MADRID, 18 (SERVIMEDIA)
La vicepresidenta segunda del Gobierno y candidata de Sumar a las elecciones generales, Yolanda Díaz, acusó este domingo al PP de, “sin rubor y sin complejos”, haber constituido ayer los ayuntamientos pactando con Vox “para destruir los derechos de las mujeres y las personas LGTBI”.
Lo hizo en un acto de precampaña de Sumar en Madrid bajo el lema ‘La España que merecemos’, que cerró ella tras la participación de cuatro de los candidatos de Sumar en diferentes circunscripciones para las elecciones del 23 de julio.
Además, señaló que el PP “no tiene un plan para España”, sino sólo la “propuesta fracasada” de la “bajada generalizada de los impuestos”, que no defiende ningún otro partido conservador, porque ocurriría como en el Reino Unido, “quebraría nuestro país”, con sus “propuestas irreales y acientíficas”.
Es más, recordó que, cuando gobernaba el PP con Mariano Rajoy, subió 30 figuras impositivas y especialmente el IVA, que es la más regresiva. Frente a ese supuesto plan del PP, defendió que “España es un país que cuida y coloca los valores de la educación y la sanidad en el centro” y donde “las mujeres somos las protagonistas.
Sobre la situación económica, dijo que no comparte “la visión optimista de los macrodatos”, porque “la gente lo está pasando mal” con la subida de los precios y las hipotecas. “Tenemos un plan y lo vamos a hacer”, garantizó, rechazando el código ético que aprobó el Gobierno y sólo ha beneficiado a 10.000 personas, no al millón que se prometió.
Finalmente, volvió a reivindicar el Estatuto del Becario y a retar al PSOE a que, si lo quiere retrasar, “tiene que explicar a los jóvenes por qué quiere continuar con la mayor forma de precariedad”. Igualmente defendió la Ley de Usos del Tiempo, para acabar la jornada a las 18.00 horas y, una vez más, la llegada de la democracia a las empresas.
Díaz volvió a defender una reforma fiscal con impuesto permanente a las grandes fortunas y modificación del de Sociedades para evitar que sea “un queso gruyere” de exenciones y deducciones, y así mejorar los servicios públicos y que no siga siendo “el Juan Pueblo” el que sostenga el Estado del Bienestar.
“UNA FUERZA TRANQUILA Y ALEGRE”
“Estas elecciones no van del futuro de ningún político. Van de que tu vida sea mejor”, afirmó, antes de definir a Sumar de una forma que pareció distinguirse de Podemos. “Somos una fuerza tranquila porque deseamos vivir en un país tranquilo. Somos una fuerza optimista, una fuerza alegre, porque queremos que la gente viva mejor en nuestro país”, añadió.
Antes de su intervención final, Agustín Santos, hasta ahora embajador permanente de España ante Naciones Unidas y número dos de Sumar por Madrid, señaló que en los próximos años “nos vamos a jugar la salida de la encrucijada en un sentido progresista o la vuelta a las cavernas”. Por ejemplo, para emprender una lucha contra el cambio climático justa y para acabar con la desigualdad y tener un país en el que todos seamos iguales en derechos.
En esa línea, advirtió de que “un Gobierno reaccionario supondrá un retroceso”, sobre todo cuando en 2024 comenzará un consenso europeo de ajustes, en el que no se ha de hacer como con Grecia en 2010 sino con “una Europa que permita avanzar a todos juntos”.
A nivel interno, avanzó que Sumar será el eje que agrupará a su torno a todas las izquierdas para ganar una mayoría social y ser “un Gobierno del ciudadano” basado en que todos ellos lleguen a fin de mes para decidir con autonomía. En el internacional, instó a un alto el fuego inmediato en Ucrania y no sacrificar vidas cuando se puede conseguir lo mismo con una diplomacia progresista.
El economista Carlos Martín, número seis por Madrid y hasta ahora director del gabinete económico de CCOO, enumeró sus “motivos muy materiales” para unirse a Sumar, que serían los logros de Díaz en el Ministerio de Trabajo: acabar con la temporalidad, gestionar la recesión más profunda sin despidos y homologar el salario mínimo interprofesional a los estándares europeos. Por eso cree que tiene la autoridad de “tomar decisiones poniendo el interés general por encima de los intereses particulares”.
Anunció que una de las primeras medidas de Sumar sería el “bono de emergencia para los hogares hipotecados hasta que disolvamos el oligopolio bancario” que luego reafirmaría Díaz, para mitigar la pérdida de poder adquisitivo de las familias, y también se comprometió a llegar al pleno empleo gracias al cambio de modelo productivo hacia la transición verde y digital. Por último, señaló el “escaqueo fiscal” como tercer gran reto.
DIVISIÓN CULTURAL
Diagnosticó que es la calidad del empleo lo que disuelve la desigualdad y alertó de que se está intentando “dividir en lo cultural” a las clases trabajadoras y acabar con el diálogo social y devaluar palabras como el feminismo y las personas LGTBI. En este sentido, dijo que Díaz no es sólo una garantía para los temas materiales sino también para dar la batalla cultural.
Violeta Serrano, inspectora de trabajo y número uno por León, destacó que su trabajo tiene impacto derecho en las personas y para ejercerlo Díaz “tiene que ser presidenta”. Llamó a instaurar políticas para que los jóvenes emigrados vuelvan, con una “transversalidad entre territorios” y “descomprimiendo las grandes ciudades” para intentar ser “una potencia verde europea” pero hablando con los territorios. “Renovables sí pero no así”, sintetizó, rematando que Sumar no quiere “cavar trincheras” y meterse en ellas sino decisiones y actos.
Finalmente, se refirió a la calidad democrática, que ve en peligro por la supuesta perversión que hace la derecha de palabras como libertad, solidaridad y comunidad, y terminó llamando a “soñar lo imposible para lograr lo necesario”.
Verónica Martínez, cabeza de lista por Pontevedra, afirmó que “si Sumar no existiese, habría que inventarlo”, como “herramienta para transformar la realidad”, y contó su experiencia personal de haber tenido que marcharse a Argentina tras la crisis de 2008 y, a la vuelta a su pueblo gallego, haber encontrado “abandono y olvido” porque “los únicos que tienen hijos son las cigüeñas”.
Después, alertó de que la digitalización puede significar precarización y vuelta al derecho laboral del siglo XIX, pilotado por los algoritmos. También de que existe una amenaza contra lo colectivo, aislando a las personas individuales, y de una segmentación laboral que beneficie a los hombres sobre las mujeres.
Pidió una reindustrialización centrada en sectores con valor añadido y una transición hacia los empleos verdes pero “de manera que no dejemos a nadie atrás” y “reciclar a aquellas personas que todavía pueden trabajar” y repartir de forma equilibrada entre territorios, así como dotar de más atención a los cuidados y garantizar “trabajo digno para todos”.
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