Un documento de Naciones Unidas alerta que la amenaza terrorista está aumentando en el país y la región
MADRID, 18 (EUROPA PRESS)
“La amenaza del terrorismo está aumentando tanto en Afganistán como en la región”. Esa es la principal conclusión del último informe del equipo de seguimiento de las sanciones impuestas por la ONU a los talibán, que denuncia que Al Qaeda cuenta con campos de entrenamiento en el país y alerta de que la filial de Estado Islámico se está volviendo más sofisticada y letal en sus acciones.
El documento subraya que los talibán, en el poder en Afganistán desde agosto de 2021, mantienen a día de hoy un vínculo “fuerte y simbiótico” tanto con Al Qaeda como con Tehrik-e-Taliban Pakistán (TTP, los talibán paquistaníes) y aunque han llevado a cabo acciones contra Estado Islámico Jorasán (ISKP, la filial del grupo terrorista), en general “no han cumplido las disposiciones sobre lucha antiterrorista” incluidas en el acuerdo alcanzado con Estados Unidos.
Los talibán se comprometieron en el Acuerdo de Doha suscrito en febrero de 2020 con la Administración de Donald Trump a evitar el uso del territorio afgano como base de lanzamiento de nuevos ataques como el perpetrado por Al Qaeda el 11-S en suelo estadounidense. A cambio, Washington accedió a la retirada de sus tropas en Afganistán, cuya salida precipitada llevó a la caída en agosto de 2021 del Gobierno de Hamid Karzai y devolvió a los talibán al poder.
Sin embargo, como señala el documento, elaborado en base a la información de Inteligencia que suministran los estados miembro de la ONU, los talibán no han cumplido con sus compromisos en esta materia dado que “Al Qaeda está reconstruyendo su capacidad operativa” mientras que las operaciones de ISKP “se están volviendo más sofisticadas y letales”.
REFUGIO SEGURO PARA AL QAEDA
Afganistán sigue siendo un “refugio seguro” para Al Qaeda, cuyo fundador Usama Bin Laden residió en el país durante años y cuyo sucesor, Ayman al Zawahiri, fue eliminado en un bombardeo de la CIA en Kabul el pasado 31 de julio si bien el grupo terrorista sigue sin haberlo confirmado a día de hoy ni haber informado de quién es el nuevo líder.
Al Qaeda “mantiene un perfil bajo, centrada en usar el país como ‘hub’ ideológico y logístico para movilizar y reclutar nuevos combatientes mientras que de forma encubierta reconstruye su capacidad de acciones externas” al tiempo que trata de fortalecer su posición en el país, para lo cual apoya al régimen talibán y protege a algunos de sus altos cargos.
Es más, según destaca el informe, algunos miembros de Al Qaeda ostentan cargos en el régimen talibán o ejercen como asesores en el aparato administrativo y de seguridad. Así, dos de los gobernadores talibán, los de las provincias de Kapisa y de Nuristán, son miembros del grupo terrorista.
En Afganistán habría entre 30 y 60 miembros de Al Qaeda Central, entre ellos altos cargos, mientras que en todo el país habría unos 400 combatientes que operan en el sur (Helmand, Zabul y Kandahar), el centro (Ghazni, Kabul y Parwan) y el este (Kunar, Nangarhar y Nuristán).
El grupo terrorista ha establecido nuevos campos de entrenamiento en Badghis –donde en su día estuvieron desplegadas las fuerzas españolas–, Helmand, Nangarhar, Nuristán y Zabul. En el caso del campo de entrenamiento en Nuristán está destinado específicamente a formar a terroristas suicidas. Además, Al Qaeda cuenta con ‘casas seguras’ en Fará, Helmand, Heart y Kabul.
ESTADO ISLÁMICO, LA AMENAZA MÁS SERIA
Por lo que se refiere a la filial de Estado Islámico es claramente a día de hoy “la amenaza terrorista más seria en Afganistán, los países vecinos y Asia Central”, sostiene el informe, que subraya que en el último año el grupo “se ha beneficiado de crecientes capacidades operativas y de la libertad de movimientos” en el país.
ISKP ha tratado de mantener el ritmo de ataques, intercalando algunos de gran impacto con los que “provocar conflicto sectario y desestabilizar la región a medio y largo plazo”. Sus acciones, según la información facilitada por algunos países, se han vuelto “más ambiciosos y complejos” y aunque no siempre han logrado su objetivo sí que han conseguido atraer el foco mediático y la atención internacional.
Según el informe, ISKP ha reivindicado más de 190 atentados suicidas con más de 1.300 muertos o heridos y cuenta en Afganistán con entre 4.000 y 4.000 combatientes, incluidos sus familias. Como Al Qaeda, tiene también campos de entrenamiento, sobre todo en el norte y en el este del país, cinco de los cuales fueron construidos en el último año. Asimismo tiene una red de células durmientes en el centro del país, lo que incluye la capital.
En la última semana han circulado informaciones en medios afganos y paquistaníes de que el líder de ISKP, Sanaulá Ghafari, alias Sahab al Muhajir, habría sido abatido en una operación en la provincia de Kunar, si bien no ha habido confirmación oficial de este extremo ni por parte de los talibán ni del propio grupo terrorista. De él, el informe destaca que se le considera como “el líder más ambicioso” de los que ha tenido la filial.
Por otra parte, ISKP ha sabido explotar la hostilidad de los talibán hacia la anterior Administración y en particular sus fuerzas de seguridad, atrayendo a sus filas a comandantes talibán y combatientes de minorías étnicas insatisfechos con la narrativa del régimen actual, así como a prisioneros liberados. A ello contribuye también, según el documento, que el grupo paga salarios más altos a sus reclutas.
Este tipo de informes gozan de mucho prestigio tanto entre las autoridades occidentales como entre los expertos en terrorismo, que ven en ellos una importante fuente de información. Sin embargo, fuentes oficiales estadounidenses han rebajado el contenido de este documento en concreto en declaraciones a la emisora Voice of America.
Así uno de los altos cargos consultados por este medio ha negado que “Al Qaeda haya reconstituido su presencia” tras la marcha de las tropas estadounidenses en agosto de 2021, esgrimiendo que si se hubieran creado campos de entrenamiento no habrían pasado desapercibidos a Estados Unidos. Tampoco da por válidos los datos del número de combatientes de Estado Islámico.
Edmund Fitton Brown, que dirigió previamente este grupo de seguimiento, ha roto una lanza por el informe, esgrimiendo que su contenido se realiza una triangulación de toda la información y solo se incluye aquella sobre la que hay una “confianza razonable”.
También Bill Roggio, experto en terrorismo y editor de la publicación especializada ‘Long War Journal’, ha dado por válidas las tesis expuestas por el informe. “Al Qaeda ciertamente no está en declive ni ha sido diezmada o derrotada, sino que sus lazos con los talibán, como expone el informe, siguen siendo ‘fuertes y simbióticos’, y Al Qaeda está prosperando con el beneficio del ‘refugio seguro’ en Afganistán”, ha subrayado en su publicación.
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