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“Karmento sugiere que es importante cuestionar la tradición y, en ocasiones, es necesario luchar contra las raíces mismas”

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Miles de personas descubrieron a la bogarreña durante el Benidorm Fest, donde rozó ser la primera manchega en Eurovisión

ALBACETE, 13 (EUROPA PESS)

¿Se han cantado alguna vez unas manchegas en horario de máxima audiencia? El pasado mes de febrero, lo más cercano que podrá verse en mucho tiempo a ese milagro vino de la mano de Karmento, el ‘alter ego’ de la artista de Bogarra (Albacete) Carmen Toledo, que participó con ‘Quiero y duelo’ en el Benidorm Fest, la clasificación española para Eurosvisión.

“No fui a ganar, fui a hacer una actuación ganadora, que enseñara a la gente lo que yo hago, el concepto que traigo”, reflexiona ahora la cantante en entrevista con Europa Press, recién llegada de actuar en Brasil y nombrada Hija Predilecta de Castilla-La Mancha el 31 de mayo. “Hasta que no ha pasado todo, no sabes por qué has hecho lo que has hecho, cuál es el aprendizaje”, comenta.

Con dos discos en el mercado y trabajando en el tercero, su proyecto musical iba floreciendo poco a poco hasta Benidorm, que supuso “meterle un turbo”. “Ahora estoy cayendo de ese salto, siendo consciente de dónde he aterrizado después de saltar y volar”. Con casi un millón de reproducciones en Spotify y superando las 400.000 en YouTube, queda claro que la canción ha volado hasta más público del que sería sensato soñar para una artista independiente.

¿Qué ha visto en Karmento la gente que ha descubierto este año a la albaceteña? Su canción ha conectado “con una sensibilidad de lugar pequeño y pobre”, reflexiona, “del sitio del que hay que irse para buscarse la vida”. “Ha conectado con quienes se han ido de casa para buscar algo mejor”. Y, humilde, añade que “quizás era el momento”. “¿Qué hace que funcione un proyecto, de entre todos los que hay? A veces que se abre una grieta donde tiene sentido ese proyecto. Y te cuelas”.

Esa ventana de oportunidad es la de la música que, a falta de una mayo precisión podemos llamar de raíz. Manchegas, seguidillas, jotas y verdiales palpitan en las composiciones de Karmento, y ella es la primera sorprendida. Asegura que ha hecho de folclorista sin saber que eso estaba ahí. “Esa sensación de llevar dentro la intrahistoria de un lugar es un descubrimiento emocionante”.

Pero la música tradicional de su tierra no es lo único que la define. Ella prefiere el término folk por “menos localista, porque habla de una conexión con el entorno, con la naturaleza, con el pueblo”; y porque deja la puerta abierta a la fusión. La han comparado con Joan Baez, Joni Mitchell, el Robe… “Qué bonito”, declara. “Soy una mezcla de todo eso y de más. Soy buena dejándome empapar por el acento de las cosas”.

Nominada como mejor artista emergente en los Premios MIN, a la bogarreña le espera un verano de conciertos donde desplegar las composiciones tejidas en la última década, a las que acaba de sumar un ‘Fandanguillo manchego’ a medias con el grupo Vermú, originario de La Roda.

El salto de interés hacia su música se ha multiplicado desde que actuó en la semifinal y la final de la competición eurovisivA, y ahora tiene “más estrés”, pero también nota “el reconocimiento”. “Al subirme al primer escenario después de Benidorm pensé: ya no tengo que demostrar nada a nadie, ya sé que soy una artista”.

PUDOR DE PIONERA

Carmen Toledo se transformó en Karmento muy lejos de su pueblo. Fue en Malta, donde esta formadora especializada en educación sexual se dio cuenta de que había “siete u ocho vidas posibles” en las que podría “ser feliz”. “Pero tengo una y soy artista, así que tengo que renunciar a otras para lograr esto”.

Se puso a componer y a mostrar lo que componía con su guitarra. Canciones como ‘Danzar sobre la tierra’ o ‘La manchega en la azotea’ son buen ejemplo de su muestrario de influencias, entre las que nunca desechó las que más cerca le pillaban de su infancia.

