MADRID, 02 (SERVIMEDIA)
Rakel Mateo descubrió el triatlón tras sufrir un accidente laboral hace más de 20 años que le abocó a la amputación de su pierna. Pese a ello, ha competido en los Juegos Paralímpicos de Río 2016 y Tokio 2021, aunque reconoce que la prueba más difícil de superar es la carrera contra la anorexia en la que estuvo sumida más de diez años.
“El deporte me trajo una vida distinta porque la de antes no era la vida que quería para mí”, asegura la deportista en una entrevista a Servimedia. “La anorexia me enseñó a comer lo que ha sido muy útil en mi carrera deportiva”, atestigua.
Con motivo de la celebración este viernes del Día Mundial de Acción por los Trastornos de Conducta Alimentaria, Rakel rememora aquellos años de oscuridad. “Era otra época en la que no se sabía nada acerca de esta enfermedad. A los 10 o 12 años tenía comportamientos extraños y me costó mucho identificar el problema”. Reconoce que se sintió tan sola e incomprendida que llegó a desear “tener un tumor”. “La gente entiende mejor que una persona tenga un cáncer a un problema de anorexia y eso es muy doloroso”, se lamenta.
Los trastornos de conducta alimentaria (TCA) son patologías mentales complejas causadas por factores genéticos y ambientales. Muchas personas con este tipo de comportamientos conceden un alto valor en su forma corporal y su peso. Rakel castigó de tal manera su cuerpo que ahora confiesa: “Creía que no llegaría a los 30 años con vida”.
APRENDER DE LA ANOREXIA
Tras pasar varios años asistiendo a terapia de grupo, aparte de continuas visitas al psiquiatra y al endocrino, la joven logró escapar del infierno de esta enfermedad, eso sí con una lección bien aprendida. A menudo imparte charlas sobre este trastorno alimenticio en colegios e institutos. “Siempre digo que la anorexia me enseñó muchas cosas dentro del sufrimiento que conlleva”, confiesa, “y me hizo fuerte psicológicamente para afrontar todo lo que viviría después”.
La biografía de esta vizcaína está salpicada de momentos decisivos que redireccionaron el rumbo de su vida. En el año 2001 trabajaba en un supermercado y sufrió un grave accidente laboral que hizo que una de sus piernas quedase seriamente dañada. Fueron unos años duros en los que tuvo que lidiar con abogados, médicos y la incertidumbre por su futuro profesional.
Esta menuda pero ‘enorme mujer’ ha sabido sacarle ventaja a la vida. “De cada cosa mala que me ha sucedido trato de obtener el lado positivo”, cuenta. “Si con mi testimonio puedo ayudar a alguien habrá merecido la pena vivir la vida como lo hecho, incluso con la anorexia”.
Rakel recuerda que durante el periodo de rehabilitación empezó a practicar ciclismo adaptado como un modo de evasión. Al poco tiempo las dos ruedas ‘le supieron a poco’ y se decantó por el triatlón porque le parecía “una disciplina más completa”. Empezó a competir tímidamente y sin demasiada confianza en sí misma.
Pese a ser una recién llegada en el mundo deportivo, la joven logró clasificarse para los Juegos Paralímpicos de Río 2016, donde acabó cruzando la meta ayudada por sus dos muletas. “No sé ni cómo mi cuerpo es capaz de responder teniendo en cuenta el maltrato que sufrió por la anorexia”, reconoce esta tenaz mujer a la que el destino le tenía preparo un nuevo envite.
PERDER LA PIERNA, NO LA ILUSIÓN
En el año 2021, a tan sólo seis meses para los Juegos de Tokio y cansada de lidiar con el dolor de su pierna la triatleta, tomó una drástica decisión. “Cuando los facultativos me aconsejaron que había que amputar la pierna me dije: ‘Rakel, no hagamos un drama’”. Recuerda que a las 24 horas de haber sido intervenida le llamaron del Comité Paralímpico Español para conocer su estado. “Yo les dije: ‘contad conmigo, que yo voy a Tokio’”.
Esta voluntariosa vizcaína afirma que desprenderse de su pierna mala no fue tan duro como “la tristeza más absoluta de pasar por una enfermedad como la anorexia”. Contra todo pronóstico, se clasificó y participó en las Paralimpiadas de la capital nipona. “Perder la pierna me hecho ganar otras muchas cosas”, afirma. “Me amputaron por encima de la rodilla, de modo que he tenido que aprender a caminar tras dos décadas apoyada en unas muletas”, reconoce. “Ahora puedo pasear de la mano de mi sobrina o hacer cosas tan cotidianas como bajar la bolsa de la basura o llevar un paraguas”.
Acaba de llegar de Japón, donde ha participado en las Series Mundiales de Triatlón 2023 y este sábado participa en el Campeonato Europeo de Triatlón que se celebra en Madrid. Esta incombustible mujer no deja de reinventarse: con la pierna rígida, ayudada de sus muletas, sin ellas, con una nueva prótesis, y siempre con la vista puesta en la próxima meta, París 2024.
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