MADRID, 26 (SERVIMEDIA)
El gigantesco tiburón extinto megalodón, que vivió en los océanos del mundo hace entre 23 millones y 3,6 millones de años, y medía unos 15 metros, era depredador de sangre caliente.
Así lo asegura un equipo de investigadores dirigido por Michael Griffiths y Martin Becker, profesores de ciencias ambientales de la Universidad William Paterson (Estados Unidos), en un estudio revisado por pares y publicado en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’.
Los autores utilizaron dientes fósiles para determinar que la temperatura corporal del megalodón (‘Otodus megalodon’), considerado el depredador marino más grande que jamás haya existido, era mucho más alta de lo que se pensaba. Estudios previos sugirieron que esta especie extinta de tiburón era probablemente de sangre caliente -o regionalmente endotérmico, más concretamente-, al igual que algunos tiburones modernos, pero se basaban en inferencia pura. El nuevo trabajo proporciona la primera evidencia empírica de que eran así.
El equipo de investigación utilizó una nueva técnica geoquímica, que involucra termometría de isótopos agrupados y termometría de isótopos de oxígeno de fosfato, para probar la hipótesis de endotermia del megalodón.
“Los estudios que utilizan estos métodos han demostrado que son particularmente útiles para inferir las termofisiologías de vertebrados fósiles de orígenes metabólicos ‘desconocidos’ al comparar su temperatura corporal con la de fósiles coexistentes de metabolismos ‘conocidos'”, explica Griffiths.
ISÓTOPOS
La termometría de isótopos agrupados se basa en la preferencia termodinámica por dos o más isótopos ‘más pesados’ de un elemento particular (debido a neutrones adicionales en el núcleo), como el carbono-13 y el oxígeno-18, para formar enlaces en una red mineral basada en las temperaturas de mineralización. El grado en que estos isótopos se unen o agrupan puede revelar la temperatura a la que se formó el mineral.
Además, la termometría de isótopos de oxígeno de fosfato se basa en el principio de que la proporción de los isótopos estables de oxígeno -oxígeno-18 y oxígeno-16- en los minerales de fosfato depende de la temperatura del agua corporal a partir de la cual se formaron.
El nuevo estudio encontró que el megalodón tenía temperaturas corporales significativamente más altas que los tiburones considerados de sangre fría o ectotérmicos. Entre los tiburones modernos con endotermia regional se encuentra un grupo que incluye marrajo y grandes tiburones blancos, con una temperatura corporal promedio que oscila entre 22,0 y 26,6 grados, esto es, entre 10 y 21 grados más alta que la media del océano. El nuevo trabajo sugiere que el megalodón tenía una temperatura corporal promedio general de aproximadamente 27 grados.
‘Otodus megalodon’ tiene un rico registro fósil, pero su biología sigue siendo poco conocida, como la mayoría de los otros tiburones extintos, porque no se conoce ningún esqueleto completo de los peces cartilaginosos. Por suerte, sus abundantes dientes permanecen y pueden servir como puerta al pasado.
“‘Otodus megalodon’ fue uno de los carnívoros más grandes que jamás hayan existido y descifrar la biología del tiburón prehistórico ofrece pistas cruciales sobre los roles ecológicos y evolutivos que los grandes carnívoros han desempeñado en los ecosistemas marinos a través del tiempo geológico”, indica Kenshu Shimada, paleobiólogo de la Universidad DePaul en Chicago (Estados Unidos).
CAMBIO CLIMÁTICO
La capacidad del megalodón para regular la temperatura corporal es evolutivamente profunda porque se cree que la evolución de la sangre caliente también actuó como un factor clave para su gigantismo. Investigaciones geoquímicas previas realizadas por Griffiths, Becker y sus colegas han sugerido que ‘Otodus megalodon’ era un depredador importante que se situaba en la parte superior de la cadena alimentaria marina.
Las altas necesidades metabólicas asociadas con el mantenimiento de la sangre caliente pueden haber contribuido a la extinción de la especie debido a un enfriamiento global durante el Plioceno, según los investigadores.
“Debido a que el megalodón se extinguió en la época de los cambios extremos en el clima y el nivel del mar, que afectaron la distribución y el tipo de presa, nuestro nuevo estudio arroja luz sobre la vulnerabilidad de los grandes depredadores marinos, como el gran tiburón blanco, a factores estresantes como el cambio climático”, indica Griffiths.
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