Sin pretenderlo, su universo sonoro y estético bebió de las mismas fuentes de su niñez asalvajada. Y descubrió lo que le “luce” sonar manchega y contemporánea. Aunque le entra “el pudor” cuando le plantean “esa idea de ser un poco pionera”, porque “no lo esperaba”. “Esa relación con nuestra pertenencia no ha sido una intención consciente en mí, ha sido como un fluir que he ido integrando. Ha sido un devenir”.

Pero la semilla siempre había estado ahí. Buena conocedora de La Mancha, que recorrió como educadora –“he dormido en sus pueblos, he comido en el bar que me han recomendado, he visto el castillo de rigor, he hablado con el instituto… todo eso me luce mucho, y se ha impregnado en mí”–, define su región como “serena y caliente”.

“Tiene algo de guiso, de familia que te protege pero también te atrapa”. Por eso considera que, además de proteger lo que uno hereda, hay que “ponerlo en cuestión. Con la raíz a veces hay que estar en guerra”.

Su Mancha tiene hechuras de “familia grande con esencia de pobreza”. “No de pobreza de corazón, sino material. Y no porque en La Mancha no haya riqueza, es más por el complejo, por lo de fuera. Esa humildad y el miedo a decir la verdad por el qué dirán”.

“Hay algo trágico en ese yo soy más o menos a través de compararme. En ese: eres mi vecina y te atiendo, pero luego te critico”, completa.

Convertida en uno de los más claros exponentes de actualización del folclore manchego, le llena de orgullo que la llamen para actuar desde ayuntamientos que quieren llevar “algo contemporáneo que resuene a lo de siempre”. “Nos llaman de Ciudad Real, de Albacete, de Toledo, pero también de Valencia o de otros lados. Esa sensación de que los manchegos pueden escuchar algo que suena a casa pero que va a otro lugar es emocionante”.

IRSE, VOLVER, NO TENER QUE IRSE

Nacida en Bogarra y criada en Albacete, donde actualmente reside después de pasar por grandes capitales y por el extranjero, Toledo cree que “lo de irse fuera es una cuestión de clase”.

“Afuera ha sido siempre donde uno se gana la vida, donde sube de nivel”. Pero el mundo ha cambiado mucho, ya “nada te garantiza ese estatus, y quizás ese estatus no es tan importante”, reflexiona. El sueño de la gran capital está, para la cantante, “finiquitado”. “Yo adoro Madrid, he vivido allí, pero ahora mismo tendría que ganar muchos cuartos para irme, con lo bien que estoy en Albacete”.

¿CUESTIÓN DE PRIORIDADES?

“Muchas veces nos centramos en la supervivencia y se nos olvida la vida”, que para Karmento precisa de “nutrición cultural”. En mi pueblo hay naturalezas artísticas, y la belleza produce ganas de crear. Podría fluir la creatividad, pero eso necesita inversión”.

Las giras y la carretera le han enseñando que “en los pueblos en los que eso se hace, se nota. Vas a sitios que llevan años apostando por el tejido cultural y la gente acude al teatro, a ver a la banda municipal, a los coros y danzas del pueblo de al lado”. “Sin prejuicios”.

Su música va a formar parte a lo largo de este año del tejido de Móstoles, La Vall d’Uixó, Antorchas, Torralba de Calatrava, Salamanca, Barcelona, Murcia, Letur o Valencia. Después, le gustaría que el proyecto “creciera lo justo para ser elegante”.

¿Y qué es ser elegante?: “Pues llegar al hotel y que me digan que si me paso del tiempo del parking son 10 euros y que eso no me suponga un problema”. Realista y pegada a la tierra, se pone como horizonte material “no racanear, y que el proyecto tenga el presupuesto que considero”. Para eso tiene que “hacer cuentas, como todo el mundo”. “Economía doméstica. Carmen y Karmento tienen algunas cosas que negociar”.

En este momento de recolocación después del vuelo del Benidorm Fest, y “algo estresada” mientras intenta llevarse bien con “el monstruo de la ansiedad, el rey de nuestra época”, tiene claro que su vida está por encima de su música, “a pesar del dolor que eso me supone”. Y que quiere “vivir tranquila y morir feliz, muy mayor”. “Y que me amortajen las vecinas”.


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