”. Además, urge a consultar con profesionales sanitarios su aplicación en menores de tres años.

Estos son algunos de los consejos recogidos en las ‘Recomendaciones de la Aemps sobre repelentes de uso humano’ para una “correcta identificación y buen uso de estos productos” y que incluye instrucciones sobre su modo de empleo, uso en niños, detalles sobre el etiquetado o su combinación con cremas solares.

Por lo que respecta al modo de empleo, la Aemps recomienda aplicar el producto en la mano y extenderlo sobre áreas no cubiertas por la ropa, lavarse las manos tras aplicarlo y también el resto del cuerpo donde se ha usado una vez concluido el tiempo de protección y evitar el contacto con ojos, labios, mucosas, heridas y zonas “sensibles” o “enfermas” de la piel.

En cuanto al etiquetado, recuerda que debe aparecer un número de registro y las instrucciones a seguir del fabricante y, por “seguridad y eficacia”, aconseja elegir repelentes autorizados por la propia Aemps o la Dirección General de Salud Pública.

Asimismo, emplaza a los usuarios a seguir las recomendaciones sanitarias en “zonas de riesgo de transmisión de enfermedades”.

USO EN NIÑOS

Por lo que se refiere a su uso en niños, la agencia subrayó que el producto debe ser aplicado por un adulto y llamó a consultar con profesionales sanitarios su aplicación en menores de tres años.

En el caso de su uso en combinación con cremas fotoprotectoras, abogó por aplicar primero el fotoprotector, dejar que se absorba y después aplicar el repelente.

La Aemps recordó que los repelentes de uso humano son productos biocidas del tipo 19 (TP19) y contienen sustancias activas de carácter biocida, cuya finalidad es controlar mediante repulsión a los organismos “nocivos”, capaces de transmitir enfermedades infecciosas.

“De esta forma, se evita el contacto humano-vector”, abundó, para señalar que las enfermedades transmitidas por vectores “suponen una preocupación para la salud pública mundial y constituyen el grupo de enfermedades que más está creciendo en el mundo”.

Entre los vectores, destacó los mosquitos o garrapatas, posibles responsables de la transmisión de agentes infecciosos causantes de enfermedades como la fiebre amarilla, el dengue, el virus zika, el chikungunya, la fiebre del Nilo occidental o la fiebre hemorrágica de Crimea Congo.

“Una de las principales herramientas para reducir el riesgo por contagio pasa por disminuir el contacto con los vectores, utilizando, por ejemplo, productos biocidas repelentes de uso humano”, resolvió.


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