GRANADA, 28 (EUROPA PRESS)
El presidente del Consejo Escolar de Andalucía, Manuel Pérez García, ha señalado este miércoles que “contar con el alumnado de verdad, hacerle partícipe y responsable (o corresponsable) de la realidad de los centros promueve que haya sentimiento de pertenencia y eso repercute directamente en el bienestar del alumnado y en los resultados académicos, como está científicamente comprobado”.
Lo ha hecho en una nota de prensa en relación con algunas de las principales conclusiones del XXIV Encuentro de Consejos Escolares Autonómicos y del Estado, que acogió Granada los días 13 y 14 de junio, una iniciativa impulsada por el Consejo Escolar del Estado junto al de Andalucía que reunió a más de cien docentes de toda España para buscar fórmulas de participación del alumnado y convivencia.
Empatizar con los alumnos, “ponernos en su lugar y entender dónde están sus puntos de interés para acercarnos a ellos”, fue otro de los puntos que recabó más consenso de los docentes. “Crear un clima propio para la participación: cambio de metodología para que el alumnado sea parte de verdad, evitando prejuicios de tiempos anteriores”, es otra de las conclusiones, según han informado desde el Consejo Escolar de Andalucía.
“Elaborar materias y currículo participativos. Y autoevaluación, coevaluación y retroevaluación” figuran entre la ideas principales del encuentro, al que asistieron representantes estudiantiles de la Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes formada por federaciones y asociaciones de estudiantes de varias Comunidades Autónomas de todo el país.
También se detectó que hay una brecha importante de participación entre Primaria y Secundaria, ya que se hallan mayores niveles de participación de alumnado y familias en Infantil y Primaria y ésta desciendo en Secundaria. “En Secundaria es muy importante la búsqueda de estructuras espacio-tiempo para trabajar estos aspectos”.
Otras buenas prácticas en este sentido son valorar la importancia del estado de ánimo del alumno y explicar tanto lo positivo como lo negativo cuidando la salud mental y la educación emocional; hacer asambleas de aula para la gestión de la convivencia; establecer que cada aula y cada grupo, según esté configurado, según su comportamiento y preferencias, vaya desarrollando diversas normas de convivencia; o establecer medios para resolver conflictos que se votan en la clase y, con ello, se va creando una “jurisprudencia” que ayuda a que nuevos conflictos se resuelvan igual, con las herramientas que ya hay.
La formación del alumnado en competencias emocionales, resolución de conflictos y mediación, primero en las tutorías, después de forma transversal en todo el centro y, por último, con la propia configuración del organismo, fueron otras de las propuestas mejor valoradas.
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