La víctima, abogado, espera que esta sentencia sirva “de advertencia a agresores y de ejemplo para denunciar”
VALÈNCIA, 30 (EUROPA PRESS)
Un hombre ha aceptado este miércoles cumplir tres meses de cárcel por un delito de odio al haber insultado en una discusión de tráfico a un otro por su condición sexual al ver que llevaba las uñas pintadas de negro y una pulsera con la bandera LGTBI. El acusado deberá deberá indemnizar además a la víctima con 900 euros.
Asimismo, ha aceptado pagar una multa de 270 euros, realizar un curso de igualdad y derechos LGTBI y una inhabilitación durante dos años para el ejercicio de la docencia durante el juicio celebrado por conformidad este miércoles en la sección quinta de la Audiencia de Valencia y en el que inicialmente Fiscalía le reclamaba dos años de cárcel.
No obstante, no entrará en prisión si en los próximos dos años no vuelve a delinquir y paga los 900 euros de responsabilidad civil por los daños morales causados.
La víctima y abogado, Isaac Guijarro, que se ha hecho cargo de su propia defensa, se ha mostrado “muy satisfecho” ya que, tras tres años de lucha, ha conseguido que se condene una violencia verbal que el colectivo LGTBI tiene “normalizada en su día a día”, pero que ahora la Justicia “empieza a ponerle coto”.
Por ello, ha recalcado esta condena por los insultos y las vejaciones recibidas, –que es la violencia “más cotidiana” que sufre el colectivo, ha dicho– es “un paso muy importante” que debe “servir de aviso a los agresores de que insultar ya no queda impune”, y a las personas afectadas para que se animen a denunciar “cualquier tipo de agresión y no solo la física o la más grave”. “No podemos normalizar la violencia verbal, merecemos la misma dignidad que cualquier otra persona”, ha recalcado.
En ese sentido, ha explicado que, como abogado especializado en delitos de odio, sintió la responsabilidad de hacer lo que siempre aconseja a sus clientes: “Denunciar estos hechos no solo por ellos mismos sino por todo el colectivo porque, aunque solo sean unos insultos, es un ataque a la dignidad y a tu integridad moral y pretenden además atemorizarnos”. De hecho, ha admitido ahora le da miedo a salir con las uñas pintadas o la pulsera por si le vuelven a insultar. “Hay que luchar”, ha apostillado.
Los hechos que ha reconocido el condenado se remontan al 11 de febrero de 2020 cuando el coche que conducía por València se acercó demasiado a la motocicleta en la que iba la víctima y esta se lo recriminó. Entonces, le llamó “maricón” y “chupapollas” al ver que iba con las uñas pintadas y una pulsera del colectivo LGTBI.
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