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Amelia Valcárcel expresó que la palabra “feminismo” ha sido apropiada y se encuentra ocupada, y que su significado no se ha mantenido en su estado original

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MADRID, 28 (EUROPA PRESS)

La filósofa y exmiembro del Consejo de Estado Amelia Valcárcel ha publicado esta semana su libro ‘La civilización feminista’ (La esfera de los libros), un ensayo en el que explora en la genealogía fundamental del movimiento y en el que también habla de la “deriva queer” de la sociedad que, entre otras situaciones, se ha materializado en la Ley Trans aprobada por el Gobierno. Un ejemplo de que, según ha indicado, el feminismo “es ahora una palabra okupada, con k”.

De hecho, Valcárcel ha sido muy crítica con el feminismo que ha puesto en marcha el Ejecutivo y que, según ha indicado en una entrevista a Europa Press, es consecuencia de un “analfabetismo funcional”. “Yo al principio pensaba que era la falta de reflexión”, ha indicado, para añadir que, finalmente, esta falta de reflexión “es tanta y tan continuada” que el movimiento feminista “ya no se asusta ni de lo que dicen”.

“Más o menos, cada semana dicen un par de tonterías tan grandes que al principio nos indignaban porque creíamos que eran un mecanismo normal capaz de aprender. Que eran un GPT corriente que corrige. Pero esto no corrige. Esto es lo que es y ya”, ha declarado.

Valcárcel considera que las políticas puestas en marcha por el Gobierno en materia feminista “son una triste broma” que “impiden que los avances” en esta materia “se consoliden”.

“NO SE PUEDE DECIR EL SEXO NO EXISTE”

Del mismo modo, ha señalado la importancia de esta “deriva queer” en relación a que, a través de ella se ha pasado de “el sexo no tiene que tener importancia” a “el sexo no existe”, algo, esto último, que, a juicio de la filósofa, “no se puede decir” en tanto en cuanto los humanos son animales que sólo se reproducen a través del sexo.

Según ha explicado, “el problema es que es un lobby de poder” con “un intento verdadero de suplantación” del movimiento feminista que puede llegar a ser peligroso “si interrumpe la agenda feminista”.

“Es un fenómeno específico que tiene de fondo el desprecio del sexo femenino”, ha declarado Valcárcel, que ha puesto como ejemplo a quien defiende los vientres de alquiler o la pornografía como “un trabajo”. La base de este lobby, según la exconsejera de Estado, es que “todo lo horrendo es bueno” y “solo hace falta cambiarle el nombre”.

Como respuesta a esto, Valcárcel cree que “se producirá la rebeldía feminista” y, de hecho, cree que esta situación “se pasará”. “Espero verlo y que ustedes lo vean, pero no podemos sentarnos a la puerta a verlo pasar”, ha indicado, antes de insistir en la necesidad de una “resistencia efectiva”.

Y es que, según ha indicado, si no se ataca esta situación “el nivel de tergiversación comenzará a ser excesivo” y, mientras, “la tasa de misoginia crece”. Para la filósofa, “eso es lo que está pasando” en la actualidad y, en este sentido, ha pedido que se midan periódicamente las tasas de misoginia, como se tienen datos sobre el racismo.

LA CIVILIZACIÓN FEMINISTA

Aún así, la escritora ha decidido titular su nuevo libro como ‘La civilización feminista’. “Es lo que somos”, ha incidido. Tal y como desarrolla en su obra, Valcárcel ha explicado que la entrada de este movimiento en la sociedad es “temprana” y se puede fechar casi con exactitud en 1673, año a partir del cual “alcanza un desarrollo cada vez más pujante”.

Según ha indicado, al principio conforma “una agenda de cambios relativamente pequeños” y no es hasta hace 50 o 60 años –tras la segunda guerra mundial– que no se enfrenta a “verdaderas” modificaciones sociales con “la tercera ola feminista”.

Al contrario de lo que se habla en los medios, según ha advertido, aún no existe una cuarta ola y advierte de que los movimientos históricos “son lentos” ya que, según ha señalado, no cuenta cuando el feminismo está “solo en el papel”, sino cuando “se producen cambios en la estructura”.

Como ejemplo de estos cambios, señala lo que en su día fue la entrada de la mujer en los estudios superiores –que implicó la independización tardía de los hijos– y, en la actualidad, “la bajada de la natalidad” o la “socialización del cuidado”.

Y, aunque señala que estos cambios no son constantes y que “no se puede saber” hacia dónde va la sociedad, con un modo de vida que esta siendo “enormemente amenazado ahora” por la guerra en Ucrania, cree que “de momento, la sociedad va a poder mantener los estándares”.


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