CUENCA, 4 (EUROPA PRESS)
Joaquín y Samuel, de la Furia Conquense, son dos de los componentes de la peña que estuvieron en la fase de ascenso a División de Honor B del Ciudad Encantada en Pamplona en 2005.
Aquel año se prendieron las ascuas y 18 años después, un 3 de junio, la llama ha llegado al Olimpo en Torrelavega, y allí estaban Joaquín, Samuel o otros tantos aficionados que un día prometieron a su equipo que no caminaría solo nunca más.
Han cumplido su palabra y hoy son subcampeones de la Liga Asobal de balonmano. En el puente de la Virgen de la Luz una treintena de conquenses cambiaron los tradicionales destinos mediterráneos por los cantábricos para estar junto a su equipo en el partido más importante de su historia.
El partido se jugaba en Torrelavega, pero la expedición se desplegó también por localidades más turísticas como Santander o Santillana del Mar.
El buen tiempo acompañó a los desplazados y para afrontar esta pequeña invasión cántabra los conquenses se alimentaron en abundancia de rabas, cachopos y cocido montañés.
El grupo viajó al norte motivado por el turismo deportivo y gastronómico y hoy regresa con un santuario al que peregrinar.
EN EL CENTRO DE LA VIDA
Torrelavega tiene, al igual que Cuenca, 50.000 habitantes y el balonmano está en el centro de la vida social de la localidad. En esta ciudad industrial el deporte está presente en las conversaciones cotidianas y casi todos los bares y restaurantes cuelgan las bufandas del Bathco Torrelavega.
Antes de cada encuentro se monta a las puertas del pabellón Vicente Trueba una ‘fan zone’ con comida, bebida y música, de tal forma que los días de partido son una fiesta para los torrelaveguenses.
La peña Los Cabrones del Norte ejerció de anfitriona de la Furia Conquense y el resto de desplazados.
Los locales, residentes de una comunidad que ha hecho historia en el balonmano, no ocultaban su admiración por lo conseguido por los conquenses en los últimos años.
“¿Cómo habéis conseguido tener a estos pedazos de jugadores?”, preguntó el taxista en el trayecto hacia el pabellón.
El speaker del Vicente Trueba, en la presentación de los jugadores, fue tan contundente que casi abruma escucharlo: “damos la bienvenida a uno de los grandes del balonmano español”.
Naturalmente, no hubo problema en celebrar sobre la pista el histórico segundo puesto del Rebi Cuenca. Jugadores y aficionados torrelaveguenses aplaudieron al vencedor para dar ejemplo al resto de deportes.
Pablo Simonet derramó sobre la tarima las lágrimas de felicidad de todos los conquenses que no pudieron viajar.
Se rompió también Nacho Moya en el día de su despedida del balonmano, acompañado como siempre por sus padres, que han caminado junto a él desde el principio hasta el final de un trayecto que culmina en lo más alto.
O Familiares de jugadores como Teixeira y los hermanos Juanjo y Carlos Fernández también disfrutaron de la celebración en el Vicente Trueba y los que no tenían a un allegado cercano se llevaron, como compensación, el fuerte abrazo del peñista Manolo.
El padre de los manchegos, que ha vivido los grandes éxitos de su hijo mayor en equipos como Ciudad Real y Ademar, comentó que este segundo puesto tenía un sabor especial al tratarse de un equipo con mucho menor presupuesto que sus principales rivales.
“TRIUNFO DE TODOS”
La hazaña es de tal magnitud que hará falta cierto tiempo para medirla. “Esto es un triunfo de todos”, insistía un pletórico Lidio Jiménez en el túnel de vestuarios.
La fiesta continuó fuera del pabellón un rato con puros, cervezas, comida y canciones de Izal y Supersubmarina.
En torno a las nueve de la noche los jugadores se subieron al autobús que les llevaría de regreso a Cuenca, mientras la expedición conquense se dispersó nuevamente para repartir la celebración por distintos lugares de Cantabria.
Desde este momento, Torrelavega es la nueva Meca del balonmano conquense.
- Te recomendamos -