Congreso Mundial de Turismo Inteligente
Bienvenidos a Asturias. Espero que disfruten al máximo su estancia y deseo también que sus reflexiones sean fructíferas. Es un honor saludarles. No celebramos congresos mundiales todos los días, y menos uno que engarce las palabras turismo, inteligencia y Asturias. A este propósito, echo mano de una anécdota vieja, de esas que se desempolvan de cuando en cuando y se atribuyen a más de un protagonista. Les cuento la versión más extendida. Ocurrió que un periodista intentó entrevistar a Miguel de Unamuno y se presentó como redactor del diario El pensamiento navarro. Al escucharle, el filósofo respondió que tal combinación era imposible: “o pensamiento, o navarro”, pero las dos cosas juntas, no. Hecha la broma, nosotros estamos demostrando que turismo, inteligencia y Asturias compaginan a la perfección. Estos días comprobarán que no exagero. Ahora bien, antes habrá que definir qué es un destino turístico inteligente, porque corremos el riesgo de abismarnos en un metalenguaje poco comprensible. Lo intentaré a mi modo. Hace mucho tiempo que el sustantivo turismo viaja de la mano de un adjetivo, como si necesitara la guía de un hermano mayor: turismo cultural, turismo gastronómico, turismo industrial, turismo sanitario, enoturismo, turismo rural, turismo de aventura, turismo urbano, turismo extremo, turismo de congresos, turismo de catástrofes y así hasta el límite que nos queramos marcar. El destino turístico inteligente no añade otra categoría al henchido catálogo anterior. Digamos que es aquel que permite aprovechar toda la oferta existente en el lugar, sea cual sea su amplitud y diversidad. Es, por tanto, inclusiva y transversal. No es un tipo más, sino un concepto distinto –en realidad, el turismo propio de estos tiempos- que se construye a partir de principios como la sostenibilidad, la accesibilidad, el conocimiento y la innovación tecnológica. Por volver al ejemplo anterior, en los destinos inteligentes el turismo –y, por tanto, el viajero- ya no necesita caminar agarrado a la mano del adjetivo, se hace adulto y autónomo. Será cada persona la que elige en cada momento qué modalidad practica, siempre acorde con los valores citados. Las tecnologías de la comunicación son, en esta propuesta, indispensables. ¿Conocen a alguien que viaje sin teléfono móvil y que no lo aproveche para elegir ruta, restaurante, alojamiento o actividad? Sí, se ha hecho indispensable hasta para seres tan rotundamente, si lo prefieren tan toscamente analógicos como quien les dirige la palabra. Pero estoy hablando de cuestiones de las que saben más que yo y a las que dedicarán muchas horas los próximos días. Por lo tanto, paso a centrarme en algo que puedo hacer bastante mejor. Les hablaré de la aventura turística de Asturias, así como suena. El auge del turismo en el Principado es una historia reciente y de éxito. Cuando empezó el último cuarto del siglo pasado, esta tierra era aún el gran solar de la empresa pública. Siderurgia, minería, astilleros, fábricas de armas, fertilizantes… todo ese conglomerado fabril fue jibarizado y, en la gran mayoría de los casos, privatizado, en menos de dos décadas, con una fortísima pérdida de empleos y la humareda constante de las barricadas como telón de fondo. Para los asturianos es un relato sabido, pero merece la pena que ustedes también lo conozcan. Pueden imaginarse cuál era el ánimo depresivo de una sociedad que contemplaba cómo se desmoronaba su paisaje económico a marchas forzadas y sin posibilidad de retorno. El mundo conocido se difuminaba, perdía los límites acostumbrados. Éramos una región de tradición industrial en crisis a todos los efectos. Pues bien, en tales momentos, entre aquel estruendo de movilizaciones y un pesimismo denso, más espesado a cada anuncio de cierre, un gobierno autonómico decidió apostar por el turismo y, en concreto, por el turismo rural. En 1985 se eligió el lema Asturias paraíso natural y al año siguiente se inauguró el hotel La rectoral en Taramundi, un pequeño concejo del occidente interior. He destacado bastantes veces el escepticismo con el que fueron recibidas aquellas iniciativas. Piénsenlo: frente a industrias públicas pesadas, con grandes bases de empleo, maquinaria y producción, empresas turísticas privadas y ligeras sujetas al capricho de los visitantes. Además, aquí llueve -y no pocos días, precisamente. ¿Cómo íbamos a adentrarnos a competir en un terreno donde el Mediterráneo –sol y playas, turismo británico y alemán al alza- llevaba todas las de ganar? En números redondos, han pasado treinta años. Les ofrezco unos pocos datos de la realidad actual. -En los últimos ejercicios hemos rebasado la barrera récord de dos millones de visitantes y los cinco millones de pernoctaciones al año. – El gasto turístico total, para el conjunto de los visitantes, se incrementó en 2017 en un 8,2% con respecto al año anterior. -La actividad turística aporta el 11% del PIB y más del 12% de los empleos. – En 2017, los alojamientos de turismo rural experimentaron incrementos del 23% en turistas y del 20,4% en pernoctaciones. Asturias se ha convertido en el destino rural preferido del Norte de España, hasta el punto de alcanzar incluso el liderazgo nacional en julio y agosto, cuando el Principado fue número uno en pernoctaciones rurales. Ésa es la realidad hoy después de tres décadas de trabajo. Encima, se lo advierto, no nos conformamos: estamos convencidos de que seguiremos mejorando. Evidentemente, no ha sido la panacea. No ha compensado la destrucción de empresas y empleo, pero ha contribuido de tal manera a la diversificación económica que nadie concibe hoy el porvenir de Asturias sin una fuerte, consolidada y creciente implantación del sector turístico. ¿Qué materia prima ha hecho posible este pequeño relato con buen final? Pues es cierto que partíamos con algunas ventajas. Contábamos con grandes recursos naturales, con impresionantes agujas de caliza cercanas a las playas, con el mayor robledal de España, con una diversidad de fauna envidiable, con una gastronomía poderosa y reconocida, con esa orfebrería arquitectónica que es el prerrománico… En fin, ya saben, todo eso que se enfatiza en el papel satinado de los folletos de promoción. Pero, y perdonen la inmodestia, además hubo una buena gestión. Esa capacidad fue el componente fundamental. No hemos malbaratado ni uno solo de esos recursos. Los hemos protegido y fortalecido. Antes aludí a la sostenibilidad. Pues anoten que están en la comunidad con la costa mejor conservada de España. También hemos logrado, a través de una red de espacios protegidos, preservar grandes espacios naturales. Durante los últimos años también hemos mejorado la accesibilidad, las conexiones aéreas, reforzado el atractivo cultural de las rutas jacobeas que pasan por Asturias camino de Santiago, que han sido declaradas patrimonio de la humanidad, al igual que los monumentos del prerrománico. Perdonen, pero si he llegado con el discurso hasta aquí no me voy a quedar a la puerta, recatado y con cara de falsa modestia. Reitero que se ha gestionado bien, con visión de futuro y que los valores que aglutinan los destinos turísticos inteligentes se corresponden con los que promovemos en Asturias desde hace ya mucho tiempo. Buena muestra es el Programa de Turismo Sostenible 2020, consensuado con los empresarios y los sindicatos. La elección de nuestra comunidad para la celebración de este congreso supone un reconocimiento a esa trayectoria, a una capacidad para emprender e innovar acreditada durante estas décadas de despegue turístico continuado. Agradezco su importante presencia -60 ponentes, 600 congresistas- porque es un honor contar con ustedes y porque nos estimulan a perseverar en esa ambición. Precisamente aquí, en este cónclave, presentaremos la Estrategia Asturias Destino Inteligente. Hemos recibido una buena herencia de las anteriores administraciones y ahora, con la colaboración permanente con los empresarios y los agentes sociales, queremos dejar aún un mejor legado para quienes nos sucedan. Vamos a trabajar para que Asturias esté a la vanguardia del turismo del siglo XXI, sin consentirnos pausas ni demoras en la innovación permanente que debemos afrontar. Para ello contamos con su contribución. Muchas gracias por haber optado por Asturias para celebrar este congreso. Sin duda, y nunca mejor dicho, ha sido una elección inteligente.
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